CÁPSULAS SARAPERAS

El protector del pueblo y sus fiestas

En esta ocasión te platico de una anécdota que me dejó boquiabierto cuando la encontré en el Archivo Municipal.  Esta historia sucedió aquí en nuestra hermosa ciudad de Saltillo, cuando aún no era ciudad ni se llamaba Saltillo, sino eran dos poblados, la Villa y el Pueblo.

En el Pueblo de San Esteban de la Tlaxcala, fundada por nativos tlaxcaltecas y en cuyo territorio vivían en su mayoría nativos de la región y tlaxcaltecas, contaban con autoridades e incluso leyes distintas a la de la villa. El pueblo tenía un funcionario titulado “Protector”, quien era el encargado de garantizar los derechos de los habitantes ante abusos que pudieran hacer los poderes políticos, algo así como las comisiones de derechos humanos actuales. Pues bien, para el mes de septiembre del ya lejano año de 1729, este cargo era ostentado por Cristóbal de los Santos, quien fue buscado el día 11 de ese mes por el Alcalde de la Villa de Santiago del Saltillo, es decir, por la autoridad máxima del otro poblado, ya que al protector del pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala se le acusaba de inmoral, y es que al parecer durante varios días, en varias ocasiones, habia estado bebiendo aguardiente y armando alboroto.

El Alcalde de la Villa de Santiago del Saltillo, quien se llamaba Pedro Félix Ruedas Zevallos, se traslado al pueblo cruzando lo que hoy es nuestra calle de Allende, para reprender a Cristóbal, a quien por cierto no encontró, pero sí vio a su hermano de nombre Diego, a quien aprehendió por ser complice. Cuando Cristóbal, el protector, se enteró de que había detenido a su hermano, de inmediato se fue a la Villa de Santiago, dónde platicó durante un breve momento con el Alcalde y en un abrir y cerrar de ojos le sonrajó un golpe a la máxima autoridad en su nariz, momento en el cual fue detenido y llevado a la penitenciaría.

El problema más que de la bebida, del alboroto y de las fiestas que armaba Cristóbal con sus amigos de infancia, era un problema legal, un problema jurisdiccional, ya que el protector del pueblo aseguraba que las leyes y autoridad de la villa no tenían jurisdicción sobre él, a pesar de que las pachagas y los tragos se los tomaba en la villa.

Esta es una historia más que sucedió en nuestra hermosa ciudad de Saltillo, cuando estábamos divididos más que por leyes, costumbres o autoridades, lo estabamos desgraciadamente por el racismo, ya que de un lado vivían los nativos y del otro los europeos junto con sus descendientes.

 

 

 

 

Autor

Francisco Tobías
Francisco Tobías
Es Saltillense*, papá de tres princesas mágicas, Rebeca, Malake y Mariajose. Egresado de nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Autónoma de Coahuila, en donde es catedrático, es Master en Gestión de la Comunicación Política y Electoral por la Universidad Autónoma de Barcelona, el Claustro Doctoral Iberoamericano le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Es también maestro en Administración con Especialidad en Finanzas por el Tec Milenio y actualmente cursa el Master en FinTech en la OBS y la Universidad de Barcelona.
Desde el 2012, a difundido la historia, acontecimientos, anécdotas, lugares y personajes de la hermosa ciudad de Saltillo, por medio de las Cápsulas Saraperas.
*El autor afirma que Saltillense es el único gentilicio que debe de escribirse con mayúscula.
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Francisco Tobías
Es Saltillense*, papá de tres princesas mágicas, Rebeca, Malake y Mariajose. Egresado de nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Autónoma de Coahuila, en donde es catedrático, es Master en Gestión de la Comunicación Política y Electoral por la Universidad Autónoma de Barcelona, el Claustro Doctoral Iberoamericano le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Es también maestro en Administración con Especialidad en Finanzas por el Tec Milenio y actualmente cursa el Master en FinTech en la OBS y la Universidad de Barcelona. Desde el 2012, a difundido la historia, acontecimientos, anécdotas, lugares y personajes de la hermosa ciudad de Saltillo, por medio de las Cápsulas Saraperas. *El autor afirma que Saltillense es el único gentilicio que debe de escribirse con mayúscula.