Con una pandemia en curso y en medio de los intentos por regresar gradualmente a la normalidad, se ha hablado mucho en México y el mundo los desafíos que estas circunstancias inéditas plantean para el proceso educativo, que además de diversos son en muchos casos monumentales.
Se han puesto sobre la mesa temas como la necesidad y urgencia de adaptación; la dificultad de acceso a plataformas digitales en muchas comunidades; la salud emocional; y ahora también los temas de infraestructura.
Por ejemplo, el sindicato de maestros llevó a la Secretaría de Educación federal un diagnóstico en el que concluyen que más de 48 mil planteles en el país requieren de obras de remodelación para estar en condiciones de recibir a los alumnos.
Un informe del Coneval revela que desde el inicio del ciclo escolar 2019-2020, el que se vio interrumpido cuando surgió la pandemia, el 27.2% de las escuelas en el país no tenían acceso a agua potable, y el 32.4% no contaban con servicios básicos de lavado de manos.
Los hallazgos del SNTE y del Coneval nos permiten darnos una idea general de la realidad que afrontan los planteles educativos, y seguramente habrá estudios más específicos y a fondo que nos revelen otras graves carencias, pero tomemos estas tan elementales como referencia.
En tanto el presidente de la República no ha quitado el dedo del renglón en que se debe regresar a la educación presencial, y en cada oportunidad recuerda que en donde ha habido retorno a las aulas no se han dado brotes de contagio.
Hay mucho de razón en este planteamiento de López Obrador, que sin embargo no acompaña su intención del retorno a las aulas con una estrategia clara para dotar a los planteles de lo que requieren para operar en condiciones mínimas.
En un análisis del proyecto de presupuesto de egresos para 2022, realizado por los investigadores Marco Antonio Fernández y Laura Noemí Herrera, y publicado en Nexos, se señala que se está planteando en el ramo educativo un 2% más de recursos que en 2021, con lo que sería la propuesta más baja presentada en los últimos cinco años.
El escenario para atender la crisis educativa en México no es nada favorable, señala el análisis.
Los investigadores apuntan que la propuesta de presupuesto para 2022 no permite identificar si el incremento de recursos en programas como «La escuela es nuestra» va dirigido a mejoras de infraestructura para hacer frente a los desafíos de la pandemia, pero en todo caso con esos recursos se atiende apenas a cerca del 12% de las escuelas del país.
En Nexos, los investigadores reconocen que ante un complejo entorno macroeconómico no puede haber un incremento sustantivo de recursos para la educación, pero entonces tendría que haber reasignaciones a los programas más eficaces para reducir las brechas de oportunidades de acceso, de aprendizaje, afectaciones emocionales y demás costos sociales que han acompañado el cierre de las aulas.
Plantean centrarse en dos áreas, por un lado el acompañamiento docente para el desarrollo de estrategias de educación a distancia, la capacitación docente para contribuir a la contención emocional y para ser más efectivos en la implementación de estrategias de reforzamiento académico; por el otro, programas de regularización de aprendizajes —en esquemas de tutorías académicas o extensión de jornadas escolares— que permitan atajar los efectos negativos que el cierre de los planteles y la educación limitada a la distancia han tenido sobre millones de estudiantes en nuestro país.
Hay evidencia, señalan los investigadores, de lo que funciona en materia educativa, y como se ha dicho está vista la magnitud de los desafíos, ¿por qué esto no se refleja en el presupuesto?, ¿podrán realmente los diputados, que es a quien corresponde autorizarlo, reorientarlo a estas prioridades?
Autor
Otros artículos del mismo autor
- ACONTECER3 diciembre, 2023ACONTECER
- COAHUILA5 septiembre, 2023Alertan autoridades de Coahuila peligro al viajar por la 57 hacia Matehuala
- OPINIÓN18 julio, 2022SALTILLO S.A.
- RAMOS ARIZPE21 febrero, 2022Apoyan con ropa y calzado a familias de Analco II