UN GLOBALISTA EN NORTEAMÉRICA

Joe Biden alcanzó la mayoría necesaria para declararse con el triunfo en las elecciones estadounidenses, con él parece concluir el periodo de Donald Trump, marcado por grandes amenazas, voracidad económica y un imperio emocional que se niega a concluir, de hecho, algunos medios reportan una “mentalidad de bunker” al interior de la casa blanca realizando acciones que dificulten la transición y la presidencia de Biden facilitando el camino para una reelección de Trump en el 2024.

Biden fue insultado por Trump, en uno de sus arrebatos, como un globalista. Cuesta creer que el mundo, porque este sentir es compartido por varias naciones, olvide tan pronto el carácter mundializador que nos llevó como consecuencia del devenir tecnológico que se ha expresado directamente en dos conceptos: comunicación y comodidad. La globalización como proceso integrador de los Estados en el mundo se detuvo a la luz de un falso nacionalismo que puede entenderse por el miedo de crisis externas, y ante la ausencia de competencia con otros.

Es fácil que echemos cargas y culpas cuando no encontramos la respuesta o ante nuestra desesperación, en México ocurrió con los Fideicomisos, en que por culpa de unos sufrieron todos y lejos de arreglar el problema se arranca la hoja, así los países voltearon a sí mismos al no encontrar en el neoliberalismo o en general en la abundancia, la solución a sus propios problemas, a una desigualdad rampante y una tiranía en un mundo que debe ser grande pero solo puede ser pequeño, sin saber lo que quiere ser. El mundo enfrenta una confusión entre populismo y nacionalismo. En un mundo tan grande empezar a creer en la fuerza propia nos voltea el rostro. Creer en la fuerza conlleva magnificarla o disminuir las debilidades. La pandemia mostró ese espíritu, los países que se han tildado de populistas, coincidieron en disminuir, al menos en el discurso, sus propias debilidades a la pandemia. Todos se sentían preparados para enfrentar una “gripita” que ya ha paralizado a México por 267 días.

¿Cuál es el valor de un globalista en la Casa Blanca?, la crisis ha revelado una falta de liderazgo mundial, los países compiten por solucionar su problema interno, los estímulos surgen en la medida en que cada país lo requiere, los organismos internacionales modifican sus pronósticos continuamente. El jefe de una superpotencia que al menos ha expuesto su compromiso por entender al mundo como un lugar común abonaría a destrabar esa maraña de nacionalismos mal entendidos.

Biden parece aportar mayor mesura, diplomacia y caballerosidad a la investidura presidencial. Para México representa un reto en las relaciones con el vecino país, su política ambiental de cero emisiones de carbón para 2050 es opuesta totalmente a la política energética del presidente López Obrador. Seguramente su visión económica y apoyo al librecambismo, obligará a replantear algunos temas estratégicos de inversión.

En general, parece que Biden, aunque también populista entre las filas liberales americanas, será un freno al fantasma nacionalista que recorre las naciones, un fantasma que se apodera de las visiones y las reduce a una única identidad, un fantasma que convoca siempre al expansionismo y al autoritarismo, porque cuando conquistamos un límite, aumentamos en su interior el poder. Así las fronteras, que cuando se aumentan y agravan en su interior se crece el poder.

Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes.

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El Heraldo de Saltillo
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