ARTEAGA, CANDIDATOS CORTITOS

 Arteaga es sin duda uno de los municipios emblemáticos de Coahuila. Se le conoce por sus aportaciones históricas desde la época revolucionaria, también desde luego por sus manzanas, pero sobre todo por sus bosques y valles, que de unos años a la fecha se han convertido en el detonante de la actividad turística.

Hace algunas semanas la Sierra de Arteaga, que es como se ha identificado genéricamente desde hace años a las montañas, cañones y poblados de la región, fue noticia nacional por varios incendios forestales.

Los siniestros, en especial el que se inició en el Fraccionamiento La Pinalosa, pusieron de manifiesto la vulnerabilidad de esos bosques y llevaron a la agenda mediática y social temas como la necesidad de vigilancia forestal; integración, capacitación y equipamiento de brigadas de combate;  reglamentación para paseantes y ordenamiento de los desarrollos campestres.

La tragedia que inició en La Pinalosa y destruyó más de 3 mil 500 hectáreas de bosque, y las que se presentaron en los días y semanas siguientes, evidenciaron los vacíos legales y administrativos que arrastra Arteaga y que nadie se ha ocupado de corregir, pese a que los siniestros se presentan casi año tras año.

El recuerdo de los incendios está vivo, los enormes manchones negros en los parajes boscosos son un reproche permanente. En este momento aún permanece la sensibilidad social al tema, y como estamos en temporada de campañas, lo lógico sería pensar que al menos por oportunismo, el tema estuviera en la agenda de los candidatos, pero no.

Hay tres aspirantes con posibilidades de ganar la alcaldía de Arteaga que son –en orden alfabético– Ramiro Durán García, del PRI, Marcela Valdés Carbonell, del PAN, e Hilda Vásquez Aldape, de MORENA, y ninguno de ellos presenta propuestas específicas relacionadas con la protección de los bosques y el ordenamiento de desarrollos campestres.

Al menos en el portal de «candidatura transparente», donde los tres candidatos exponen sus principales propuestas, no hay menciones a los temas forestal, prevención o de ordenamiento.

La única que se acerca un poco es la abogada Marcela Valdés, quien en su décima propuesta plantea «Creación del Programa Integral de Atención a Desastres Naturales (PDN-1)», que bien puede referirse a la sequía, los incendios, a las granizadas, o a las heladas. A todos o a ninguno.

Son los gobiernos municipales la primera instancia a la que compete la prevención y el combate de incendios. Si hoy los candidatos no tienen ni siquiera propuestas en el tema, es de temerse que quien llegue a la alcaldía no tenga tampoco estrategias y en el futuro cuando haya un incendio –porque los habrá de eso no hay duda– se improvise.

Si los aspirantes a la alcaldía de Arteaga no tienen noción del valor ambiental de sus bosques, deberían al menos pensar en el potencial turístico y la implicación económica que ello representa.

De unos años a la fecha proliferan los fraccionamientos campestres y no hay una regulación adecuada. Ni siquiera se les exige garantizar servicios indispensables como el suministro de agua potable o la recolección de basura, mucho menos que tengan un plan de prevención y control de incendios.

Hasta donde se sabe únicamente Monterreal y Portal San Antonio tienen brigadas contra incendios, y La Montaña cuenta con infraestructura e hidrantes. Pero a todos se les deberían exigir las brigadas y la construcción y mantenimiento de brechas corta fuego, como mínimo.

Arteaga debería contar con un cuerpo de guardabosques con suficiente personal, capacitación y equipo, y para dotarlo de presupuesto se podría establecer una carga fiscal para desarrolladores de fraccionamientos, prestadores de servicios turísticos y organizadores de eventos deportivos.

Hace falta además involucrar a los propietarios de zonas boscosas en brigadas de voluntarios, como se ha planteado en la iniciativa ciudadana que maestros y alumnos de Jurisprudencia, además de algunos particulares comprometidos con su comunidad, han llevado ante el Congreso.

Otro gran pendiente es el tema de la basura, pues, aunque hay servicio de recolección escalonado en los ejidos, este se enfoca a atender a los lugareños, y no contempla lo que generan los paseantes, por lo que es común que en los caminos que llevan a cabañas y fraccionamientos se formen basureros clandestinos, foco de contaminación y de riesgo.

Las herramientas tecnológicas que hoy existen aportarían mucho en la detección oportuna de incendios, y para contar con ellas se debería involucrar a quienes fraccionan bosques y valles.

Hay mucho por hacer para cuidar los bosques de Arteaga, es una lástima que quienes pretenden gobernarla no lo vean como una prioridad.

 

edelapena@infonor.com.mx

 

Autor

Eduardo De la Peña de León