Contra natura
“El que se mueve no sale en la foto”, era la sentencia predilecta del taimado y poderoso lobito cetemista Fidel Velázquez, al tirar línea a la hora de la selección del PRI para candidatos a importantes cargos de elección popular.
La advertencia era tomada al dedillo por la clase política nacional, que se disciplinaba ante la admonición del viejo tótem sindical, en espera de una señal del oráculo del Templo Mayor, hasta que llegó Carlos Salinas a la silla presidencial.
Charlie se olvidó de la tradición, desdeño las señales, uso el poder como ningún otro presidente en México, y de manera autocrática favoreció a sus amigos, sin restricciones, ni vergüenza, y mucho menos respeto a sus presuntos adversarios.
Por eso, su amigo y casi hermano, el coahuilteco Rogelio Montemayor presumía y gozaba de la protección del supremo presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari.
El economista sabinense era el candidato de CSG para gobernar Coahuila, pero su rival local, Enrique Martínez y Martínez estaba muy fuerte en el ánimo ciudadano y entre la militancia del PRI.
La inédita y contranatural solución para afianzar a Montemayor Seguy, fue adelantar los tiempos, y darle desde los Pinos el manejo del estado, dos años antes de la sucesión gubernamental, lo que generó un gran barullo comarcano.
El entonces gobernador Eliseo Mendoza Berrueto, era visto con desdén, y políticamente fue un cero a la izquierda, pues Rogelio desde la ciudad de México, designó a sus incondicionales como delegados federales en Coahuila, y manejó a su antojo a la clase política oficial.
Así operó la elección a su favor, y llegado el momento, el presidente Carlos Salinas de Gortari, citó en los Pinos al rebelde EMM, y mientras este hacia antesala, en Coahuila el PRI destapó a Rogelio como candidato a gobernador.
Enrique se tuvo que disciplinar, y mal que bien se sumó, al menos de dientes para afuera, a la campaña ganadora de Montemayor Seguy.
Sexenios después, el entonces mandatario estatal, Rubén Moreira Valdez, teorizó que la elección a gobernador no se gana el año del proceso electoral, sino que se opera uno antes, y perfiló exitosamente a su sucesor, bajo esta premisa.
Ahora, adelantar los tiempos electorales es cosa trivial, a grado tal que los políticos lo ven como un hecho natural, y en Coahuila, los dos principales aspirantes al gobierno estatal, trabajan sin recato en busca de su objetivo, a pesar que la elección es el 2023.
Ambos dispensan el permiso de sus superiores, más aún, son favorecidos con su apoyo, tienen a disposición a la militancia y directivos de sus respectivos partidos políticos, y se la viven de selfie en selfie.
Nadie se espanta de las prisas, nadie se escandaliza de los arrebatos, pues el fin justifica los medios, en un entorno político que se cierra y distiende, según las circunstancias, los rumores, y las señales, que a todo mundo le da por interpretar.
¿No les parece que ahora se hacen pandos los becerros por montarlos antes de tiempo?
Autor
- Columnista
Otros artículos del mismo autor
- OPINIÓN4 noviembre, 2022DE BUENA FUENTE
- OPINIÓN1 noviembre, 2022DE BUENA FUENTE
- OPINIÓN30 octubre, 2022DE BUENA FUENTE
- OPINIÓN28 octubre, 2022DE BUENA FUENTE