Necesario seguir la lucha por los derechos de las personas LGBTI+

 

Es necesario dar cuenta que hay personas LGBTI+ quienes también reclaman condiciones de vida más justas, indicó el investigador César Torres Cruz

Ciudad de México.- Lograr el acceso pleno de la población LGBTI+ a la salud, así como a condiciones dignas de trabajo y garantizar el derecho a la no discriminación, son algunos de los pendientes en la lucha en su favor. Sin dejar de reconocer los avances alcanzados en México, como es el reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo, aún se debe combatir la violencia estructural.

En lo anterior coincidieron los investigadores de la UNAM, Alethia Fernández de la Reguera Ahedo y César Torres Cruz, en ocasión del Día Internacional del Orgullo LGBTI+ (28 de junio) y el movimiento del orgullo que se conmemora durante todo el mes de junio.

“Hay que unirnos y aliarnos en las resistencias y en la lucha por los derechos de la población de la diversidad sexual en México, porque a pesar de que el artículo 1° de la Constitución prohíbe todo tipo de discriminación, incluyendo la orientación sexual, seguimos viviendo en una sociedad muy homofóbica, muy transfóbica”, aseveró Fernández de la Reguera, académica del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ).

Lo más alarmante, agregó la también coordinadora del Laboratorio Nacional Diversidades de la UNAM, adscrita al IIJ, es que esta homofobia se da en los entornos más cercanos: familia, escuela, trabajo, acceso a servicios médicos, entre otros.

Torres Cruz, académico del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG), indicó que es importante conmemorar este movimiento social, el cual inició hace más de cuatro décadas: salir a las calles y dar cuenta de que hay numerosas personas LGBTI+ en la sociedad que reclaman derechos y condiciones de vida más justas.

“Aunque no es el mismo contexto que en los años 60, cuando iniciaron estas manifestaciones en los espacios públicos o el de 1978 cuando se realizó la primera protesta del orgullo homosexual en la Ciudad de México, todavía las personas LGBTI+ enfrentan retos importantes, por ejemplo: la alta tasa de crímenes de odio que ubica a México –de acuerdo con el Observatorio de Sexualidad y Política– en el segundo lugar a nivel mundial”, dijo el experto en género, salud y sexualidad.

Fernández de la Reguera recordó la Encuesta Nacional sobre Discriminación por Motivos de Identidad de Género 2018, elaborada por el CONAPRED y la CNDH, la cual señala que 75 por ciento de las personas trans se sintieron discriminadas, al igual que seis de cada 10 personas bisexuales, mientras que entre las personas con identidad de género no normativa –que no se identifican como hombre o mujer– aumenta hasta 80 por ciento.

“Es tan fuerte la discriminación que nueve de cada 10 personas de la diversidad sexual escondieron su identidad de género en algunos ámbitos como la familia, la escuela o el vecindario. El sufrimiento y dolor por tener que crecer en un entorno de profunda exclusión es una realidad de muchas personas en este país y de la cual debemos hacernos conscientes”, agregó la especialista universitaria.

En 2019, añadió, se registraron 269 homicidios de personas de la diversidad sexual en el país, una de las formas más extremas de la violencia, la cual junto con la discriminación se expresan en lo cotidiano: cuatro de cada 10 personas, por ejemplo, se han sentido excluidas y discriminadas cuando asisten a una consulta médica.

Torres Cruz, doctor en Ciencias Políticas y Sociales, coincidió en que las prácticas homosexuales suelen estar más asimiladas por la sociedad, aunque actualmente persiste discriminación y muestras de odio contra las personas trans.

Derechos civiles y sexuales

El movimiento del Orgullo LGBTI+ es un movimiento social que tiene sus orígenes en 1969, en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, donde hubo redadas contra personas no heterosexuales, que se reunían en un pub (sitio de convivencia).

Cansados de esta situación, en junio de ese año se enfrentaron a la policía, hubo revueltas varios días y manifestaciones en el espacio público por la lucha de sus derechos civiles, sexuales, así como aquellos de las personas afroamericanas.

“Salieron a las calles a manifestar su orgullo por no ser hetero, como personas gays, a decir: ‘existimos y estamos orgullosas de existir’. Además, hay que recordar que para entonces la homosexualidad era considerada una enfermedad mental”, señaló Torres Cruz.

En países como México donde también había represión se iniciaron manifestaciones. Fernández de la Reguera relató que si bien en esta nación hubo momentos de resistencia importantes, el 26 de julio de 1978, durante la conmemoración del aniversario de la Revolución Cubana, un grupo de 30 personas, que se identificaban como integrantes del Frente de Liberación Homosexual, se manifestaron.

En 1979 se llevó a cabo la primera marcha del orgullo homosexual. “Fue un acto político sumamente potente, posicionarse en el espacio público significó un acto político sumamente valioso”, expresó Torres Cruz.

Con el paso de los años se estableció el último sábado de junio como el Día del Orgullo LGBTI+; hasta antes de la pandemia se realizaban manifestaciones multitudinarias en la Ciudad de México y en otras urbes.

Cruz Torres resaltó la importancia de visibilizar estos pendientes y más durante el confinamiento impuesto por la pandemia, pues para numerosas personas LGBTI+ ha representado condiciones de muy alta vulnerabilidad. “Si en la familia hay alguien LGBTIfóbico tienen que enfrentarlo, por no poder salir y hay quienes no se han atrevido a expresar su orientación sexual y tienen que vivirla en secreto”.

Los universitarios también consideraron positivo que las personas de la diversidad sexual ocupen más puestos de representación, como sucedió en las pasadas elecciones, pero indicaron que la legislación en temas de inclusión debe ser responsabilidad de todas las personas legisladoras.

“Es importante que haya más visibilidad de esta población en la toma de decisiones, pero la agenda de la igualdad sustantiva tendría que ser responsabilidad de todas las personas que legislan, independientemente de su identidad de género”, consideró Alethia Fernández de la Reguera. (UNAM)

 

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Agencias