Hay que descubrir esta interesante película del taiwanés Joseph Chen-Chieh Hsu, quien dirige una de las buenas oportunidades de ver algo de esa cinematografía y que, sin dudas, es una de las mejores cintas de esta temporada, aunque por desgracia está siendo ignorada en medio de la enorme cantidad de títulos del catálogo de Netflix.
En el reciente Festival de Vine Golden Horse, este filme fue la estrella. Nominado a los principales premios, cautivó a críticos y público en general gracias a la historia de Lin Shoying (Chen Shu-Fang), una mujer que habita al sur de Taiwán que, en medio de las preparaciones de la celebración de su cumpleaños, se entera de la muerte de su esposo, quien la abandonó con sus tres hijas veinte años antes y que siempre le fue infiel. La mujer decide seguir adelante, ahora con dos ceremonias: su propio cumpleaños y los preparativos mortuorios de un hombre que ella nunca más vio, sobre todo porque ella no está dispuesta a que nada ni nadie empañe la alegría de celebrar su cumpleaños.
Con un tono agridulce, con momentos de drama y comedia, este filme entrega una mirada muy interesante de esta mujer, madre con tres hijas y esposa abandonada, enfrentada no solo a sus recuerdos sino también a la rabia que lleva guardada por más de dos décadas. La desgracia se cierne encima de ella y las hijas, pero también la felicidad de constatar que permanecen unidas, aun en medio de esta noticia que (casi) empaña los preparativos de la fiesta.
Con una capacidad muy destacada de depurar el melodrama -porque de hecho esta historia lo es- el director sabe sacar adelante su historia, privilegiar la calidez de sus personajes y combinar el drama con cuotas de humor que permiten a los espectadores empatizar con ese grupo de mujeres enfrentadas a situaciones extremas como la muerte del padre ausente y el 70 cumpleaños de la madre.
Llama más la atención que el director Joseph Chen-Chieh Hsu debute con este filme, cuyo guion fue escrito en conjunto con Maya Huang, los que hacen una bella historia coral centrada en las mujeres de esta familia que deben afrontar la muerte del patriarca el mismo día que van a celebrar el 70 cumpleaños de la cabeza de familia, siendo la situación de tensión el decreto de la madre que sigue adelante con su cumpleaños, sabiendo que de alguna manera es su particular modo de vengar la soledad, la pobreza y los sobresaltos que tuvo que sobrellevar tras el abandono del esposo.
Se trata de un estupendo debut en el largometraje del cineasta taiwanés Joseph Chen-Chieh Hsu, sobre todo porque este pequeño drama familiar hace un sentido homenaje a los clásicos japoneses Yasujirō Ozu y Hirokazu Koreeda, cineastas notables que realizaron estupendas películas teniendo dramas familiares íntimos sobre la pantalla.
“Mujeres grandes y pequeñas” nos muestra a una familia común de Taiwán, desde el punto de vista de las mujeres que la integran, siendo los personajes masculinos secundarios o ausentes de esta gran historia que se inicia con la matriarca mientras prepara la fiesta de su 70 cumpleaños para celebrarlo con toda su gente. Como si fuese una maldición, ese mismo día fallece su esposo, padre de sus tres hijas, alguien casi olvidado, considerando que tras abandonarlas para irse a vivir con una de sus amantes, nunca tuvo contacto ni interés en saber acerca de sus destinos. Considerando que el hombre nunca le concedió el divorcio, decide encargarse de organizarle un funeral por todo lo alto. Es una manera especial y simbólica de darle una lección tanto al muerto como a quienes la rodean.
Con habilidad y sutileza, el director da a conocer el modo especial en que cada una de estas mujeres asume esta noticia, la manera íntima en que cada una enfrenta el duelo, la forma en que se aprestan a rememorar el pasado y superar los rencores mutuos.
Son cinco mujeres, la madre, sus hijas y una nieta, cada una de las cuales son ejemplo de personalidades muy diversas entre sí y representan, claro está, las diferentes generaciones que han crecido en un país y unas tradiciones que han ido cambiando de manera inexorable con el paso del tiempo. De esta manera, ellas deberán superar los obstáculos emocionales que surgen de modo inevitable al recordar al fallecido y al tener que asumir la presencia de su amante durante el funeral.
Como muy bien destacó la crítica internacional, “Mujeres grandes y pequeñas” es una hermosa y necesaria película sobre la aceptación del otro, sobre el perdón y sobre la reconciliación, a la vez que una estupenda posibilidad de ver un cine distinto, el taiwanés, que nos sirve para aquilatar otras maneras de ver y entender la vida y el ejercicio de hacer cine porque este filme, en la superficie, parece que no cuenta nada o avanza muy lento, aunque de pronto el espectador capta que está en plena efervescencia una serie de elementos melodramáticos que se encadenan de modo notable hacia el final de la película.
Porque lo que eleva a este filme de Joseph Chen-Chieh Hsu es que, con respeto hacia los grandes maestros del cine, se refiere a uno de los temas más propios de esa cinematografía: la vida misma, su significado esencial que, en 123 minutos de metraje, entrega momentos para sonreír y otros para llorar, algunos incluso para cantar en el karaoke de un taxi.
Se agradece el ritmo pausado, propio del cine oriental clásico, porque permite captar detalles y en las pequeñas cosas, conoceremos a todas esas fascinantes mujeres, muy bien dibujadas en un guion que sabe retratar la naturaleza femenina en todo su esplendor, sabiendo destacar cómo ellas enfrentan el dolor, la muerte, el resentimiento y la posibilidad de alcanzar el perdón.
Y como corresponde a un cine enquistado en una cultura milenaria, se retratan de modo exacto rituales y supersticiones inherentes a la cultura popular taiwanesa, incluyendo el contraste religioso de un país lleno de templos, en este caso, entre taoísmo y budismo, con una escena cómica donde ambas creencias compiten en pleno velatorio, teniendo en cuenta que los asiáticos veneran con devoción extremo el tema de sus antepasados y el respecto por la memoria de los difuntos.
Todo ello en un día tan atípico en que tan pronto celebramos un cumpleaños, pasamos a un velorio particular en donde estas mujeres pondrán a prueba su templanza, sus valores y el especial sentido de sus tradiciones ancestrales. Un gran filme que debe ser rescatado de la enorme cartelera de Netflix.
Autor
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Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación
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