No presidente, por favor no se haga el mártir.
Usted no se contagió porque tenga que salir a trabajar como millones de mexicanos, a los que por cierto usted ha empobrecido, como alardeó en su mañanera de este lunes 8 al regresar de su confinamiento de dos semanas.
Usted no tiene que trabajar y si no hace giras, sería mejor para todos y menos gasto para el país.
Su ausencia de las mañaneras hasta beneficiosa fue, porque no hubo insultos matutinos y bajaron las rijosidades a nivel nacional,
A usted no lo corren si uno o varios días no llega a trabajar, ni le descuentan si no checa a tiempo por tener que pasar horas tratando de hacerse pruebas, conseguir oxígeno, y buscar médicos.
Al contrario, a usted le hicieron pruebas a cada rato y lo atendieron muchos doctores y muy bien; hasta participó en un protocolo de investigación.
Tuvo suerte en que no le tocaran profesionistas con 10 por ciento de experiencia y 90 de honestidad, como los que gusta poner de funcionarios.
Y según contó, hasta recibió 300 pesos para su taxi; que dice guarda como recuerdo.
No me extraña que lo haya hecho, porque he visto que solo es generoso con lo ajeno.
Pero si fuera un trabajador, ese dinero se le hubiera ido en transportarse en un sistema público insuficiente y peligroso, y en una torta de tamal.
La verdad, qué poca tiene usted para decir que se contagió como cualquier trabajador y porque ya le tocaba.
A nadie le toca.
Usted buscó infectarse durante meses y cuando lo logró, fue por irresponsable y necio; por no usar cubrebocas y desoír los consejos de los científicos.
Y no me refiero por supuesto, a los charlatanes incondicionales a los que ha puesto a cargo de la criminal estrategia, que pareciera es a favor y no en contra de la pandemia.
Que esté usted rodeado por algunos tarugos y lambiscones que hacen como que le creen, no significa que todos los mexicanos lo hagamos.
Usted quería contagiarse, por motivos electorales; deseaba que lo compadecieran porque sus bonos iban bajando.
Y bajan entre otras muchas cosas, porque las vacunas no llegan, pese a todo lo que usted ha dicho.
Aseguró que confinado en Palacio Nacional se mantuvo trabajando “para engrosar el portafolio de acuerdos y contratos de vacunas”
También en eso, sobre todo en eso, ha mentido; porque México ha recibido poquísimas vacunas y el ritmo de vacunación es mínimo.
Tanto que su diario favorito, La Jornada, reportó que según la agencia Bloomberg, nuestro país tardará una década en vacunar a toda su población.
Y aún así, tiene el descaro de decir que los periodistas hemos infundido miedo a la sociedad.
No quiera usarnos de nuevo como distractores ante las barbaridades que ha cometido.
Y alégrese de que ninguno de los posibles contagiados por usted, en ese avión de regreso de San Luis Potosí, lo haya demandado.
De haber ido ahí, yo lo hubiera hecho; porque con ese acto mostró usted lo que en realidad le interesamos los mexicanos.
Y lo sigue demostrando al no atender el llamado de los 400 médicos, científicos y académicos, que le pidieron decretar el uso obligatorio de tapabocas en dependencias federales y estatales para enfrentar la pandemia.
«En México no hay autoritarismo” reiteró para zafarse del tema; como si no supiéramos que sí lo hay y que se advierte en la forma de gobernar a la pura ocurrencia y no estableciendo normas en beneficio de todos.
Se queja de que se politiza “el caso del Covid; porque nos agarró esta pandemia en el proceso de transformación del País y esto, como es natural, provoca resistencias”.
No se engañe más, no es transformación sino destrucción lo que usted ha hecho.
Y tampoco aceptó cancelar sus megaproyectos como Dos Bocas, el Tren Maya, la reconfiguración del parque de Chapultepec y el aeropuerto de Santa Lucía, para destinar esos recursos a la compra de vacunas y a la investigación en salud, que tanta falta nos hace.
Lo que indica que su irrigación cerebral es mala y no se da cuenta de lo que sucede en el mundo; o de que se empeña en perpetuar sus engaños.
Otra prueba de que le encanta vivir de falsedades, es su insistencia en agradecer a los emigrados mexicanos que trabajan en Estados Unidos, las remesas que envían a sus familias.
A sus familias, repito y no a usted, aunque las quiera hacer pasar como apoyo a su gobierno; vergüenza debiera darle, que no puedan mantenerse acá sin ellas.
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