UNA TAZA Y DOS DE CULTURA

Dame agua, leche y no me quites la salsa de aquí

Recuerdo encontrar a mi abuela cortando los chiles rojos de su plantita en el jardín, contenta cuando la cosecha era abundante. Tengo todavía muy nítido el recuerdo de mamá los domingos familiares probando como iba quedando su salsa al ritmo de los machazos en el molcajete, felicitando a mi padre por llevarle los tomates más rojos y gordos que encontrara.

Los mexicanos hemos demostrado que por nuestro coraje, valentía y un tanto de cinismo nos atrevemos a reírnos de la muerte. Y también como dirían las abuelas “nos gusta la mala vida” a la hora de sentarnos a comer ¿Cómo? Mexicana y mexicano que se respeta no busca la salsa con menos nivel de picor, ¡No señor! Busca aquella que le rete, que le haga mentar madres, pedir agua, leche, sal, para calmarse el ardor en la boca, la lengua y haga trabajar los lagrimales. Eso si, después de un rato se vuelve al ataque porque hasta en la cantidad que le echas a los tacos, a la carnita y hasta en el puchero se nota que “tanto aguantas”.

“No se te olviden las salsas” “¿Tienes salsa?” “¿Hiciste la salsista que tanto me gusta?” “Te encargo la salsita compa” y hasta “A mi abuelo le gustaba mucho esta salsa” son algunas de las frases que escuchamos con amigos y familiares en la mesa, en las reuniones, en las fiestas. No queda duda que al sentir su sabor nuestro corazón dice ¡Viva México! Al estar los colores representativos de nuestro país reflejados en el chile, cebolla y tomate, tres de los ingredientes más utilizados para elaborarlas, sin hacer de lado a todos los demás como el cilantro, el aguacate, ajo, ¡Ya me dio hambre!

A una mujer no se le pregunta la edad, pero ¿la receta de la salsa? Algunas lo comparten sin pudor, otras con recelo, Ivone Orozco se atreve como siempre a algo más audaz, ¡Ensálzame la vida! El Salsario un regalo que hace la Generala para todos los amantes de la cocina, pero sobre todo de los que disfrutamos “mover el bigote”, saldrá próximamente a la luz, espérenlo.

Este salsario es para aprender y compartir, Orozco nos dice cómo y con qué, además sabiendo que aquellos gustosos de la cocina le agregarán de su cosecha al paso que vayan practicando la receta y harán sus propias notas deja un espacio para ello. La autora deja allí parte de su esencia: el reinventarse y romper las reglas.  Pero sobre todo comparte parte de su filosofía de vida, que es disfrutar lo que uno se lleva a la boca, porque comer para ella no es solo masticar el bocado sino sentir su sabor con los cinco sentidos.

Cae bien la persona que aguanta la salsa más picosa y mucho más quien las prepara. Este libro no puede faltar en la cocina. Ahora bien, ya hace hambre díganme y sin albur ¿Cuál chile pica más? Digo, para prepararlo en salsa.

 

Autor

Sergio Arévalo