EL MESÓN DE SAN ANTONIO

La nueva normalidad

Para la tía Chavela en homenaje a su larga vida

El impulso que provoca la seguridad tiene que refrenarse. Este día. ¿Qué hora es?  Se libera el tiempo convertido en un aliado confiable. Venimos de una época y un territorio donde contuvimos la respiración desde la mañana hasta bien entrada la noche, como quien no quiere dar un paso, pretendiendo que todo se conserve en el mismo sitio; notamos que la humedad que se vislumbra en la pared es el resultado de una lluvia que no vimos pasar durante la madrugada.

Sin duda, hemos vaciado la memoria que ingratamente nos acosaba, quizá sólo sea un momento de este día y luego vendrán otros menesteres que anuncien otras cosas.

Hoy hemos salido a una acción puntual: recibir la vacuna. Un biológico para contrarrestar el virus del Covid-19 que parece ya estar dando tregua, y con eficacia y eficiencia fuimos dotados de este fármaco.

Algo cambió o, simplemente, todas las amarras fueron aflojadas. El cuerpo se tensa de forma distinta, hubiera jurado que la calle por donde venía estaba empedrada. Eso me hacía caminar con más cuidado y la noche se aguardaba de forma diferente.

Teníamos que prepararnos para caminar de noche, agarrados de la pared, como si la estabilidad nos obligara a tocar sin angustia, un camino sin salida; pálidos, con un susto dilecto saliendo detrás del naufragio, sacudiéndonos las olas de amor y de vida.

Ahora estamos con este aliado. No queremos cerrar los ojos. Sin duda la anestesia está cediendo. Al fin, esta bocanada de aire enrarecido ha salido. Hasta el nombre suena distinto. ¿De cuántas formas diferentes se escucha nuestro nombre en esa noche de aciagos pronósticos?

Soy yo quien busca averiguar para encontrar los símbolos de la propia vida que comparto. Los susurros han cambiado por voces más nítidas. Ya es mediodía. La voz en este momento es seda, con girones que anuncian singulares formas de vida. Entonces desenvolvemos la oreja para escuchar el ¡bzzz!, ¡bzzz! de las abejas que dan a coro razones para creer en la vida.

Ahora, es cierto, hemos cambiando de un solo pinchazo como si ya hubiera pasado todo. Aún en este momento nadie se ha hecho responsable. No acabamos de darnos cuenta cómo ha cambiado todo, se ha roto el tiempo, las caras tienen nuevas formas y sobre todo una nueva credulidad en su esperanza.

El silencio termina allá abajo, lo advierten jóvenes que están atentos a nuestras reacciones. ¿Cómo se siente? Pasos cortos y seguros, pasos cortos y seguros, nos dicen, tenemos que bajar y subir de nuevo al terminar la calle, volvemos a preguntar. ¿Estás seguro que el silencio termina allá abajo?

Después de vacunarnos el tiempo se aligera, caminamos por senderos de colores y saludos fraternos, esa es la nueva forma.

¿Qué sigue después de la esperanza? ¿La normalidad de antaño o una nueva manera de ver el mundo? ¿Un cambio verdadero, de fondo, en nuestro afecto e intereses, o seguir siendo los mismos de siempre?

La vida es todo derecho hasta que se termine. Nuestro mundo ha cambiado, notaste todo eso después de la vacuna.

 

Felicitación:

El periódico El Heraldo de Saltillo cumplió 58 años de publicación, todos ellos vividos intensamente gracias a la familia de la Peña, quien acoge esta columna semanal.

 

Autor

Alfonso Vazquez Sotelo