VIOLENCIA EN EL FÚTBOL: APUNTES PARA SU REFLEXIÓN

 

El fenómeno de la violencia en el fútbol es un problema social, especialmente en los países de Latinoamérica. La pobreza, la exclusión y la desigualdad han destruido el entramado social, generando condiciones inéditas para la proliferación de actos violentos.

De acuerdo a la crónica del diario El Financiero sobre la tragedia la noche del sábado 5 de marzo, el encuentro estaba 1-0 a favor del Atlas, campeón vigente de México, cuando al minuto 62 iniciaron al menos dos riñas en diferentes zonas de las gradas del Estadio Corregidora.

Tras percatarse de la magnitud de la trifulca, personal de seguridad del inmueble abrió las rampas de acceso de la tribuna hacia la cancha, para permitir que los aficionados descendieran y se alejaran de la violencia. Las imágenes de televisión mostraron a menores que buscaban refugiarse, entre lágrimas.

Los jugadores del Atlas abandonaron la cancha y se refugiaron en los vestuarios junto con algunos del Querétaro. Sin embargo, integrantes de los Gallos, como el portero uruguayo Washington Aguerre, permanecieron en la cancha y trataron de apaciguar a los rijosos. Sus esfuerzos fueron inútiles.

Después de unos minutos, varios aficionados que reñían en la tribuna invadieron la cancha, donde continuaron agrediéndose a puñetazos y patadas. Algunos utilizaron sillas y barras metálicas para golpearse.

 

En medio de los disturbios, las imágenes de televisión mostraron que un aficionado sacó un cuchillo para cortar las redes de una de las porterías, mientras otros destrozaban uno de los banquillos y algunos más peleaban en los túneles.

Por su parte, Mauricio Kuri, gobernador de Querétaro, condenó con energía la violencia del día de hoy en el Estadio Corregidora”. De acuerdo con una publicación en su perfil de Twitter, “La empresa propietaria de Gallos e instituciones deberán responder por los hechos”.

(elfinanciero.com.mx)

Ya que estos actos de violencia son un fenómeno social que nos atañe a todos, consideré pertinente compartirles algo de las conclusiones del Congreso Internacional de Lucha Contra la Violencia en el Fútbol, específicamente del panel de experiencias internacionales coordinado por el Dr. Omar D Eidelstein, de la Universidad de Palermo.

De inicio señala: “Nuestra elección del tema sobre la violencia en el fútbol – experiencias internacionales, surgió debido a los frecuentes casos que aparecen en los encuentros de fútbol en la Argentina y en el Mundo.

Es una enfermedad que azota este deporte muy seguido últimamente, a pesar de todos los intentos que se han llevado a cabo para terminar definitivamente con la violencia.

Hoy en día ir a ver un partido no es tan fácil como décadas atrás, ahora hay que entrar al estadio mirando para todos lados y agarrando fuerte la billetera, por eso queremos que el fútbol vuelva a ser un espectáculo digno de disfrutar”.

Su análisis parte de las siguientes hipótesis:

La violencia en el fútbol se produce por las siguientes causas:

1- No hay una ley que avale la detención y retención de un hincha por disturbios dentro de un estadio por un largo periodo.

2- La corrupción que existe dentro del fútbol sigue siendo alimentada por todos los que forman parte de este negocio.

3- La mala preparación y actuación de los policías en los diferentes eventos.

4- La situación social del país también influye en el comportamiento de los hinchas.

5- La falta de seguridad en la mayoría de los estadios del fútbol argentino.

Al hablar del caso de México, anota que La Cámara de Diputados aprobó en el año 2005, por unanimidad, reformas penales para castigar con prisión de hasta dos años a quien realice o promueva actos de violencia dentro de estadios e instalaciones deportivas en general. Los legisladores aprobaron agregar un apartado al Código Penal Federal para castigar lo que llamaron «delitos deportivos» y otorgar seguridad a las personas que asisten a estadios e instalaciones deportivas, donde en los últimos años se han suscitado actos de violencia sobre todo durante encuentros de fútbol.

La reforma, establece prisión de tres meses a dos años de prisión y multa de entre 1.356 pesos (unos 121 dólares) y 6.780 pesos (unos 605 dólares) a quien realice actos de violencia e impida el inicio, secuencia o premiación de un evento deportivo. Las mismas penas se aplicarán para los deportistas «que durante el evento en el que participen, inciten al público, directivos, entrenadores y demás jugadores, a realizar actos de violencia». Los diputados también aprobaron prisión de tres meses a dos años y multa de entre 9.040 pesos (unos 807 dólares) y 31.640 pesos (unos 2.825 dólares) a quien organice eventos deportivos profesionales y no otorgue la seguridad necesaria a los asistentes, «y que, como consecuencia, se produzcan los actos de violencia». La reforma señala que estas sanciones serán impuestas independientemente de otros delitos en los que pudieran incurrir.

Uno de los más reconocidos actos de violencia ocurrió en mayo del 2004 en el Estadio Azteca, en la capital del país, cuando jugadores del América mexicano y del brasileño Sao Caetano se liaron a golpes al término de un partido que dejó fuera de la Copa Libertadores al club americanista. Incluso una veintena de hinchas del América brincaron de la tribuna a la cancha para intervenir en el intercambio de golpes.

Otro incidente ocurrió en octubre del 2004 cuando un cuarteto de árbitros fueron golpeados tras un partido de fútbol entre el club Puebla y los Pumas de la UNAM. Los árbitros acusaron al presidente del Puebla, Francisco Bernat, de haber encabezado un grupo que los golpeó.

El estudio enumera esta lista de conclusiones:

«El fútbol no escapa al contexto social que lo rodea», que si bien es cierto, no logra el enfoque hermenéutico ni los supuestos teóricos que permitan clarificar la violencia en el fútbol, más cuando los agentes difusores del fútbol, son empobrecedores de la cultura.

Entre los elementos claves que provocan la violencia en el fútbol se pueden destacar los siguientes:

  1. Ante la carencia de identidad social y del vacío racional, los hinchas hacen uso de actitudes incontroladas y de pasiones ciegas que arremeten contra el otro equipo, sin respetar la convivencia en medio de las diferencias sociales, económicas, políticas.
  2. Las barras bravas poseen un lenguaje de cargadas, de vulgaridades horribles, un lenguaje degradado y degradante.
  3. Las barras se han constituido en un elemento de identidad, de poder que cohesionan y socializan, donde el arma no se oculta, sino se luce para ser temido y admirado. En cambio, la delincuencia profesional es clandestina y anónima y mimetiza en el conjunto social.
  4. Las barras son núcleos barriales que animan e insultan tanto al equipo contrario como al de su propio equipo, en momentos de crisis de la institución. Para ironía de la barra, los integrantes de los equipos se saludan y se intercambian camisetas, mientras ellos mutuamente se agreden.
  5. Un componente del explosivo Molotov es la policía que lejos de causar temor en los aficionados, son despreciados porque no van a calmar los ánimos sino a provocarlos.
  6. El silencio cómplice de los medios de comunicación lo compromete con la violencia por disimular o simular antes que decir y denunciar a los agentes generadores y agenciadores de la violencia.
  7. El estadio tiene un embrujo nefasto donde las personas más decentes sufren una metamorfosis letal y violenta cayendo en el plano de la obtusa vulgaridad, incluso se le deforma su rostro, se le enceguece la mente y los canales de la reflexión.

En Reflexiones finales sobre el tema, Gustavo Bobbio plantea:

  1. a) Cuestión de Estado:

En los países europeos que decidieron atacar el problema (Inglaterra, Italia, España) su diagnóstico y tratamiento se convirtió, por decisión política de las máximas autoridades, en una «cuestión de Estado», encomendándose su estudio a personalidades destacadas que producen informes que dan lugar a cambios en la organización de los espectáculos, a diferencia de lo ocurrido en nuestro país, donde se produce un fenómeno perverso y circular: se reacciona espasmódicamente ante cada muerte, durante una semana, con amplia repercusión mediática de las culpas que se echan mutuamente todos los responsables, y luego se olvida el problema, hasta que ocurre una próxima tragedia, y el circuito se repite.

  1. b) Composición de los grupos violentos:

Existe un diagnóstico erróneo en nuestro país no tanto sobre los motivos de la violencia sino sobre la composición de los grupos violentos. Así, de un modo simplista se piensa equivocadamente que la violencia la generan seres irracionales, salvajes y amorales, ajenos al sano ambiente del fútbol, cuya erradicación permitirá mecánicamente solucionar el problema. Lo cierto es que parecen ser simples ejecutores de planes delictivos (o la mano de obra contratada a bajo costo económico) ideados muy por encima de ellos (dirigentes de clubes, políticos, policías de alto rango y altos funcionarios encargados de la seguridad serían los beneficiarios) con un fin exclusivamente lucrativo en un negocio de por si lucrativo.

Amílcar Romero, en su libro «Apuntes sobre la violencia en el fútbol», menciona con razón que la diferencia entre un hooligan inglés y un barra brava argentino es que el primero es un marginal «full time», mientras que el segundo es «part-time» (sábado y domingo) ya que de lunes a viernes forma parte del sistema (trabajos en clubes o en organismos oficiales, como se ha demostrado en varios casos).

  1. c) Problema social:

El fenómeno de la violencia en el fútbol es un problema social, y especialmente en los países de Latinoamérica, la pobreza, la exclusión y la desigualdad han destruido el entramado social, generando condiciones inéditas para la proliferación de corrupción y delitos. Si se suma que ese proceso de pobreza económico-social se relaciona directamente con la conformación de las hinchadas argentinas, el cóctel es explosivo: mano de obra joven para mantener el estado de corrupción institucional, y con yapas para que diriman entre ellos conflictos derivados de la portación de «trofeos» y el «aguante».

  1. d) Hinchadas propias:

Cada país tiene sus propias hinchadas (a diferencia de los hooligans, en Suecia, Noruega y Dinamarca se destacan los «roligans», nada violentos y afectos al despliegue de colores en banderas, caras pintadas, y cantos permanentes) y sus propias realidades sociales que influyen en la formación de esos grupos. Para mostrar un ejemplo distinto de abordar el problema, más cercano a nuestra idiosincracia, se puede ver lo que ocurre con las torcidas en Brasil.

La «RNN» del Flamengo y la «Mancha Verde» del Palmeiras. Son agrupamientos o clubes de hinchas, con un alto nivel de organización, generados precisamente a comienzos de la década de 1970 por un proceso de desarticulación social en los grandes centros urbanos. Se estructuran como asociaciones jurídicas, con estatutos y cargos directivos renovables, elegidos por los socios, que pagan cuotas, que poseen una comisión de admisión (para autorizar, por ejemplo, el uso de la casaca del club en las canchas) y que financian sus actividades con bares, restaurantes, cobros de estacionamientos y hasta participación en escolas do samba. Igual que acá, pero legalizado y controlado. (palermo.edu)

Finalmente, vale la pena recordar lo dicho por Michel Platini, exfutbolista y dirigente deportivo francés, respecto a que todos debemos comprometernos a trabajar incansablemente para crear las condiciones necesarias para que el fútbol esté a la vanguardia, a través de las cuales la alegría y la amistad prevalezca y garanticen que los jugadores y árbitros de los partidos, así como los aficionados, puedan disfrutar en un lugar seguro, cómodo y protegido cada vez que vaya a un estadio”.

Claro que para ello es necesario iniciar por reconocer que es indispensable una cruzada para lograr la eliminación de la pobreza, la exclusión y la desigualdad que han destruido el entramado social.

José Vega Bautista

@Pepevegasicilia

josevega@nuestrarevista.com.mx

 

Autor

José Vega Bautista
José Vega Bautista