CLAVE DE FA

AMLO contra los periodistas: ¿Quién puede más?

A lo largo de los años he visto muchos pleitos de políticos contra medios de comunicación, y en muy pocas veces, gana el político. Tomen como ejemplo a Donald Trump, quien mantuvo una guerra frontal con los medios y popularizó el término “fake news” para cualquier nota que no le favorecía, hasta pelearse con su medio más afín, Fox News, que finalmente anuncia el triunfo de Biden en Arizona. Eso selló en definitiva su derrota.

En México pasa algo similar. Cuando López Obrador era candidato, aplaudía la conducta cuestionante de medios y periodistas hacia sus adversarios en turno, Calderón y Peña, mientras estaban en la presidencia, y él en campaña. Pero al llegar al gobierno, cambió la cosa. Las indagaciones, cuestionamientos y preguntas incómodas ya no le parecían tan pertinentes y comenzó la letanía de calificativos: hampa del periodismo, prensa fifí, chayoteros, maiceados y demás sobrenombres.

Para el ahora presidente, cualquier medio o periodista que critique y cuestione, es decir, que haga su trabajo, pasa a ser parte de sus adversarios. Sólo son admisibles las preguntas suaves que le hacen los pseudoperiodistas a modo que asisten a las mañaneras, un ejercicio del cual depende la estabilidad en la aprobación de AMLO.

El punto más álgido de su lucha con la prensa comenzó hace un par de semanas con el asesinato de Lourdes Maldonado, una periodista de Tijuana, quien había denunciado amenazas en su contra y le había pedido ayuda directamente al presidente. Y para rematar, la publicación del reportaje de la llamada Mansión del Bienestar en la que vive su hijo José Ramón, poniendo en entredicho el discurso de la austeridad, y también la del combate a la corrupción, líneas centrales de la narrativa lopezobradorista.

Para AMLO no se trata de la libertad de expresión, ni de proteger la vida de los periodistas y el libre ejercicio de la prensa. Se trata de él y su aprobación. Se trata del complot de los adversarios para hacerlo ver mal. Se trata de linchar y meter a la bolsa de los villanos a quienes antes cuestionaban al poder, y ahora lo siguen haciendo, porque esa es su función. Una clara señal de autoritarismo.

La relación de un gobernante con los medios es una carrera de resistencia a lo largo de la gestión, en la que el mandatario siempre está en el escrutinio público y los medios tienen siempre la facultad de ventilar su actuar. Pero además, en el caso de AMLO, los medios son fundamentales en su ejercicio diario de comunicación. El día que los medios principales dejen de cubrir la mañanera, se convierte en el enigma del árbol que hace ruido al caer, pero nadie está ahí para escucharlo. El político vive del reflector y más si es gratis. Por eso, en este negocio, es mejor no tomarse las cosas personales y administrar el aire.

 

Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael

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El Heraldo de Saltillo
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