Directores fascinantes
Su cine es diferente y siempre recoge el clamor de los supervivientes y de aquellos que quedaron heridos por la marca de la Guerra Civil española, con toda su ola de repercusiones morales que esto conlleva para un país cuyo cine es un ejemplo de rigor y empeño. Con su filme “El vientre del mar” de 2021, Agustí Villaronga (Palma, 68 años), nuevamente se impone como un director contracorriente y coherente a un universo fílmico que es imprescindible de conocer, independiente de que sea o no del gusto masivo.
Partamos con los hechos: el realizador Villaronga es un creador atrevido, en el sentido que sus filmes abordan, a veces en clave de alegorías, temas molestos y dolorosos, que remueven conciencias y traen a la memoria dolores de un pasado ligado a la Guerra Civil, a las consecuencias morales de un pueblo que sufrió dolores y miserias, tejiendo un manto negro para muchos españoles que intentan olvidar lo que pasó, sabiendo que aquello es imposible.
De esta manera, la búsqueda de sus película es siempre referida a temas arriesgados: ahí tenemos su muy inquietante debut con “Tras el cristal”, pasando por filmes meritorios como “El mar”, y su indagación en el thriller espeso como fue “Aro Tolbukhin: En la mente del asesino” o su relato doloroso de “Incierta gloria” y en donde cabe una película tan atípica como fue “El niño de la luna”.
Su mayor éxito ha sido hasta ahora con la muy notable “Pan Negro” de 2010, sin olvidar su excelente muestra de pulso narrativo y dramático con la elogiada serie para la televisión hispana “Carta a Eva” que, en dos capítulos, se refirió a la controvertida visita de Eva Perón a la España aislada de Franco en 1947.
Todos sus temas, dolores, obsesiones y dudas parecen haber alcanzado una nueva cima con “El vientre del mar” que le devuelve a su senda personal, habiendo dejado atrás su paso por el cine de encargo, cuando asumió la superproducción “Nacido rey” (2019), un biopic que produjo Andrés Vicente Gómez.
Con su nueva pieza fílmica, Villaronga recuperó el aprecio de la crítica pues su versión en blanco y negro de un capítulo de Océano mar, de Alessandro Baricco, le otorgó en el festival de Málaga los premios como la mejor película, dirección, música, fotografía, guion y actor (para Roger Casamajor): con esto marcó un precedente porque nunca un filme había ganado tantas Biznagas, el trofeo que otorga el certamen andaluz.
Con “El vientre del mar” el director elabora un paralelo entre la historia del naufragio en 1816 de la fragata La medusa, con sus trece días en que vagaron por el mar los 151 supervivientes iniciales en una balsa, de los cuales solo quince se salvaron y las travesías actuales en el Mediterráneo, repletas de seres humanos a la búsqueda de una vida mejor.
Hay una frase clave en un instante en el filme, que resume claramente la esencia de su cine: “Los derrotados nunca tienen fortuna”. Esto para Villaronga es clave porque, asegura, que los sobrevivientes de tantas guerras y situaciones extremas suelen tener muy difícil la posibilidad de alcanzar la calma y la dignidad. Y para ello, este director especial pone como ejemplo el mundo actual, con los sucesos que ocurren en África, o en la lucha de clases, reflejada en esta película en el enfrentamiento entre oficiales y la marinería por cuanto la historia recoge el dato que “los militares de mayor graduación asesinaron en la balsa —construida con maderas de la fragata y abandonada por los otros botes de La medusa— a pasajeros y subordinados, y a los heridos se les tiró por la borda”, asegura el director.
Esta carencia de empatía social recalca Villaronga, “siempre ha existido. Ante la lucha por la supervivencia, acaba triunfando el egoísmo”. Agrega: “Los supervivientes de la balsa no salieron de aquella vicisitud convertidos en mejores personas, algo que también se auguraba al inicio de la pandemia”.
Lo interesante, desde el aspecto cinematográfico, es que “El vientre del mar” devuelve a un realizador a su cine más personal y que se conecta de manera precisa con ideas y atmósferas de “Aro Tolbukhin” y “El mar”.
DE DESPOJOS, DOLORES Y CINE AUTORAL
La carrera de Agustí Villaronga está marcada por su innata habilidad para describir la huella de los conflictos bélicos, en especial la Guerra Civil española, y de cómo los desastres afectan a la naturaleza humana, especialmente épocas donde predomina la bajeza y podredumbre moral que provocan enfrentamientos.
Si se analiza con cuidado, su obra está plagada por el efecto del pasado, las marcas dolorosas de la niñez y de lo terrible que es el hecho de cómo algunas personas quedan tiradas en el costado menos luminoso de la historia oficial.
Basta recordar “Tras el cristal”, impactante filme donde un personaje sufre en carne propia un abuso absoluto que lo convertirá en el monstruo que se apropia de la casa, de los seres y los cuerpos de los demás.
Su cine no es complaciente y menos amable, le gusta en cambio la cara más sucia de los sucesos históricos, el cariz trágico que rodea a sus creaturas. Y reconoce que su mayor influencia está en el cine del sueco Ingmar Bergman, aun cuando de adolescente fue capaz de mandarle una carta a otro maestro, Roberto Rossellini porque él soñaba con ir a su escuela, pero le dijeron que era demasiado niño para poder ingresar. Ahora, afirma, su cine no le gusta tanto como entonces y prefiere el de Pier Paolo Pasolini, a quien considera un artista integral.
A pesar de todo su genialidad, tardíamente el cine español hizo justicia a Agustí Villaronga a raíz de la muy memorable “Pan negro”, en 2010, alzándolo como uno de los creadores más personales de España, cuya carrera había comenzado en 1986 con la revulsiva “Tras el cristal” y que, a lo largo de los años, empezó a demostrar su personal estilo y sus obsesiones que abarcan filmes en apariencias distintos, como “El rey de La Habana” o “El niño de la luna”.
Pan negro (basada en la novela Pa negre y Retrat d’un assassí d’ocells, del escritor Emili Teixidor), se presenta en el Festival de Cine de San Sebastián (donde Nora Navas consigue la Concha de Plata a la mejor actriz) y gana 9 Premios Goya (entre ellos el de Mejor dirección) de un total de 14 nominaciones.
En 2011 fue galardonado con el Premio Nacional de Cinematografía1 y su película, Pan negro, seleccionada para competir por el Óscar a la mejor película de habla no inglesa. En 2012 recibe varios galardones por su trayectoria, como el premio honorífico del Festival Internacional de Cine y Artes Escénicas Gay-Lesbo y Trans de Bilbao (Zinegoak), el premio Jordi Dauder de la Muestra de Cine Latinoamericano de Cataluña, y un homenaje del Spanish Cinema Now en Nueva York.
Al examinar por ejemplo el filme “El mar”, nos damos cuenta de que el cine de Agustí Villaronga abarca siempre la relación de dos personas -en este caso dos amigos-, en sus imágenes siempre aparecen hombres desnudos (en “99,9” la secuencia de inicio está protagonizada por un hombre desnudo que huye de alguien y queda atrapado en un cementerio) y sus temas jamás son amables o sencillos.
El filme “Tras el cristal” fue una cachetada al statu quo español, retratando la insana relación entre un verdugo y su víctima; en “El mar” hay un grupo de tuberculosos y entre ellos sobresale una historia de amor homosexual no declarada que conlleva una carga malsana, donde se alterna la dulzura y la crueldad bajo los motores de la traición, el sexo y la miseria.
Su cine, nadie puede negarlo, es grande, importante, inevitable y nos entrega a un realizador insólito, que escarba en aquellos territorios que el cine español generalmente evita. Sus películas nos proponen, nos retan y desarman. Por eso hay que conocerlo y reconocerlo. Es un apellido digno de un estudio mayor y de todos los laureles que ostenta.
FILMOGRAFÍA COMPLETA
El vientre del mar (2021) es su último filme.
Nacido rey (2019) Incierta gloria (2017) |
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El rey de La Habana (2019) | |
El testamento de Rosa (programa) (2015) | |
Carta a Eva (serie de TV) (2012) | |
Pan negro (2010) | |
Después de la lluvia (2007) | |
El habitante incierto (2004) | |
Aro Tolbukhin. En la mente del asesino (2002) | |
El Mar (2000) | |
El celo (1999) | |
99.9 (1998) | |
El pasajero clandestino (1995) | |
El niño de la luna (1989) | |
Tras el cristal (1986) |
Autor
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Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación
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