Caracas.- Jenashly Matos tiene solo nueve años, pero sueña con ser médica y ayudar a la gente. Los obstáculos que enfrenta en un barrio pobre de Caracas en medio de una pandemia de proporciones históricas son enormes.
El nuevo coronavirus ha forzado el cierre de escuelas en Venezuela y en toda América Latina. Para no atrasarse demasiado, todas las mañanas Jenashly asiste durante dos horas a unas sesiones en las que una tutora que asiste a los niños del barrio la ayuda con las tareas que su maestra le envía a su casa.
“Si no estoy aprendiendo, siento que no soy nadie en la vida”, comentó la niña durante una de esas sesiones. “Por eso vengo aquí”.
La pandemia hizo que millones de estudiantes sufran atrasos académicos en la región más desigual del mundo, según un estudio difundido el lunes. Los confinamientos, la escasez de maestros y los cortes de luz obligan a muchos niños a procurar una educación afuera de las aulas.
Venezuela enfrenta los mismos problemas con la educación que experimentan naciones como México, Jamaica, Bolivia y Honduras, según dio a conocer El Financiero.
La Unicef, organización de las Naciones Unidas abocada a la infancia, dice que el COVID-19 privó al 97 por ciento de los niños de América Latina y el Caribe de una enseñanza normal durante siete meses, desde que se descubrieron los primeros casos del virus. La enseñanza a distancia es particularmente problemática para familias que no tienen las herramientas necesarias, como conexión de internet, computadoras, radio y televisión, aumentando la brecha entre ricos y pobres.
Si bien muchas escuelas están reabriendo sus puertas gradualmente en África, Asia y Europa, los centros educativos siguen cerrados en la mitad de las 36 naciones de América Latina y el Caribe. Unos 137 millones de niños se ven privados de una educación mientras la pandemia sigue tomando fuerza.
El informe dice que más de 3 millones de menores tal vez no vuelvan a la escuela, sobre todo los más vulnerables: las niñas, los inválidos, los migrantes y los indígenas.
Añade que podría producirse una “catástrofe generacional” porque los menores ven interrumpidos sus estudios en un momento crítico para su aprendizaje y se quedan sin los almuerzos de las escuelas, con las consecuencias nutricionales que ello conlleva. Las niñas, por su parte, se ven más expuestas a la violencia doméstica y a embarazos a temprana edad.
“Esta ausencia prolongada de una educación presencial va a traer graves implicaciones para el futuro y el desarrollo de todos esos niños, niñas y adolescentes”, expresó Vincenzo Placco, especialista en educación de la oficina Regional de la Unicef para América Latina y el Caribe, con sede en Panamá.
“No nos olvidemos”, agregó, “que América Latina y el Caribe, como todas las demás regiones del mundo, ya enfrentaba una crisis de aprendizaje”.
Jenashly, quien está decidida a hacer realidad sus sueños, se sentó en una mesa junto con otros niños del barrio en una colina de Caracas. Escribía en un cuaderno y pedía ayuda a una tutora levantando la mano.
Ya antes de la pandemia una organización caritativa venezolana, Alimenta la Solidaridad, preparaba comidas para miles de niños hambrientos en los barrios más pobres. La demanda aumentó y los promotores de la iniciativa empezaron a ofrecer asistencia académica como ésta a los niños de los barrios, para evitar atrasos.
Erica Cordero, de 33 años, ayuda a una veintena de estudiantes en pequeños grupos en la casa de su madre. Abarcan distintos temas, desde divisiones largas hasta lectura, según Cordero, quien dice que muchos niños se están atrasando.
“Tengo niños que están incluso ya en cuarto o quinto grado que no sabían leer”, dijo Cordero. “No soy docente, pero bueno, si Dios quiere es lo que hace lograr ese objetivo y les ayudas con todo”.
En medio de la crisis política y económica que vive Venezuela, la enseñanza se venía deteriorando desde antes de la pandemia, de acuerdo con Alexis Ramírez, activista enfocado en la educación que colabora con la organización sin fines de lucro Excubitus.
Destacó que maestros con estudios avanzados y años de experiencia ganan el equivalente a tres dólares al mes en Venezuela y que aproximadamente la mitad de los 554 mil maestros que había se fueron del país en los últimos cinco años, parte de un éxodo de venezolanos que partieron en busca de mejores oportunidades.
“Nosotros estábamos en medio de una emergencia humanitaria compleja, con todo lo que eso significa”, dijo Ramírez. “Y ahora vino el coronavirus a agravar esa situación”.
Investigadores dicen que la crisis económica hará que se reduzcan los presupuestos escolares un 9 por ciento en América Latina y el Caribe, anulando los progresos que se venían registrando antes de la pandemia.
La Unicef, no obstante, exhorta a los líderes de la región a que aprovechen la pandemia para crear un sistema escolar más equitativo e inclusivo, que pueda resistir mejor crisis futuras.
“Realmente consideramos que tenemos una oportunidad única en una generación de reimaginar la educación”, declaró Placco.
La madre de Jenashly, Saray Farías, de 33 años, dice que le preocupa el futuro de Venezuela al no poder preparar a su próxima generación. Trata de ayudar a sus cuatro hijos, de cinco a 15 años, con sus tareas escolares, pero admite que a veces no tiene tiempo o no conoce los temas.
Su esposo, quien es mecánico, trabaja en lo que puede ya que no hay suficiente actividad en ese campo y ella vende cosas como arroz, cebolla y leche a los vecinos desde su casa.
“Sí, se me ha complicado bastante educarlos como debe ser en una escuela”, admitió Farías. “A veces hay tareas que una no entiende”. (EL FINANCIERO)
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