PLAZA CÍVICA

 Nada tiene sentido 

El surrealismo se ha afianzado en el país. Empero, no se ha afianzado en el mundo artístico sino en el político. Aquel “movimiento” que “intenta sobrepasar lo real impulsando lo irracional y onírico” a través de “la expresión automática del pensamiento o del subconsciente” (RAE) es lo que observamos este domingo pasado en toda su desnudez en el presidente de la República. Ante la mayor crisis económica nacional en décadas, el presidente propone las mismas recetas, políticas disparatadas y sueños irrealizables.

No era un informe de gobierno, pero el presidente aprovechó la ocasión para realizarlo. Se esperaban propuestas concretas, y nos impuso una larga lista de números indigeribles. Se apetecía un cambio de timón, pero insistió en mantener la misma dirección. Y entre el embudo recitado se asomaron claramente tres mentiras límpidas y dos propuestas sinsentido que de proseguirse habremos de pagar muy caro.

AMLO acierta cuando dice que recibieron en “estado ruinoso” el sector salud, pero se equivoca cuando comenta que su gobierno ha aumentado la inversión. Los enormes subejercicios atestiguados en 2019 y vendidos al público como “ahorros” al público, así como aquellos registrados al menos durante este pasado mes de enero y que rondan un 60%, son prueba de ello (“Hallan subejercicio en Salud, Defensa…”, Reforma, 29/03/20). Algunas medidas adoptadas hasta hoy, como contratar más personal médico, resultan correctas, pero ciertamente serán insuficientes.

Que el presidente asegure que su gobierno ha bajado el precio de la gasolina forma parte de una larga lista de mentiras y contrasentidos en materia energética. El precio de la gasolina se determina en gran medida por el precio internacional del petróleo y el IEPS que aplica el gobierno. Como bajó el precio internacional del crudo, disminuyó el precio de la gasolina. Sin embargo, y acertadamente, no han disminuido el impuesto a la bencina porque este representa una importante fuente de recaudación. El presidente no pagó el costo político del “gasolinazo”, pero sin duda ha recogido sus frutos.

El futuro aumento del empleo fue la tercera gran quimera del discurso presidencial. A pesar de la larga letanía de cifras optimistas, la realidad que se aproxima es contundente: el país tendrá una fuerte contracción económica que resultará finalmente en la pérdida masiva de empleos. Y más masivo será el desempleo ante la falta de una política fiscal expansiva.

De entre todas las propuestas sinsentido destacan dos: no contratar deuda pública y seguir enflacando al Estado mexicano. El país tiene un amplio margen fiscal para contratar deuda, ya que esta equivale a alrededor del 45% del PIB. Asimismo, si en un momento resulta prudente contratarla es en el presente ante la contracción económica que se avecina y la baja recaudación existente. Resulta sumamente irónico que la calificación crediticia del país peligra en parte por el empecinamiento de no contraer deuda ante su urgente necesidad, y resulta igualmente irónico que el presidente diga que no se aumentará cuando por el estrechamiento económico esta necesariamente crecerá.

La llamada “austeridad republicana” impactará más negativamente aún en la eficiencia del Estado mexicano, por lo que aumentará la tan reprobada incompetencia gubernamental. Aquí también resultan sumamente irónicas las acciones del presidente, ya que mientras el resto del mundo apuesta por fortalecer las capacidades estatales para mejor responder a la crisis, en México apostamos por desgastarlas en un país con de por sí un Estado pequeño; resulta irónico también que estas propuestas provengan de la izquierda, cuando una de sus banderas políticas históricas ha sido precisamente el robustecimiento del Estado.

AMLO terminó su discurso pronunciando su admiración por Franklin D. Roosevelt, pero ambos no pueden ser más disímiles: mientras que el primero desarticula y debilita al Estado de su país, el segundo articuló y fortaleció la moderna burocracia americana. Por ello nuestra crisis no será meramente transitoria, a diferencia de lo que dice el presidente, sino más duradera y profunda. El rompecabezas que intenta armar AMLO simplemente no tiene sentido: baja recaudación, no deuda, elefantes blancos, incertidumbre económica. Ese rompecabezas es el país. Mientras tanto, el presidente grita “¡Viva México!” al vacío.

 

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El Heraldo de Saltillo
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