POR GABRIELA AVENDAÑO
En una frase de Angela Davis, activista política y destacada feminista, hice para mí un himno: “No estoy aceptando las cosas que no puedo cambiar, estoy cambiando las cosas que no puedo aceptar.”
Me maravillo de mujeres como ella o como mi tan querida Almudena Grandes, que hacen poderosas las palabras cuando va acompañadas de acción, y que me lleva a mis 30 años a reflexionar cuántas nos callamos para no arruinar nuestra carrera, nuestro trabajo, nuestros estudios cayendo en los más altos niveles de autoexplotación porque del otro lado tenemos la banda del patán que calla.
Esta fecha está para seguir inmortalizando a quienes a finales del siglo XIX y principios del XX fueron heroínas cuando decidieron no aceptar las reglas patriarcales y machistas las condenaban, a ellas que con sus primeras manifestaciones para reclamaron con tanta valentía igualdad entre hombres y mujeres.
A ELLAS, que pusieron en la palabra las revolucionarias acciones hasta lograr que mujeres como yo, como tú, tengamos derecho a votar, a estudiar, a reclamar justicia, igualdad y seguridad. “Las mujeres siempre han sido la columna vertebral del movimiento de la justicia social”.
Hoy palabras en nuestras calles que gritan, que reclaman, que acorralan y que nos convierte en una sociedad menos tolerante a los abusos de poder, a los maltratos, y a las agresiones psicológicas que lamentablemente sufren a diario miles de mujeres en nuestros países.
CONTRA EL PATRIARCADO Y LA MUERTE ESTAMOS AL FILO LAS QUE AÚN PODEMOS SALIR A LA CALLE Y COMO LEÍ UNA VEZ: AGRADEZCAN QUE PEDIMOS JUSTICIA Y NO VENGANZA.
¡NI UNA MENOS!
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