JOSÉ VEGA BAUTISTA
A dos años del triunfo electoral del actual presidente de México, vale la pena recordar que de las 56 millones 611 mil personas que votaron en las pasadas elecciones federales, 53.19% lo hicieron por Andrés Manuel López Obrador, candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, de acuerdo con el resultado final de los cómputos distritales.
Con 100% de las actas computadas, los registros del INE dan cuenta que López Obrador obtuvo 30 millones 113,483 sufragios; de los cuales 63,863 provinieron de mexicanos que residen en el extranjero.
Para comparar, en las elecciones de 2012, el vencedor de la contienda electoral, Enrique Peña Nieto, obtuvo 38.21% de los votos, es decir, 19 millones 226,784 mil votos.
Esta cantidad es 36% menor a los votos que registró el líder del partido Morena, aunque el total de votos emitidos en 2012 ascendió a 50 millones 323,153, que representa 12% menos de los sufragios registrados en los comicios de esta última elección. (forbes.com.mx)
Las elecciones mexicanas de 2018 fueron las menos reñidas de la historia reciente de México. También las menos impugnadas.
Los analistas Jorge Buendía y Javier Márquez han señalado que la victoria de López Obrador se empezó a perfilar mucho antes de la elección. Tuvo a su favor el desencanto ciudadano con los gobiernos previos, especialmente el de Peña Nieto. AMLO recogió gran parte de los votos que el PRI dilapidó, pero también mostró una capacidad de inclusión de la que había carecido anteriormente: incorporó a cuadros de otras fuerzas políticas, se reunió con empresarios prominentes, moderó sus posturas y desplantes, en suma, hizo una buena campaña.
Al iniciar las precampañas AMLO ya era el candidato a vencer. Eran evidentes los cambios en el comportamiento electoral de los mexicanos: AMLO tenía amplio respaldo en regiones y grupos sociodemográficos que antes le habían volteado la espalda. Y durante la campaña consolidó y amplió las simpatías que crecían desde tiempo atrás. Si en el pasado su candidatura había dividido al país y a la sociedad, para el día de los comicios contaba con amplio respaldo en todos los estados y entre los principales grupos socioeconómicos. Entre hombres y mujeres, jóvenes y viejos, sin estudios o con carrera universitaria, en el norte y en el sur.
Uno de los aspectos más llamativos de esta elección es cómo AMLO cambió su posicionamiento. Históricamente dividía a la población. Un tercio de los ciudadanos lo aprobaba mientras que un tercio lo rechazaba y el resto mantenía una postura relativamente neutral. Esto empezó a cambiar desde finales de 2017 cuando sus positivos mejoraron sustantivamente (aunque sus negativos se mantuvieron). Una vez iniciada la precampaña, el rechazo a su persona disminuyó. Para enero de 2018, 49% tenía ya una buena imagen de López Obrador y sólo 25% tenía la opinión contraria (balance de +24). Su imagen era mucho mejor que la de sus rivales.
Este excelente posicionamiento fue sin duda un factor que le permitió tender puentes con diferentes segmentos del electorado y así captar a los votantes de Anaya que después desertaron. De hecho, la encuesta de Reforma de febrero de 2018 reportó que los votantes de Anaya preferían a AMLO sobre Meade en una proporción de dos a uno (y los lopezobradoristas tenían como segunda preferencia a Anaya sobre Meade). (2018: ¿Por qué el tsunami? | Nexos)
Volviendo al presente, de acuerdo a la encuesta de la empresa Consulta Mitofsky, a dos años de su elección, del presidente López Obrador presenta una aprobación de 47.1, lo que muestra una disminución, si tomamos en cuenta que en noviembre de 2018, cuando aún era presidente electo, su aprobación era de 61.6%, y había pasado a 67.1% en febrero del 2019, a unos días de cumplirse tres meses de estar al frente del gobierno.
Esa disminución, derivada del desgaste natural del ejercicio del poder, así como de la falta de cumplimiento de las expectativas de bienestar económico y de seguridad pública, entre otros temas coyunturales como la crisis de salud pública derivada de la aparición y desarrollo del COVID-19, también se refleja entre sus votantes, aunque al parecer no para encender las señales de alarma, ya que, entre ellos cuenta con el 86% de su apoyo. (facebook.com)
Para decirlo de otra manera, de aquellos 30 millones, aún le quedan cerca de 26 millones, suficientes para volver a ganar y más tomando en cuenta la dispersión y desorientación que actualmente en los partidos de oposición.
Aunque no por ello López Obrador debe confiarse, más bien debe apurarse si realmente desea cumplir con la expectativa que él mismo se fijó al auto proclamar su gobierno como una cuarta transformación del país, para eso será necesario pasar de la estrategia de las palabras, que tanto éxito le ha dado en campaña, a la estrategia de los hechos con resultados, que es lo que realmente beneficia a la población.
José Vega Bautista
@Pepevegasicilia
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