No por ser lugar común deja de ser cierto decir, que tras el COVID-19 tendremos que adaptarnos a vivir en una nueva realidad, donde lo anterior no contará sino como recuerdo.
Y entre las cuestiones a las que más ha pegado la pandemia, están la salud mental y el negocio de las bodas.
Lo primero, porque pasar el día encerrados en casas no siempre lindas ni confortables con la incertidumbre de cuándo terminará esta calamidad y sin ver familiares ni amigos ha incrementado la depresión.
Sobre todo, en millones de mujeres que están 24 horas con el agresor, sometidas a abusos sexuales y malos tratos que, en México han llegado a tan altos niveles, que el subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas, reconoció que el país está perdiendo el combate de la violencia contra la mujer.
Hay que agregar, que con la presión de la atención al Covid médicos y gobiernos descuidaron la atención al malestar mental, al que no se está dando importancia suficiente.
Ya los griegos advertían “cuerpo sano en mente sana” y los modernos estudios ratifican que la depresión es detonante de múltiples enfermedades mentales, cardíacas, respiratorias, dentales y gastrointestinales.
Y como ha afectado a por lo menos una generación, estará incidiendo en el futuro del mundo.
Lo ha dejado claro la Organización Mundial de la Salud (OMS) al informar que en 2020, únicamente el 52 por ciento de los 171 países miembros lograron sus objetivos de promoción y prevención de la salud mental.
Entre los que no está México, porque el 30 por ciento de la población tiene síntomas graves de depresión.
Pasando al negocio de las bodas, un reportaje de Andrea Verdejo en El País del 18 de junio, precisa que la moda nupcial española ha pasado por momentos casi de quiebra y ha debido reinventarse.
España encabeza el mercado internacional del sector, confecciona casi la mitad de los vestidos que salen de Europa y es el cuarto productor mundial de trajes de novia y madrinas, solo superado por China, Vietnam y Estados Unidos.
Y en 2018, esta industria generó en España 860 millones de euros y añadiendo los accesorios, atuendos de madrinas y calzado, suma mil 350 millones de euros.
Buena parte del éxito se debe a Pronovias, fundada en Barcelona, y única empresa del ramo con oficinas en todo el mundo, 4 mil puntos de venta en otras tantas ciudades, que tuvieron que cerrar limitándose a atender telefónicamente y en la web.
El covid-19 ocasionó que en 2020 se pospusieran alrededor de 125 mil matrimonios en España, casi 80 por ciento menos que en 2019, y la industria nupcial entró en una crisis de la que no se ha recuperado y que abarca a organizadores de bodas, fotógrafos, restaurantes, floristas, salones de belleza y revistas de moda.
Pronovias estima que el presupuesto para el vestuario nupcial, mil 750 euros en promedio, no se ha reducido y que la mayoría de las parejas no han anulado, sino pospuesto su boda; mientras eso ocurre, se ha lanzado a la venta por internet.
Pero no todas las novias están dispuestas a renunciar a probarse y comprar su vestido físicamente dijo Carolina Otaduy, propietaria y diseñadora de la firma Otaduy a la periodista Verdejo, “No somos Amazon”.
Añadió, que cerraron las tiendas sin saber cuándo podrían reabrirlas y sin poder dar respuestas a clientes y trabajadores que dependían de la empresa.
Y la situación les ha hecho entender que se está produciendo un cambio y las novias piden ahora vestidos más sencillos y que se los manden a casa.
Jorge Redondo, fundador de la casa de novias Redondo Brand que inició en marzo de 2019, cuando nada hacía pensar que se venía una epidemia mundial, ofrece a las clientas ver los bocetos y enviar sus medidas por videoconferencia.
Y como hasta enseña a las novias cómo poder hacerlo, ha logrado que las 4 visitas tradicionales a la tienda queden en una, en la que la clienta se prueba vestido y termina de elegir los tejidos.
“Hemos aprendido con la pandemia, que no es necesario viajar desde Valencia hasta Madrid cuatro veces, cuando puedes tener un trato cercano y profesional a través de videollamadas”, asegura.
Y por lo que toca al mercado mexicano de ropa de la Lagunilla, el mayor de América Latina, los almacenes de vestidos de novia y madrinas, bajaron sus ventas a menos de la mitad durante 2020 y lo que va de 2021.
Pero los encargados confían en que gracias a los protocolos Covid y la vacunación, el sector pueda reactivarse poco a poco.
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