NO ES LO MISMO

Todo es presente

Gonzalo Torrente

Existe la curiosa idea de que podemos vivir anclados al pasado; tan extendida y normalizada que ya no la cuestionamos. Pero si reflexionamos en ella, nos daremos cuenta de que eso es imposible.

Nadie puede retornar a lo que ya fue ni al momento en que fue. Lo que hacemos es traer el pasado al presente, reinterpretado y en constante reinterpretación, cuando no podemos superarlo todavía, mental y emocionalmente.

Rumiamos entonces, constantemente, aquello que aún nos conflictúa, pero no lo hacemos desde el pasado, sino en el presente, en ese instante en que lo estamos recuperando.

Lo haremos cada vez que necesitemos hacerlo, hasta que el recuerdo cumpla su función: que lo reinterpretemos a la luz de los conocimientos y las experiencias que vamos adquiriendo en la vida, de tal manera que se amplíe nuestra comprensión e, incluso, nuestras peores experiencias se conviertan en nuestras mayores bendiciones.

En el momento en que nos sucede un evento doloroso todavía no hay un procesamiento mental sobre su significado en nuestras vidas. Ese viene después, con el recuerdo del acontecimiento, en un momento distinto al que sucedieron las cosas.

A partir de ahí, el recuerdo, junto con el primer juicio que hicimos después, volverá. Nuestra mente lo traerá al presente para procesarlo. Si ya tenemos las herramientas para hacerlo positivamente, obtendremos una nueva comprensión sobre nosotros mismos y, seguramente, alcanzaremos otro estado de conciencia. A veces necesitaremos más de una reinterpretación del evento para que estemos en aptitud de soltarlo.

Si no tenemos esas herramientas todavía, estaremos dándole vueltas a los hechos o, más bien, a nuestra interpretación de los hechos, sin solución alguna, rumiándolos, incrementando el sufrimiento que nos hemos provocado a partir de una continua reinterpretación negativa.

Este vivir reinterpretando nuestra historia en cada tiempo presente en el que la recuperamos mental y emocionalmente, reafirma el supuesto básico de la teoría de la relatividad de Einstein, que para efectos de este artículo podría traducirse así: el instante en que algo sucede y cómo sucede no es invariable, de hecho, cambia a cada observación, aunque siga la misma tendencia.

El pasado nunca deja de ser parte de nuestro presente: doloroso o feliz, siempre debe ser procesado de manera favorable para que tengamos mejor calidad de vida, mental, física y emocionalmente.

Algunos opinan que debiéramos ser como los niños, que no viven en el pasado (porque prácticamente no lo tienen) ni en el futuro (porque, en consecuencia, tampoco existe como proyección del pasado), solo en el presente, pero ese presente de los infantes es 90 por ciento la imaginación que los adultos les arrebatamos.

Lo que ha estado pasando es que hay una confusión entre lo que es el presente, el único tiempo que existe, con el famoso “aquí y ahora”, que es una experiencia consciente, vivencial, de ese presente.

El ejercicio mental y emocional para corroborarlo es fácil: cierre los ojos y traiga usted a su memoria un hecho pasado agradable, que le dé placer, alegría o cualquier otra emoción positiva. No se pierda totalmente en el recuerdo: dese cuenta de que está sucediendo dentro de usted nuevamente, ahora mismo, en este instante, en el presente. Ahí está: ya es consciente del aquí y el ahora.

Lo que sigue, para profundizar la experiencia, es el estado mental conocido como atención plena: cierre los ojos, sienta su respiración, tome distancia del recuerdo, sienta su cuerpo, lentamente, de los pies a la cabeza, registre los sonidos que lo rodean, los olores y todo lo que perciba, uno por uno y, al final, todo al mismo tiempo. Entrará en estado de calma interior. Con práctica, podrá sostenerlo cada vez más tiempo, sin dejar de hacer todo lo que tiene que hacer. Es una experiencia trascendental cuya descripción la desvirtúa. Vívala.

El presente, en cambio, está poblado de recuerdos, pensamientos, deseos y emociones; puede transcurrirse sin conciencia, pero es lo único que existe.

 

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Autor

El Heraldo de Saltillo
El Heraldo de Saltillo