Resulta que después de varias sesiones legislativas maratónicas, se aprobó en lo general y lo particular el presupuesto de egresos de la federación para el 2022. ¿Qué significa eso? Que nuestros representantes le acaban de aprobar al presidente la manera en la que pretende gastar el dinero de todos durante el próximo año.
El proceso estuvo plagado por el típico circo político, insultos, mañanitas, pastel y barullo para concluir en que, en la madrugada del domingo, con 273 votos a favor, 214 en contra y cero abstenciones, se aprobó el presupuesto. Se presentaron casi 2,000 reservas en su mayoría por la oposición, y todas fueron desechadas. O sea, no le movieron una coma a la voluntad presidencial.
Oye Israel, ¿y quiénes salieron ganones y a quienes les toca bailar con la más fea? Bueno, pues podemos decir que el presupuesto es consistente con las prioridades de la 4T porque de los más de 7 billones de pesos se privilegian los programas sociales, las paraestatales sin fondo como PEMEX, la militarización de la seguridad del país y las obras emblemáticas, como Santa Lucía, el Tren Maya y Dos Bocas. Y porque después de casi 300,000 muertos por Covid, nos dimos cuenta que la pandemia no se frena con detentes, el rubro de salud se incrementa en 15%.
Salen rasuradas la SEDATU, Relaciones Exteriores, Gobernación, Economía y la Secretaría de la Función Pública. Pero más allá de la asignación por dependencias, el dictamen aprobado claramente relega a los derechos humanos, la prevención de la violencia contra las mujeres, la ciencia y tecnología, y la protección del medio ambiente.
Y, además, les mete gol a dos instituciones fundamentales: al Poder Judicial al que le recortan casi 3 mil millones de pesos, y el INE al que le tumbaron 5,000 millones de pesos. Esto como parte de una estrategia política, porque se le pide que organice una consulta a petición de AMLO, no le dan dinero, y si resulta un bodrio, el culpable será el árbitro, excusa perfecta para que el presidente pueda decir que no funciona y que hay reformarlo, obvio, a su gusto.
Finalmente, llama la atención que el presupuesto contraviene el principio de la austeridad republicana, pues se incrementa en 8.5% ya considerando la inflación. Es decir, que el gobierno va a gastar más dinero que el año pasado sin un plan realista para cubrir ese aumento, lo cual podría terminar en acumulación de deuda pública.
Pues no, no es un presupuesto perfecto, pero es el que hay. Mucho, poco, pero que le llegue a todos, porque bien decía César Garizurieta que “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”.
Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael
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