Aplauso para las autoridades colombianas por la detención de Dairo Antonio Úsaga, alias “Otoniel”, uno de los capos más buscados en Colombia y Estados Unidos. Este angelito, que fue buscado por más de 10 años, es acusado de narcotráfico, secuestro, extorsión, pederastia, homicidio, y la desaparición forzada de decenas de personas, entre ellos, militares, policías y activistas civiles.
Por eso es una gran noticia la detención, que fue llevada a cabo en un operativo que implicó a más de 650 elementos de inteligencia, militares, policías, además del apoyo de Estados Unidos, que seguramente solicitará su extradición por los delitos contra la salud. Para un narco, el peor castigo es tener que cumplir una condena allá, porque en las cárceles estadounidenses no hay forma de mantener su poder, influencia o privilegios.
Sin embargo, cuando cae un capo del calibre de Dairo Antonio Úsaga, también hay cosas no tan bonitas. Primeramente, que existe el riesgo de que en el reacomodo interno de la organización delictiva haya un baño de sangre por el control de este negocio multimillonario. Aunque, también cabe la posibilidad de que el mismo Otoniel designe a su sucesor, así como sucedió a su hermano Juan de Dios, alias Giovanni, cuando fuera ultimado en el 2012. Suena fuerte que Jesús Ávila Villadiego, alias Chiquito Malo, podría ser la nueva cabeza del Cartel de los Úsaga.
Lo segundo es que el narcotráfico es como una hidra, es decir un monstruo de varias cabezas, que subsiste a pesar de que se le corte alguna de ellas. Y subsiste por una sencilla razón: porque sigue habiendo demanda. Tristemente, con la detención de Otoniel no acabará el tráfico de drogas. Así como no acabó cuando cayó Pablo Escobar, los hermanos Rodríguez Orejuela, o Don Diego. Ergo, este negocio no se destruye al cortar una cabeza, solamente se recicla el poder.
La tercera mala noticia es que la petición de extradición de Estados Unidos por narcotráfico, tiene prioridad sobre los homicidios y violaciones. Por lo que muchos de los familiares de las víctimas de Otoniel no verán justicia inmediata.
Y finalmente el riesgo que implica a los civiles y pobladores de la región donde tenía presencia Otoniel, pues muchos de ellos van a ser señalados como informantes de la policía y de alentar el operativo de captura. Sin deberla ni temerla, podrían enfrentar represalias. No obstante, aun con estos lastres, el gobierno colombiano se anota un golazo en la lucha contra el tráfico de drogas. ¡Bravo!
Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael
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