COMO DECÍA MI ABUELA

Como te ven… 

Mi abuela, aunque yo la quiera mucho, tenía algunos prejuicios y lo demostraba con este refrán. Cada vez que me veía “malvestida” o “desarreglada”, mencionaba –acuérdate que cómo te ven te tratan-. Y no solo a mí, la escuché muchas veces decírselo a otros miembros de la familia. Me habría gustado decirle que los derechos no están sometidos al capricho y voluntad de nadie, que no importa cómo te veas, éstos deben prevalecer por encima de las apariencias, pero incluso hoy, no puedo hacerlo.

El pasado lunes 11 de octubre se conmemoró el Día Internacional de la Niña, con lo que la ONU busca visibilizar los problemas a los que se enfrentan las niñas, romper los ciclos de violencia y desigualdad en que se encuentran y que se reconozcan sus derechos humanos, sin embargo, en un poblado del estado de Guerrero en México, parecen desconocer este día, o tal vez, querían exhibir de una manera bastante cruel las problemáticas a las que se enfrentan las menores en su comunidad.

Angélica y sus hermanitas, todas menores de edad, pasaron 10 días en la cárcel y todavía no entiendo el motivo del encarcelamiento. Angélica fue vendida a sus 11 años por la cantidad de 120 mil pesos para que se casara, según los usos y costumbres de la comunidad de Dos Ríos en la región de la Montaña Alta en Guerrero. Cuando el esposo de Angélica, quien también es menor de edad, se fue a trabajar a Estados Unidos, la niña se quedó a vivir con su suegro, que fue quien pagó los 120 mil pesos por ella. Este sujeto veía en la niña una mercancía susceptible de ser utilizada, por lo que en cuatro ocasiones intentó violarla. En cuanto Angélica escapó, el suegro denunció ante la policía comunitaria que la niña había escapado y reclamó la cantidad de 210 mil pesos para que la familia saldara la deuda. Razón por la cual, Angélica, sus hermanitas y su abuela fueron a parar a la cárcel. Y, aunque es de sobra evidente que existen diversos delitos en estos actos, lo es más que ninguno podría ser imputable a las menores.

Empecemos por la venta de la niña, que es un acto de trata de personas disfrazado de “usos y costumbres”, situación que violenta los derechos humanos no sólo de Angélica, sino de muchas niñas y mujeres indígenas en nuestro país. Es aberrante y vergonzoso defender estas prácticas.

Segundo, suponiendo sin conceder que fuera legal el acto contractual de la compra-venta de una menor con fines de matrimonio, ¿Dónde está el incumplimiento que faculta al suegro a solicitar la cantidad de 210 mil pesos si, efectivamente, la menor está casada con su hijo? ¿Será acaso que el trasfondo de este tipo de “contratos” es, efectivamente, la trata y el comercio sexual de las menores?

Tercero, suponiendo que fuera legal esta compra y también legítimo el derecho de exigir la sanción económica por incumplimiento, ¿En qué parte del código penal se establece como delito una deuda de carácter civil? Lo que resulta relevante, ya que se trata de un acto de encarcelamiento, sanción destinada a los delitos penales.

Honestamente, para mí, este es un claro ejemplo de que lo que me decía mi abuela es verdad. Como te ven, te tratan.

En México, estamos acostumbrados a ver a las mujeres hacia abajo, a denigrar y pensar que son inferiores las personas indígenas, además de estar inmersos en una cultura adultocentrista, en la que la opinión y derechos de las niñas y niños no es importante. Por lo que resulta muy fácil entender cómo vieron a Angélica las autoridades que más allá de omitir la protección que debieron proporcionarle, la encarcelaron, vulnerando a todas luces sus derechos y los de su familia ya que, para colmo, aun golpearon a su madre cuando llevaba comida para sus hijas y le provocaron un aborto. La vieron indefensa y los depredadores la trataron como presa.

Sigo sin encontrar justificación más allá del prejuicio y la corrupción para los actos aquí descritos.

Y para quienes preguntan, ¿Qué hacen las feministas y los colectivos de derechos humanos todo el año cuando no están marchando? Les cuento, que fue gracias a éstos grupos que el caso de Angélica se dio a conocer y por ello, fue liberada junto a sus familiares.

Hay mucho trabajo por delante, pero no se les olvide la lección de mi abuela: como te ven te tratan, sirva esta máxima, al menos en esta ocasión, para ver y tratar a los supuestos defensores de los usos y costumbres como lo que realmente son, tratantes de personas.

Autor

El Heraldo de Saltillo
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