Cómo puede afectar la falta de público en Tokyo 2020 al desempeño de los deportistas

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Tal vez una de las imágenes que nos queden para la historia de los Juegos Olímpicos de Tokio serán sus tribunas vacías debido a la pandemia de coronavirus.

A pesar de los enormes esfuerzos de distintos organismos relacionados con el deporte, el pasado 9 de julio el gobierno japonés decretó la emergencia general en el país por el covid-19, lo que básicamente concretó un aspecto que muchos habían anticipado: la ausencia de público en los escenarios donde se disputarán los Juegos.

Ya anteriormente el comité organizador había señalado que no iba a permitirse la presencia de público extranjero en las gradas, y más tarde la restricción se amplió a los espectadores locales.

Serán los primeros Juegos Olímpicos en más de 120 años que no cuentan con una concurrencia en las tribunas de los estadios.

Y aunque no será la primera contienda deportiva sin público -varias disciplinas han adelantado sus torneos en escenarios cerrados durante la pandemia-, sí se trata de algo inédito en un evento global de esta envergadura.

Entonces, ¿cómo puede afectar esto al desempeño de los deportistas?

«Todo depende», le anticipa a BBC News Mundo la doctora Laurie Heller, docente de psicología de la Universidad Carnegie Mellon.

«Puede ser un aspecto positivo para disciplinas individuales, donde el público puede influir en la concentración de los deportistas, pero negativo para los deportes de conjunto que tienen una fuerte conexión con las tribunas».

Para Heller, el sonido siempre ha formado parte de la experiencia del deporte de alto rendimiento, tanto para los competidores como para las audiencias.

«Ahora hay un elemento menos: el público, el ruido. Y eso también influye de muchas maneras en otros aspectos: en los deportistas locales, en los extranjeros, incluso en el desempeño de los jueces. Se cuela por todas partes», dice la psicóloga.

«Hay una sincronización entre el sonido y el desempeño»

Cuando estalló la pandemia, en marzo de 2020, la mayoría de los eventos deportivos masivos fueron cancelados.

Sin embargo, unos meses después, las principales ligas profesionales reanudaron gradualmente las competiciones, en parte por la presión de cumplir los contratos de televisión, pero con la evidencia de que los encuentros tenían que ser sin público.

Algunos deportistas se negaron a tomar parte, como la estrella del baloncesto estadounidense Lebron James. «Sin fans, no juego», dijo.

Sin embargo, el virus estaba arrasando alrededor del mundo y llenar un coliseo con miles de espectadores era simplemente un riesgo inconcebible.

Así comenzamos a acostumbrarbos a ver estadios totalmente vacíos en las pantallas de TV.

«Es fácil pasar por alto la importancia de la experiencia auditiva en un evento como los deportivos», explica Heller.

«No piensas en el ruido de la multitud hasta que este no está», agrega.

Según la académica, para algunos atletas -en especial los que están acostumbrados a grandes multitudes- el ruido tiene una gran influencia en el rendimiento de los músculos.

«Hay atletas que tienen la capacidad de sincronizar el ruido que viene del público y su desempeño. O sea, el ruido es una especie de combustible para alcanzar su mejor desempeño», señala.

Tal vez por esa razón en muchos deportes intentaron reproducir de manera artificial el sonido del público. De hecho, en la NBA se instalaron pantallas en los escenarios con los fanáticos apoyando desde sus casas.

Sin embargo, y esto es algo en lo que coinciden los expertos, por el otro lado están los deportes menos populares donde el ruido del público no es clave.

«Cómo afectará depende mucho de cada persona. Y lo cierto es que (cada atleta) ya debe saber cómo influirá este factor, porque lo debieron tener en cuenta en su preparación», le dijo a BBC Mundo Daniel Weigand, profesor de psicología de desempeño deportivo de la Universidad de Western States.

Para Weigand, en muchos casos el tema del público es más importante para los fans o los televidentes aficionados al deporte que para los mismos atletas.

«Hay que tener en cuenta que muchos de los deportistas que compiten en los Juegos lo hacen casi sin público durante gran parte de su ciclo olímpico, así que no será un cambio muy grande para algunos», señala Weigand.

(Xinhua/Lu Yang) (ah) (da) (vf)

Japón y su localía

En los últimos años, los países que actúan de anfitriones saben que tienen una excelente oportunidad para conseguir presentaciones históricas.

Un ejemplo de ello es Corea del Sur: antes de que Seúl organizara las Olimpiadas del 88, el país asiático había ganado apenas siete medallas de oro (la mayoría de ellas en los Juegos Olímpicos precedentes, Los Ángeles 1984).

En sus justas en casa consiguió 12 preseas doradas. Casi el doble.

Una historia que se repite con Reino Unido (en Londres 2012 consiguió 26 medallas de oro, su segunda mejor participación histórica. Y la primera fue también de local, con 56 medallas en Londres 1908), Australia, Grecia y ni hablar de potencias como China y EE.UU.

Tal vez Japón esperaba algo similar: superar la marca de 16 medallas de oro que consiguió precisamente en Tokio 1964.

Weigand señala que durante varios años trabajó con un equipo de baloncesto local en Reino Unido y había una estrategia mayormente basada en cuándo se disputaban los partidos de local.

«El apoyo de tu público puede quitarte la presión y ponerla en el rival. Así de simple. Y eso, junto a una preparación adecuada, te puede dar una medalla olímpica que tal vez en otro país no hubieras alcanzado», señala Weigand.

Aunque tal vez no todo esté perdido para Japón.

En un reciente informe publicado en la revista especializada PLoS ONE, investigadores analizaron cerca de mil partidos de las seis principales ligas de fútbol en Europa que se disputaron durante el último año sin público y los compararon con temporadas anteriores.

Una de las principales conclusiones que arroja el estudio, realizado entre otros por miembros de la Escuela Superior de Deportes de Alemania, es que los equipos mantenían la ventaja de jugar en casa a pesar de la ausencia de hinchas en las gradas.

La muestra (con partidos de Inglaterra, Italia, Portugal, Turquía, Alemania y España) señala que los equipos en casa ganaron el 43% de los partidos, comparado con el 45% de temporadas anteriores.

«Los datos actuales son evidencia de que la ventaja de jugar en casa disminuye, pero de manera insignificante», señalan en sus conclusiones.

Sin embargo, el ensayo solo se refiere al fútbol, un deporte donde el público siempre ha jugado un papel fundamental.

(Xinhua/Cheng Min) 

¿La influencia de los jueces?

Asimismo, nadie puede desconocer que un juez también pueden influir a la hora de conseguir victorias o derrotas.

El clavadista mexicano Carlos Girón es el mejor testimonio de ello: en las Olimpiadas de Moscú 80, con el boicot estadounidense en marcha, Girón llevaba una ronda extraordinaria de clavados en la plataforma de tres metros.

En el momento de definir la medalla de oro con el ruso -y local- Aleksandr Portnov, este hizo un salto catastrófico, lo que anticipaba una presea dorada para el mexicano.

Sin embargo, uno de los jueces -el sueco G. Olander- señaló que el ruido que había hecho el público -su propio público- había «desconcentrado» a Portnov y se le permitió repetir el salto. Fue finalmente el local quien se quedó con la medalla de oro.

Aunque es cierto que estos casos son bastante excepcionales, señalan los expertos, quizá el silencio de las gradas le traiga un respiro a los jueces olímpicos.

«Esa ausencia del público creo que va a beneficiar el desempeño de los árbitros a la hora de poder concentrarse para tomar decisiones mucho más acertadas», señala Weigand.

Para Heller, los jueces, aunque tienen un entrenamiento especial, también pueden ser víctimas del exceso de ruido, que puede causar aumento en la frecuencia cardíaca y puede, por ende, alterar el juicio de las decisiones.

Y ese factor de estrés adicional no va a estar presente en Tokio.

«Los silbidos, los gritos que muchas veces son insultos directos, eso tiene una presión directa en los jueces, especialmente en deportes populares como el fútbol o el baloncesto. Y mucho más si estás disputando una medalla», interpela Weigand.

Otra de las grandes conclusiones del informe de la revista PLoS ONE es que sin público, los árbitros también comenzaron a pitar más faltas a los locales de las que marcaban antes.

Habrá que esperar el final de los Juegos Olímpicos para saber qué impacto tendrá el silencio y esa «soledad relativa» en el desempeño de los protagonistas y en la labor de los jueces de Tokio. (BBC NEWS MUNDO)

Autor

Agencias