Siempre que se habla de solidaridad, sobre todo cuando lo hacen los que menos la ejercen, pero se jactan de regalar lo que no les pertenece, como legisladores, partidos y ya sabes quién, recuerdo maravillosas formas de darla en momentos de crisis nacionales o personales.
Están son algunas de ellas:
*El lavatón, camión de una empresa jabonera que cuando el terremoto de febrero de 2010 en Chile llevó lavadoras, secadoras, cepillos y pastas de dientes, a comunidades destruidas; ayudando en esos momentos de desolación a que miles pudieran al menos lavarse los dientes y ponerse ropa seca y limpia.
*Las estaciones de gasolina COPEC, que en esa misma catástrofe ofrecieron baños, regaderas, internet y wifi, en circunstancias que era imposible comunicarse por falta de electricidad; y que yo misma usé en la de Lampa, para mandar mis reportes periodísticos durante los quince días que estuvimos sin luz en la casa.
*Las cajas que Finlandia lleva años entregando a todos los recién nacidos, con productos para cubrir sus necesidades durante el primer año de vida, incluyendo cremas, loción y juguetes.
*El Banco de Bebés inglés, que ayuda ahora a las familias con niños menores de cinco años que han perdido ingresos por el Covid; y de cuya existencia me enteré en una nota de la BBC.
Su fundadora Emilie de Bruijn, desde el primer confinamiento ha estacionado todos los jueves su coche lleno de pañales, toallas, zapatos y cobijas para los niños y artículos sanitarios para las madres, al lado de una iglesia en Haterpool, que a su vez funciona como banco de alimentos para personas que jamás imaginaron estar en esa situación y reciben paquetes de comida.
Un reporte de la fundación Joseph Rowntree, indica que el Covid ha profundizado la pobreza en el Reino Unido y que el 34 por ciento del millón 300 mil de niños de menos de cinco años, viven en familias con ingresos de menos del 60 por ciento de lo que ahí se considera nivel de pobreza; y Londres tiene los peores índices en este grupo de edad.
*Los buzones salva bebés, colocados en ciudades europeas y norteamericanas donde jóvenes que no quieren quedarse con sus recién nacidos, pueden depositarlos sin que nadie se entere y con la seguridad que serán cuidados.
Indiana es el estado gringo donde se ha dado mayor impulso a este programa y tiene ya 7 buzones; los últimos, fueron instalados en la central de bomberos y una estación de policía y son una especie de incubadoras, con reguladores de temperaturas y sensores que cuando ponen se coloca un niño, disparan una alarma silenciosa que alerta a los servicios de emergencia y permiten sea recogido en menos de cinco minutos.
El concepto de estos buzones se remonta a tiempos medievales y a los barriles que se ponían en hospitales, iglesias y orfanatos.
Y en los últimos 20 años han reaparecido en Pakistán, Corea del Sur, Polonia, Rusia, Malasia, Alemania y Suiza como alternativa, a los asesinatos clandestinos de bebés, especialmente en pueblos donde todo el mundo se conoce.
Muchos dudan de su efectividad; pero Mónica Kelsey, fundadora de Safe Haven Baby Boxer y abandonada ella misma por su madre, explicó que su motivación de salvar vidas se ha logrado.
En lo que concuerdan la psicóloga Chery Meyer, de la escuela del ramo en Ohio, que indicó que, aunque no se conoce el número de niños salvados, tampoco se sabe el de filicidios y que la frecuencia de este crimen suele «subestimarse».
Y el centro de investigación Vive de Dinamarca, que precisó que no pudo obtener información para comparar la estadística de los bebés europeos salvados por los buzones, con el número de los encontrados muertos a la intemperie.
Sin embargo, en Corea del Sur se advierte su inutilidad “porque no es lógico pensar que inmediatamente después de tener un bebé en algún baño, la madre suba a un autobús o a un Uber para ir a depositarlo».
*La Signal for Help, que se hace desde ventanas, puertas o vídeos, ocultando el pulgar en la palma de la mano y con la que mujeres maltratadas avisan que necesitan ayuda y están imposibilitadas de llamar a la policía, porque el agresor está junto a ellas.
Propuesta por la fundación de Canadá para la Mujer, esta señal se ha popularizado en varios países confirmando los temores de expertos en violencia machista, que hace meses vaticinaron que el confinamiento implicaba situaciones de riesgo en los hogares.
*En España las víctimas pueden alertar de su situación, solicitando en cualquier farmacia, “mascarillas 19.”
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