DAVID LYNCH: TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN A SU CINE
(o cómo caminar por el fuego y encontrar la llave azul)
Con una obra fílmica breve pero indispensable, aun sus detractores consideran que se trata de un artista inevitable en la cultura contemporánea, cuyos filmes han estado ligados a corrientes como el surrealismo, de la que el propio director se declara admirador incondicional. Del mismo modo, se cruza con las influencias bien digeridas de cineastas de la talla de Stanley Kubrick, Federico Fellini, el escritor Franz Kafka o el pintor Francis Bacon. A costa de coherencia extrema, David Lynch es un director de cine esencial para comprender de qué modo, con su estilo y sus claves, ha resignificado el panorama fílmico actual y se ha transformado en una pieza inevitable a la hora de entender los caminos que transitan los novísimos creadores.
Si buscamos claves en su cine hay cinco que son esenciales:
1.- Los sueños y las realidades oníricas inspiradas en el surrealismo en donde no es de extrañar que un policía descubra al culpable de un crimen horrendo después de soñar o recibir la respuesta de un gigante. O sumergirse en un universo acaso paralelo empleando una enigmática llave azul.
2.- El empleo del doppelgänger, esto es, tu doble exacto que habita en este o en otro mundo, una persona tan parecida a ti que, si te descuidas, puede tomar tu identidad y comportarse como tú en una dimensión que no alcanzas a controlar.
3.- El juego de los opuestos, en donde siempre existen extremos de belleza y fealdad, refinamiento y vulgaridad, morenas o rubias, gigantes y enanos, puertas abiertas y otras clausuradas.
4.- Humor negro, muy negro que recorre incluso los momentos más extraños y retorcidos de su cine, donde coexiste con diálogos hilarantes, absurdos o desmedidos en medio de dramas que serían insufribles si no fuesen atenuados con ese humor ácido que lo permea todo.
5.- El empleo de la música y las canciones que, de la mano de Angelo Baladamenti, el autor de la exquisita banda sonora de Twin Peaks, permiten que sus imágenes adquieran una densidad impresionante, logrando instantes de emociones y sobresaltos.
Desde luego su cine esquiva lo habitual, alejado por completo del denominado cine comercial y sin pensar en los gustos de moda, como lo hizo a costa de su propia reputación cuando asumió en su estilo la realización de una pieza oscura y fantasmal como “Duna”, cuando la tendencia era el brillo y los efectos sonoros y visuales de “Star Wars”. (Y valga la acotación: su versión supera tanto en atrevimiento como en coherencia de estilo a la muy aletargada que Dennis Villeneuve entregó recientemente).
Si algo de fascinante tiene Lynch es que todas sus películas, incluyendo la luminosa y “simple” como “Una historia verdadera”, se alejan de los prototipos imperantes en el cine comercial, obligando a los espectadores a sumergirse en un universo que está lleno de pistas, caminos tortuosos y en el cual es imprescindible tener presente siempre que siempre hay otras realidades por debajo de la que nosotros vivimos.
Es por su apego a unas reglas estéticas, por su refinamiento visual -muchas de sus películas tienen secuencias que semejan auténticos trabajos pictóricos- que Lynch sea considerado un maestro del séptimo arte y que cada una de sus películas cause siempre una discusión y una interminable cadena de comentarios, análisis y fundamentos teóricos cada vez que sus filmes posean una compleja narrativa (“Carretera Perdida”), inverosímil y fascinante (“Imperio”) y una puesta en escena que siempre sobresale de la media por el empleo de los elementos visuales.
También su filmografía ha sido analizada desde el cine de terror psicológico, sobre todo porque siempre detrás de sus fachadas impecables hay oscuridad y sobresaltos (“Terciopelo azul”) y la inmersión en la zona oscura de la conciencia (“Corazón salvaje”, “Mullholand Drive”).
HOMENAJE NECESARIO Y OPORTUNO
Considerando el total de su filmografía impactante, sobrecogedora y sus aportes estéticos, por su porfiado trabajo desde el surrealismo más complejo y aterrador y su originalidad a la hora de crear historias, el conjunto de su obra fue objeto de un homenaje en el Festival de Cine de Guanajuato, México, donde se enfatizó el aporte indesmentible de este maestro que sigue asombrando cuando, tras un visionado bien dirigido de sus claves y sus laberintos oníricos,
Merecidamente, el cineasta ubicado en una pantalla con el fondo de un teatro virtual fue objeto de un necesario homenaje por el Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF), donde se le entregó la Cruz de Plata, confeccionada por los artesanos de esa localidad. En la misma ocasión le fue concedida la Medalla de la Filmoteca de la UNAM, oportunidad en que el director de archivo universitario, Hugo Villa Smythe, explicó al cineasta estadunidense la manera de elaboración de la pieza: el material es obtenido del proceso de revelado en sus laboratorios.
Villa Smythe expresó que las razones de este homenaje eran “por las ideas, los sueños y las obsesiones humanas que ha reflejado impecablemente en su puesta en escena, lo que le dio el estatus de director de culto y lo ha convertido en una de las figuras más destacadas de la cinematografía, conjugando escenas memorables en una narrativa compleja y de múltiples significados abiertos al espectador”.
Fue, sin dudas, un merecido reconocimiento en plena vigencia del creador.
CAMINANDO POR EL FUEGO
¿Qué mejor para entender el cine de David Lynch? Recorrer sus piezas esenciales y analizar de modo acotado cómo y por qué han impactado de modo tan profundo en la cultura contemporánea.
1.- Cabeza borradora (1977)
El primer largometraje de David Lynch demoró cinco años en ver la luz pero, desde siempre, es reconocido por su capacidad impresionante para contar una extraña y perturbadora historia de amor cuyo argumento, poco usual, gira en torno a un joven, Henry Spencer, que va a cenar a casa de su novia Mary. Allí se entera de que ésta ha tenido un bebé suyo, un ser amorfo y grotesco que emite ruidos extraños, al que Mary abandona y deja a su cargo. Filme de culto inmediato, posee un impacto arrasador para los espectadores, con escenas impactantes y la recreación de un mundo onírico y del subconsciente que fue comparado con filmes como “Metrópolis” (1926) o “Un perro andaluz” (1929), apegado a la estética surrealista en que Lynch quiso mostrar el horror de un mundo dominado por la tecnología e industrias que remiten a lo peor de la revolución industrial en el posmodernismo.
2.- El hombre elefante (1980)
El segundo largometraje del director, también en un exquisito blanco y negro, es una dolorosa historia real, la de Joseph Merrick, tristemente famoso por sus deformaciones físicas en el período del industrialismo, un escenario que calza perfecto con los deseos del director de mostrar el horror y la miseria humana. Candidata al Óscar de la Academia, la película contrapone la existencia de un cirujano (Anthony Hopkins) que descubre a este fenómeno en un decadente circo, donde es exhibido como una bestia y lo emplea en sus charlas sobre medicina, aun cuando no logra salvarlo de un destino triste y anticipado. De esta pieza se destaca su mensaje humanitario y el rescate de la belleza interior por encima de lo físico y la estremecedora concepción de una sociedad decadente y egoísta.
3.- Duna (1984)
Esta película es una adaptación de la novela homónima de Frank Herbert, que navega entre el género épico y el de ciencia ficción, injustamente despreciada en su minuto. El tiempo ha revelado que su grandeza excede el millonario presupuesto e instala a Kyle MacLachland como su actor favorito. El argumento futurista gira entorno a la familia Atreides que, debido a una orden imperial, debe viajar al planeta Arrakis (Duna) para hacerse cargo de la explotación de la especia, una droga que permite los viajes espaciales. Para ello, tendrá que luchar contra la familia Harkonen, enemigos que habían gobernado antes en el planeta y sometieron a la población. Con el paso de los años -y en comparación- este filme mantiene inalterable la grandeza de su puesta en escena deslumbrante y una fotografía notable.
4.- Terciopelo azul (1986)
Primera obra maestra de su autor es una película fundamental de la década de los ochenta, descrita por el propio cineasta como “una historia de amor, misterio y terror que trata de un tipo que se encuentra en dos mundos, uno agradable y el otro sombrío y aterrador”. Jugando con la estética de los años cincuenta, la película transcurre en la ciudad de Lumberton. Allí, Jeffrey Beaumont encuentra una oreja humana cortada en un lugar cercano a su casa. Obsesionado con esto, se contacta con el detective Williams, que le solicita silencio absoluto para poder investigar, viéndose envuelto desde ese instante en un mundo aterrador, nocturno, donde todo tiene códigos perversos y peligrosos. Impactante en su exposición de la crueldad y la violencia sexual, en esta cinta Lynch alcanza su cumbre al exponer sin dobleces el lado más oscuro y perturbador de la sociedad.
5.- Corazón salvaje (1990)
Este filme es una adaptación de la novela homónima del escritor Barry Gifford y fue ganadora de la Palma de Oro en 1990 en el festival de cine de Cannes. Es una road movie que adapta y subvierte el tema del Mago de Oz en clave perversa, con ingredientes que superan su propia estética. Protagonizada por Nicolas Cage y Laura Dern, nos revela la historia de una pareja que escapa en busca de la felicidad, huyendo de la madre de la chica que, furiosa, ha contratado un sicario para matarlos. Este filme es una suerte de parodia de las viejas cintas que protagonizó Elvis Presley y un relato desaforado y colorido de las pasiones humanas.
6.- Twin Peaks: fuego camina conmigo (1992)
Una de sus mejores cintas, a pesar de la miopía de los críticos, fue esta precuela de su notable serie de televisión “Twin Peaks” (1990), pieza audiovisual que cambió los parámetros del mundo televisivo. A pesar del desprecio de la crítica, sigue siendo una de las películas más coherente con el universo Lynch, arrastra una historia terrible y dolorosa que explica -en el modo del realizador- cómo y por qué la hermosa Laura Palmer, la chica más famosa del lugar, termina convertida en cadáver envuelta en grueso plástico y arrojada al río del pueblo de Twin Peaks. Este es un trabajo fílmico que necesita una revisión porque es un viaje sin retorno al mundo que cohabita con la realidad y la luz y que contiene escenas tan perturbadoras como memorables en un juego lleno de claves, acertijos y laberintos.
7.- Carretera Perdida (1997)
Después de su éxito apabullante con la serie televisiva “Twin Peaks” se estrena “Carretera perdida”, su segunda pieza maestra y un viaje en clave de thriller psicológico con toques de cine negro. Compleja y críptica, con escenas memorables y una violencia visual fuerte, al película es un fascinante descenso a los infiernos de la realidad y el mundo que se oculta detrás de ella. Narra la historia de un músico de jazz, Fred Madison, y su esposa Reneé. El matrimonio está en crisis y piensa que su mujer lo engaña y poco después, sin saber bien cómo, es acusado de su asesinato. En paralelo, tenemos la historia de un mecánico que tiene una aventura con una mujer que le es infiel a su pareja, relacionada a la mafia. Se trata acaso de una de las piezas más complejas del cine de Lynch, demostrando el poder hipnótico que tienen sus películas, esta vez concentrándose en el subconsciente y los mundos paralelos y que tiene un momento notable cuando el protagonista es obligado a llamar a su propia casa por un tipo siniestro, donde le contesta el mismo sujeto, estableciendo un quiebre feroz en el concepto de normalidad y realidad.
8.- Una historia verdadera (1999)
A finales de la década de los 90, David Lynch sorprende a todos, entregando una película bellísima, prístina y, en apariencias, completamente alejada de su estilo, con una historia basada en hechos reales, cuyo argumento gira en torno a un anciano, Alvin Straight, que asume la hazaña de recorrer más de 640 kilómetros montado en un cortacésped para reconciliarse con su hermano que se encuentra al borde de la muerte. Este notable filme está elaborado en un lenguaje visual que aprovecha cada milímetro del paisaje, mantiene una estructura narrativa sencilla y, a diferencia de sus otras películas, se trata de una historia que revela la capacidad de Lynch para hacer un trabajo fílmico “normal”, directo al corazón y con un mensaje tan limpio como esperanzador.
9-. Mulholland Drive (2001)
La que iba a ser el piloto de una serie de televisión a fines de los años noventa, terminó siendo una auténtica obra maestra para la pantalla grande, una de las películas más importantes de su filmografía y la demostración de la vigencia absoluta de sus claves, su estilo y su compromiso con el lenguaje del cine. DE acuerdo con las críticas, se trata de su mejor filme e incluso, en una encuesta efectuada por la BBC fue elegida nada menos que como la mejor película de los primeros veinte años del siglo XXI. En este notable filme, Betty Elms es una joven que quiere ser actriz y llega a Los Ángeles con la intención de cumplir su sueño. Allí vive con su tía y pronto conoce a Rita, una mujer que, en los créditos (ojo con ellos, porque están todas las pistas de lo que veremos), sufre un accidente que la deja amnésica. Como suele ocurrir en el cine de Lynch, todo parece evidente pero, sin embargo, el director emplea esta historia como base para involucrar al espectador en un juego lleno de sobresaltos, de claves y vueltas de tuercas donde se mezcla el mundo onírico con la realidad, incluso obligando al espectador a reflexionar respecto de si lo que ha visto forma parte de la realidad o del mundo de los sueños La respuesta solo aparece al final de la película dejando a todos en estado de shock, obligando incluso a visionarla de nuevo para poder apreciar sus alcances, connotaciones y vínculos con el universo del realizador. Es, lejos, una auténtica joya del cine contemporáneo.
10.- INLAND EMPIRE (2006)
La (hasta ahora) última película de Lynch es un trabajo absolutamente complejo, inquietante y que no puede ser entendida con un solo visionado. Es más, tiene tantas referencias -a su cine, al cine en general- que merece ser analizada con paciencia, lo que se complica dado que su duración es de tres horas. En la superficie cuenta la historia de una actriz que, por muchos motivos, va perdiendo la percepción de la realidad, sobre todo cuando se entera que el remake que va a filmar nunca vio el final porque sus actores protagónicos murieron en circunstancias misteriosas en el pasado, lo que la hace ingresar a un mundo subconsciente donde aparecen escenas divididas en diferentes niveles argumentales sin aparente conexión entre ellas. Para muchos se trata de una película indescifrable dentro de su ya complejo universo fílmico, aunque nadie duda que su actriz, Laura Dern, entrega un notable trabajo interpretativo, manteniendo prácticamente los 180 minutos de metraje de esta fascinante y enervante propuesta.
David Lynch nació el 20 de enero de 1946 en Montana (Missoula, EEUU). Su actividad artística no solo se ha desarrollado en el campo cinematográfico como director, guionista, actor y productor, sino que también se extiende en otras disciplinas como la música, la pintura o la fotografía. Es, a no dudarlo un creador excepcional.
Autor
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Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación
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