El río de la conciencia
El 15 de agosto de 2015, quince días antes de fallecer a los 82 años, Oliver Sacks hizo llegar a la editorial su última obra, «El río de la consciencia», publicado de manera póstuma por Anagrama, en una primera edición para México durante 2019. El volumen contiene diez ensayos reflexivos y profundos en poco más de 200 páginas, unidos entre sí por el gran cuestionamiento que el autor trató de responder con frecuencia: ¿qué nos hace ser humanos?, y para esta última obra la respuesta parece encontrarse en «la consciencia».
Disfrutar la literatura de Sacks significa participar en la lectura de un género poco socorrido, la narrativa científica, divulgación sí, pero sin la rigurosa solemnidad que habitualmente acompaña los textos doctrinales de la ciencia. Al igual que en sus trabajos anteriores, Sacks opta por «contarnos» su particular visión de los hechos, como lo hiciera desde su famoso «Despertares» de 1973, (sí, precisamente la historia que inspiraría luego la película del mismo nombre, protagonizada por Robin Williams y De Niro en 1990), hasta uno de mis favoritos «Musicofilia» de 2009, que nos lleva a entender el efecto de la música en el cerebro, o el «Hombre que confundió a su mujer con un sombrero», por mencionar solamente algunos de los libros del neurólogo y escritor británico, que hizo posible adentrarnos en una ciencia en la que sin ser especialistas, logramos comprender cauces, motivaciones e incógnitas de la mente.
«…ver y oír con los ojos y oídos de los demás, entrar en las mentes ajenas para asimilar el arte, la ciencia y la religión de toda la cultura, entrar y contribuir a la mente común, a la riqueza general del conocimiento. La memoria no surge sólo de la experiencia, sino del intercambio de muchas mentes.»
No cabe duda que este legado póstumo al igual que toda la obra de Sacks, permanecerá vigente muchos años todavía, como fiel testigo a la curiosidad natural del ser humano, a la filosofía que nos obliga a cuestionarnos, a pensar y ejercer nuestra condición especial de raciocinio individual y colectivo.
«Vemos con los ojos, pero vemos con el cerebro también. Y ver con el cerebro a menudo se llama imaginación» O. Sacks.
Somos lo que hemos leído y esta es, palabra de lector.
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