Estudio expone el papel de las células dendríticas y fibroblastos en el control del dengue

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Investigación sugiere que las células dendríticas y fibroblastos podrían ayudar a los mecanismos de inmunidad innata a detectar las infecciones por arbovirus de manera muy temprana.

Ciudad de México.- De acuerdo con el reporte del Panorama Epidemiológico de Dengue 2021 realizado por la Dirección de Vigilancia Epidemiológica de Enfermedades Transmisibles de la Secretaría de Salud de México, en lo que va del año, hay más de un centenar de casos confirmados de dengue, en comparación con los mil 225 registrados en el mismo periodo del año anterior.

La infección por el virus del dengue es transmitida mediante mosquitos hembra Aedes aegypti o Aedes albopictus a través de picaduras en la piel, allí muchas células dérmicas y epidérmicas son potencialmente susceptibles a infecciones. Este virus provoca un amplio espectro de formas clínicas, que van desde una enfermedad asintomática hasta síntomas graves que pueden conducir incluso a la muerte, cuando no se trata debidamente.

Existen cuatro serotipos de dengue, el más común asociado con casos graves es el virus DEN-2. Si algún individuo sufre una primera infección con la variante uno, estará protegido de por vida contra esta, pero si sufre un segundo contagio con serotipo heterólogo (DEN-2,3 o 4) este podría condicionar a una forma severa de la enfermedad, la cual es multifactorial, pues depende del serotipo que infecte, del aislado y del estado inmunológico del paciente.

Ante este panorama, y desde hace varios años, un grupo de investigación del Departamento de Biomedicina Molecular del Cinvestav, estudia la relación parásito-huésped con énfasis en la inmunidad innata y las distintas células de la piel, para comprender su contribución en el control o la promoción del dengue.

“Cuando nosotros comenzamos a trabajar con la piel, aunque estaba perfectamente establecida su importancia en la inmunidad, se conocía poco de la importancia que esta tenía en las infecciones transmitidas por vectores”, comentó Leticia Cedillo Barrón, investigadora de este Departamento.

El dengue y otros arbovirus (virus transmitidos por artrópodos), ingresan al huésped a través de la picadura del mosquito, entonces el organismo reacciona y cuando los síntomas (dolor de cabeza y articulaciones, náuseas, sarpullido y fiebre) comienzan a presentarse, significa que el virus ya atravesó la piel y se enfrentó con la inmunidad innata, derrotándola para convertir la infección en sistémica.

Al realizar estos estudios, Leticia Cedillo, junto con sus alumnos de maestría y doctorado, se dieron cuenta que los arbovirus no solo infectaban a las células dendríticas (las responsables de la iniciación de las respuestas inmunitarias adaptativas), sino que había otras en la piel, los fibroblastos, que forman parte del tejido conjuntivo y son muy permisivos a la infección por el virus del dengue.

El objetivo fue tratar de entender la interacción que hay entre los fibroblastos dérmicos y las células dendríticas durante la infección por el virus del dengue para comprender cómo estos tipos de células modifican el microambiente de la piel y cómo funcionan durante la infección temprana por dengue.

En un artículo publicado en la revista Frontiers in Immunology, el grupo del Departamento de Biomedicina Molecular explica el proceso que se llevó a cabo para entender el papel que juegan los fibroblastos en las primeras etapas de la infección.

“En esta investigación se pretendía demostrar mediante el estudio de cultivos primarios obtenidos de biopsias de la piel, cuál es la contribución de estas células que están en la dermis, durante la infección por el virus” señaló Leticia Cedillo.

De esa manera, el grupo de investigación pudo identificar, dependiendo del donante de las biopsias, si el organismo se va a comportar de manera diferente ante la infección; por lo tanto, las formas graves que pueden conducir a la muerte del individuo, como el dengue hemorrágico o síndrome por shock, podrían ser influidas desde un inicio por las características propias del sistema inmune de cada donante.

A partir de estos resultados se espera profundizar en los componentes virales que pudieran participar en la definición de las diferentes formas clínicas presentadas en un individuo, pues se ha encontrado que no todas las formas graves de la enfermedad están asociadas con infecciones secundarias por serotipos heterólogos, es decir hay otros factores que participan en el microambiente.

Estos datos brindan información sobre cómo dos tipos de células de la piel se comunican entre sí para iniciar una respuesta antiviral en un tipo de célula y promover la activación en otro para el posterior reclutamiento de células en el sitio de infección.

“Es importante señalar que el virus del dengue se encuentra de manera permanente en todas las áreas tropicales y subtropicales de México y de muchas partes del mundo; es un virus tan común y grave, que incluso hay grandes pérdidas económicas por la frecuencia del número de infectados que se dan cada año” concluyó Leticia Cedillo. ( CINVESTAV)

 

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Agencias