Oca electoral, como te da, te quita
Juguemos un poco a fantasear en el aspecto político. Es un ejercicio, sólo eso. ¿Qué pasa si Morena pierde la mayoría de las presidencias municipales, las gubernaturas y la mayoría de la Cámara Legislativa? ¿Se quedará de brazos cruzados el presidente Andrés Manuel López Obrador?
MORENA, la esperanza de México, quedaría despostillada, adolorida, desconsolada; acusaría de traición a la patria, de sedición, de historia falsa y chocarrera lo sucedido, y desde el púlpito nacional, pues AMLO no dejará de ser presidente, se mandarían en parvadas de miles a personas -muchas sin vacunar- a tomar las calles en protesta de las robadas elecciones.
Puede suceder que -y conste que no es deseo-, MORENA pierda, y que salgan de las entrañas del presidente los dragones apocalípticos y los fantasmas del pasado que promuevan -sin querer queriendo- un levantamiento armado.
Quizá por ello se nombró al 2021 “El año de la Independencia”, con una versión de la historia donde hay venganza y un discurso donde los personajes se alinean a modo para salir distinto en la foto.
Guerra armada: se lucha contra un enemigo al que le da existencia desde ahora mismo en Zacatecas, “el partido de la delincuencia organizada”.
El gobierno tiene un nuevo enemigo (le encanta tener nuevos enemigos), ¿qué puede hacer ese enemigo? Poner y quitar autoridades.
Ante ese escenario, el mandatario anticipó que “en las regiones donde domina la delincuencia organizada, los y las candidatas a los distintos cargos públicos en disputa en las elecciones del próximo 6 de junio serán protegidos por el Estado Mexicano para que el pueblo elija libremente y sin presiones”.
Sin querer queriendo, al mandar proteger estos puntos gentiles, el presidente crea un nuevo partido: el de las fuerzas armadas, que defiende de la sedición y la traición a la patria (este partido está creado y sirve para todo: hacer pan, poner ladrillos, hacer una pista de aviones, desviar un río, soldar tubos para una refinería, cuidar el tráfico de hablantes y sus cochinas sustancias tóxicas). Como es de esperarse, la delincuencia organizará sus propias jugadas. Por ello hay que empezar a cuidar a las figuras más prominentes, Emma Coronel por ejemplo, mejor que esté resguardada.
Imagine una mayor cantidad de gobernadores críticos a las acciones y actitudes presidenciales, pero, con un presidente distinto al del 2018, que enfrentaría un escenario de menos tiempo en el poder, un gobierno desgastado por su ejercicio autoritario, mayores disputas por cotos de poder en MORENA y una larga lista.
El gobierno federal crea más conflictos de los que resuelve, complica el escenario social, crece la inestabilidad a un punto de estallido social (basta ver la marcha de las Mujeres), se incrementa la migración de la población (a quienes tratan como si sólo sirvieran para mandar remesas), se polariza la gente, los conservadores (fifís) seguirán añorando un clima de privilegios; los liberales (chairos) optarán por los bandos del ejército que formarán irremediablemente y algunos se convertirán en el partido del presidente… total la lucha armada es un destino en México, “un soldado en cada hijo te dio” aunque no tengamos definido el bando por el que peleamos.
Por sí o por no, AMLO desde ahora vapulea al Instituto Nacional Electoral para que sea desprestigiado y sea abandonado por inútil; es decir, el presidente se ha convertido de facto en un garante de las elecciones: sólo él tiene el don de la neutralidad. Qué ironía.
El presidente tiene en el Bullpen a su jugador estrella: Manuel Bartlett, ese mismo que tiene las herramientas para que en el preciso instante todo se vuelve nebuloso y entonces sí se caiga el sistema. La nueva elección presidencial necesita asegurarse para que MORENA sea un partido de larga duración. Esperemos sólo un día después del 6 de junio del 2021.
Terminó el juego.
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