Jaime Cárdenas, el ex director del Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, le bajó los calzones a López Obrador.
Si lo hizo con o sin intención lo mismo da. Dejó al aire libre la impudicia del presidente cuando denunció que el Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado —INDEP— operaba más como una cueva de ladrones que como una instancia con fines filantrópicos.
Las declaraciones de Cárdenas al diario Reforma —publicadas el pasado 24 de septiembre— son más importantes de lo que se cree. Uno de los hombres más identificados con el movimiento obradorista, decidió correr la cortina para mostrar que el ícono favorito de la 4T es un pantano pestilente.
Dejo ver que el organismo “Robin Hood” de la 4T es la caja fast track del gobierno, que de ahí se extrae el dinero que le urge al presidente sin que nadie esté obligado a registrar, transparentar o rendir cuentas del asalto a la nación.
Las funciones del Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado son definidas a partir de la falsa moral y la propaganda moralista que se repite en las “mañaneras”. “…acorde con los principales objetivos del Presidente de la República… el INDEP nació para combatir la corrupción, impulsar la transparencia e implementar una política social en beneficio de los más pobres”.
En los hechos, sin embargo, el INDEP es la cueva de Ali Baba y los 40 ladrones.
Está más concentrado en conseguirle dinero a López Obrador que en ayudar a los pobres. Y lo hace con reglas muy parecidas a las de un bazar o una ruleta en cualquier casino de Las Vegas. Hay subastas a sobre cerrado de residencias en Cancún, autos de lujo, joyas, muebles, menaje de casa, sin que nadie sepa de dónde proceden esas propiedades y menos, quién se beneficia de las ventas.
Nadie sabe si esas residencias efectivamente se subastaron, si fueron puestas a nombre de algún alto funcionario o uno de los activos hijos del presidente.
Lo más insólito de todo esto es que las transacciones más oscuras de la 4T se hacen, ni más ni menos, que en el Centro Cultural Los Pinos. Es decir, en la ex residencia oficial de los presidentes de México, un lugar en el que AMLO se negó a vivir por considerar que él, a diferencia de los que habitaron ahí, no es corrupto.
Jaime Cárdenas declaró que el INDEP es un “barril de pólvora” y sí lo es. Cuando explote y se conozca como se reparten los funcionarios de la “honorable” 4T el dinero de los más pobres y qué porcentaje de cada venta entregan en Palacio Nacional, los partidarios de López Obrador van a quedar —como le sucedió a Pinochet después de darse a conocer sus cuentas de banco—, decepcionados.
La historia negra del INDEP no es nueva. En una dictadura —y la 4T lo es— hay más corrupción que en una democracia y la razón es simple. En un Estado totalitario los órganos fiscalizadores están controlados. Eso explica el silencio cómplice de la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, ante los señalamientos de Jaime Cárdenas.
La voracidad que tiene el presidente por el dinero no tiene límites. Eso explica la desaparición de los fideicomisos. No solo quiere decidir a quien entregar becas y recursos. Quiere dinero, no importa de donde. El hecho de que no maneje tarjetas de crédito o cuentas de cheques no quita que tenga un almacén lleno de billetes.
Jaime Cárdenas le bajó los calzones a López, desveló los secretos de la pandilla y eso, López no se le va a perdonar nunca.
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