Enrique «El Perro», propietario de «Big Dog Tattoo» y Eduardo Alonso, miembro de «Creative Custom Tattoo», son tatuadores con 17 y 7 años de experiencia respectivamente, coinciden que con la llegada de la emergencia sanitaria por Covid-19 a Saltillo, la demanda de su oficio se ha visto mermada, ya que la afluencia de clientes comenzó a bajar –desde marzo– en sus espacios de trabajo.
«Ha habido días que no realizamos ningún trabajo y a veces sólo uno o dos. Ahora cuando hay trabajo optamos por guardar algo de dinero y administrarnos para no sufrirla, ahorita estamos al día. Nosotros de esto vivimos, de esto sostenemos a la familia», compartió para El Heraldo, Enrique «El Perro».
En opinión del veterano artista de tinta y aguja, esto parte de la creencia de que por la cercanía necesaria para la realización de un tatuaje entre el cliente y el tatuador, aumenta el riesgo de contagio de esta enfermedad. Sin embargo, asegura que este tipo de negocios –incluso antes de la pandemia– son sumamente monitoreados por las autoridades sanitarias, por lo que si bien hay una falta de sana distancia, sus locales sedes son sanitizados diariamente y su personal porta en todo momento cubrebocas, al tiempo que los materiales que se emplean –como agujas desechables, guantes y tintas– son evaluados y posteriormente autorizados para evitar riesgos en la salud de sus visitantes, más allá de la enfermedad infecciosa.
«Teniendo todas las medidas adecuadas, no veo riesgo. No podemos estar tan distanciados pero usamos guantes y cubrebocas sin excepción. Aquí estamos al pendiente de todo. La otra ventaja es que la mayoría de la gente sabe que aquí hay cuidados de regla, haya o no pandemia tenemos que ser muy higiénicos y muy cuidadosos. Usamos todo completamente desechable para que no corra riesgo la salud de las personas», platicó.
Asimismo, acepta que un tatuaje representa «un lujo» para muchos, por lo que la crisis económica derivada del Covid-19 ha orillado a la ciudadanía a utilizar sus recursos únicamente en lo indispensable. En su caso, reporta que antes de esta situación sus ganancias semanales alcanzaban hasta los 15 mil pesos libres y con este panorama, a lo mucho alcanza los 6 mil.
«He visto como algunos tatuadores han abandonado su trabajo, sí me he dado cuenta de que se han estado quitando estudios de tatuaje. Sí nos está perjudicando. Nosotros dependemos de la gente, gracias a la gente nos va a bien y ahora que pararon las fábricas nos afectó mucho porque tenemos muchos clientes de ahí», puntualizó.
PERSISTENCIA Y TALENTO
Por su parte, Eduardo Alonso –quien conjunta su gusto por el arte visual y el tatuaje– considera que una de las estrategias más efectivas para que la gente retome la seguridad para tatuarse es dejar que la calidad de sus trabajos sea la que invite a los interesados a acudir a su estudio, respaldado por un protocolo para mantener libre de Covid-19 sus instalaciones.
«Esto nos afectó bastante, como seguramente a todos los negocios. La gente por miedo posponía sus citas, sí me bajó la clientela un poco pero no he dejado de trabajar. Normalmente yo, antes de la pandemia, hacía dos tatuajes por día, de martes a sábado, piezas grandes y otro pequeño de hora u hora y media. Y ahora con la pandemia normalmente estoy haciendo uno grande al día o tres pequeños en lugar de hacer grandes. Yo creo que bajaron un 30 por ciento las ganancias», señaló.
«Lo que nosotros estamos haciendo en el estudio es seguir los protocolos que nos marcó Protección Civil, que van desde tomar la temperatura, uso de cubrebocas, que el cliente venga sin acompañantes», finalizó. (OMAR SOTO / EL HERALDO)
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