INDICADOR POLÍTICO

La falla del TCL 1.0 y 2.0: viejo modelo de desarrollo y PIB de 2%

El debate sobre el recientemente aprobado Tratado de Comercio Libre 2.0 (bautizado como T-MEC para diferenciar lo que es lo mismo) se ha centrado en la supervisión laboral del gobierno de los EE. UU. sobre los trabajadores y sindicatos mexicanos. Sin embargo, lo más preocupante es, de nueva cuenta, la falta de un modelo de desarrollo que potencie la producción y no repita la maquilización o ensamble de productos extranjeros.

Los 26 años de existencia del Tratado han aumentado el comercio exterior por 10 veces, pero no han cambiado la estructura social de los mexicanos y han estancado el PIB en una tasa de 2% promedio anual, contra el 6% promedio anual del largo periodo populista 1934-1982.

Tres datos revelan el fracaso del TCL 1.0 en su meta de convertir a Mexico en un gran país del primer mundo industrializado y el destino similar del Tratado 2.0 firmado esta semana, en datos estadísticos recopilados por el profesor Arnulfo R. Gómez, de la Universidad Anáhuac:

1.- Mientras las exportaciones totales pasaron de 51 mil 886 millones de dólares a 450 mil 531 millones de dólares, el valor agregado nacional de empresa locales se desplomó 25 puntos, al disminuir de 59% en 1993 a 34% en 2018. Es decir, el Tratado no potenció la producción nacional; al contrario, convirtió empresas nacionales en maquiladoras de extranjeras.

2- En comparación con Singapur por el tratado firmado, México se localiza sin competitividad: lugar 51 en índice general, contra 3 de Singapur; lugar 68 en requerimientos básicos, contra 2; lugar 47 en promotores de la eficiencia, contra 2 y lugar 51 en factores de innovación, contra 12.

3.- México desaprovechó el TCL 1.0 y cinco datos lo prueban: en comparación con 2001, en 2018 México cayó del lugar 41 al 74 en ubicación del PIB per cápita, del 2.58% a 2.35% en participación en la exportación mundial, del lugar 51 al 56 en exportación per cápita, del lugar 6 al 15 como destino de la inversión extranjera directa y del lugar 94 al 127 en confianza en autoridades y políticos.

Los saldos positivos del Tratado 1.0 sólo han beneficiado a los exportadores, mayormente empresas transnacionales que a través de una política corporativa y operaciones intrafirma muy exitosas han utilizado a nuestro territorio como centro de costos, sin derramar riqueza en la sociedad, según lo prueba el PIB promedio anual de 2.2% en los 26 años de globalización. Y este modelo promotor de la desigualdad social se confirma con las cifras de distribución desigual de la riqueza: 70% de las familias en general tienen el mismo ingreso que el 30% de las familias más ricas.

Aunque aquí se ha citado la estadística de profesor Arnulfo R. Gómez, ahora merece repetirse los datos comparativos de 2001 al 2018:

–El PIB mexicano cayó del lugar 9 al 15.

–La participación del PIB mexicano en el mundo bajó de 2.65% al 1.41%.

–El PIB per cápita de México se desplomó del lugar 41 al 74.

–La participación mexicana del total de las exportaciones disminuyó de 2,58% a 2.35%.

–Las empresas exportadoras se redujeron de 37 mil 745 a 35 mil 277.

–El porcentaje de productos mexicanos en exportación bajó de 45% a 37%.

–La ubicación como país exportación sin reexportación cayó del lugar 18 al 30,

–La ubicación de México como destino de la inversión extranjera cayó del lugar 6 al 15.

–La participación mexicana en la inversión extranjera directa bajó de 3.59% a 2.14%.

Estos datos revelan que los 26 años de TLC no cumplieron los compromisos de elevar el nivel de la capacidad de producción, aumentar la competitividad, generar mayores empleos y sobre todo colocar a México entre las potencias de producción industrial. Es decir, el objetivo no era sólo aumentar las cifras de la exportación, sino construir una planta productiva de alta calidad y competitividad que permitiera abandonar el modelo de maquila o ensamblaje de productos extranjeros enviados a México para armado y regresados al exterior como exportación; es decir, añadir valor y generar empleos en nuestro territorio.

El Tratado buscaba construir en México un nuevo modelo de desarrollo, pero se quedó con el mismo y, lo peor, ha permitido que dejen de funcionar algunas empresas que aportaban productos nacionales para la exportación al crearles una competencia desleal debido al poco competitivo marco sistémico que nuestros funcionarios han provocado.

El Tratado 2.0 –o T-MEC– tampoco asume compromisos para construir un modelo de desarrollo nacional más competitivo y menos tiene en sus objetivos salir del hoyo del 2% de PIB promedio sexenal. Por lo tanto, de ninguna manera México en los años del Tratado ha podido definir un nuevo esquema de distribución de la riqueza para terminar con la desigualdad social.

Habrá nuevo TLC, pero sin efectos sociales internos.

 

Política para dummies: La política se mide por la distribución de la riqueza, no por la apropiación privada de las utilidades.

 

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Agencias