Ir contra la corriente…
Éramos muchos y bastante traviesos, cuando nos juntábamos en la visita a los abuelos. Pero dentro de todo, tratábamos de ser respetuosos de las reglas de casa. Una muy clara era no arrancar las flores y en general, no tocar sus “matas”. Yo era la que le llegaba a mi abuelita con el chisme de que, mis primos o incluso mi hermana, estaban haciendo destrozos en su jardín, aunque luego de esto, ya no querían jugar conmigo. “Ir contra la corriente, casi nunca es conveniente”, decía mi abuela mientras la mecedora sonaba y sus dedos de deslizaban por el hilo y el gancho.
Las mujeres vamos contra corriente, aunque mi abuela no lo notara, ella también lo hacía, como cuando habló con su médico para pedirle que “le diera algo para no tener bebés” en un contexto donde se tenían los hijos “que Dios mandara”, o cuando intentó comprar una casa antes de la reforma al código de comercio y sin el permiso de su marido. Conforme vamos avanzando en la sociedad, pareciera que tenemos los mismos derechos que los hombres, ya que, en la esfera legal, hemos conquistado igualdad de oportunidades.Sin embargo, dicho aparato legal, no se materializa en una vida digna para las mujeres, por lo que tenemos que seguir en la lucha, como el caso de las mujeres del Frente Nacional Contra la Violencia Vicaria, quienes combaten porque dicha violencia (ejercida por el hombre, utilizando como objetos a los hijos, para dañar a la mujer) sea reconocida en la Ley General de Acceso a las mujeres a una vida Libre de Violencia así como en otros instrumentos legales. Recientemente han dado a conocer los resultados de la encuesta denominada “Reconocimiento de la Violencia Vicaria en México”, realizada por la agencia Altermind, en la que se encontró que el 88% de las entrevistadas fueron amenazadas por sus agresores con ser dañadas a través de sus hijos, el 80% reportó que los menores fueron sustraídos de manera abrupta, el 77% ha recibido amenazas de que no volverán a ver a sus hijos, y en el 71% de los casos donde los menores fueron sustraídos, ya existía violencia hacia ellos por parte del progenitor sustractor. Lo más grave, es que estos mismos sujetos, luego demandan a las madres por alimentos, guarda y custodia o violencia intrafamiliar, en un intento por desgastarlas y ahora, utilizar los engorrosos trámites burocráticos, como medida no para proteger y salvaguardar el interés superior de los menores, sino para aleccionar a las mujeres y seguirlas violentando.
También seguimos luchando por el reconocimiento en espacios que ya se creían conquistados, como lo es el deporte. Recientemente la NCAA que realiza la mayoría de los programas universitarios deportivos en USA, permitió la participación de Lia Thomas, nadadora transgénero, en una competencia universitaria de élite, donde ganó el oro, dejando en segundo lugar a Emma Weyant, medallista olímpica de plata en Tokio. Muchas personas se han manifestado contra la NCAA por permitir que Thomas compita, ya que, señalan que no hay igualdad de condiciones para competir, quizá porque resulta evidente al mirar las imágenes de la justa deportiva, la diferencia y superioridad en estatura y musculatura de Thomas frente a las otras competidoras. Incluso el gobernador de Florida Ron DeSantis, firmó una proclamación que reconoce a Weyant como la ganadora de la competencia.
Espacios que deberían permanecer neutros como las redes sociales, también contribuyen a este borrado de las mujeres como lo han señalado algunas activistas, como la jurista Paula Fraga, a quién en diversas ocasiones le han suspendido su cuenta de Twitter por señalar que el feminismo debe ser abolicionista o que la ideología de género no debería usarse como pretexto para negar la realidad biológica de las personas. Vamos contra corriente, cuando en estos espacios en lugar de promover el debate y la sana discusión, se opta por disfrazar de “incluyente” a la misoginia de todos los días y se censura a quienes se atreven a señalarlo.
Tal vez mi abuela tuvo razón y el “ir contra la corriente, casi nunca es conveniente”, pero en estos días, es muy necesario y en mi opinión, hasta obligatorio. No debemos permitir que se perpetúe la violencia contra las mujeres usando los aparatos del Estado y las demás instituciones que deberían velar por esa igualdad y equidad entre hombres y mujeres. No podemos cerrar los ojos y pretender que los niños no están siendo utilizados contra sus madres, así como no podemos negar que los derechos de las personas trans sólo le importan al patriarcado cuando abona a sus intereses. También decía mi abuela que “camarón que se duerme, se lo lleva la corriente” y las mujeres, estamos despertando.
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