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¿Alguien se acuerda de Karol Nahomí?, poco probable. Así se llamaba aquella niña de apenas tres meses de edad que en febrero murió bronco aspirada y a la que su madre abandonó en un baldío de la Bellavista, y apanicada inventó que se la habían robado.

¿Se acuerdan de los gemelitos de la Bellavista?. En la primera semana de julio los encontraron abandonados en unas canchas de ese sector al sur de Saltillo, eran dos recién nacidos y uno murió mientras que el sobreviviente fue llevado a la Casa Cuna bajo la custodia del DIF. A ellos ni siquiera se les identificó con un nombre, ni jamás se volvió a saber de las investigaciones para localizar a sus padres.

Los dos casos consternaron a los saltillenses, fueron incluso noticia nacional, pero irremediablemente van quedando en el olvido, y no únicamente se pierde el recuerdo de esas víctimas, sino que además ya nada se hace por atender las causas que estuvieron atrás de esas tragedias.

Sin embargo, es oportuno referirnos nuevamente a ellos ahora que se ha dado a conocer que para el próximo año quedará sin fondos un programa de becas que permitía a jovencitas embarazadas continuar con su educación secundaria.

En 2018 ese programa tuvo fondos federales por 2 millones 700 mil pesos; para 2019, con el cambio de gobierno, se redujo a 700 mil pesos, y para 2020 autorizaron únicamente 270 mil pesos, y aunque estamos en el último trimestre del año es fecha en que no se han liberado los recursos.

El programa, instrumentado hace ocho años, consistía en un apoyo mensual de 850 pesos en efectivo, que se otorgaba durante diez meses a alumnas de secundarias públicas que estuvieran embarazadas, para que no desertaran de la escuela y pudieran hacer frente a los gastos que se les presentaban en su estado.

De tener capacidad para auxiliar a 300 jovencitas, y pese a la trascendencia que conlleva, el programa vino a menos, y los fondos para el año que está por concluir alcanzarían si acaso para becar a treinta muchachas.

Estamos ante otro de los grandes absurdos de esta cuarta transformación que puede dar cada bimestre 2 mil 550 pesos a adultos mayores sin importar su situación económica, basta con que tengan más de 68 años, pero deja al garete a jovencitas que requieren de un apoyo para continuar con sus estudios, mantener a un hijo y comenzar a construir su vida.

Han sido documentados y expuestos decenas de casos de personas de reconocida solvencia económica que están entre los beneficiarios de esa pensión para adultos mayores.

El más ilustrativo fue el de un empresario de Monclova, desarrollador de vivienda y propietario de uno de los centros de manejo de residuos industriales, en suma, un hombre próspero, que admitió ser beneficiario y lo justificó diciendo «a nadie le amarga un dulce».

¿Dónde está la justicia social que promete López Obrador cuando a hombres ricos se les alimenta la avaricia con un bono que no necesitan, y a jovencitas que carecen de todo se les cierran las oportunidades?, ¿será acaso que unos sí están en el padrón electoral, y las niñas embarazadas no tienen aún edad para votar?

¿Quién va a salir a defender estos programas para becar a las madres adolescentes, o qué instancia va a diseñar una nueva estrategia para atenderlas?

Hay aquí un reto para legisladores e instituciones.

edelapena@infonor.com.mx

 

 

Autor

Eduardo De la Peña de León