El presidente ha cumplido el primer año al frente del gobierno federal. Un año que ha estado repleto de formas, enemigos, emociones y también grandes interrogantes. Al año; continúa un presidente con un fuerte apoyo popular, un movimiento político dividido, un país envuelto en la violencia, una macro económica estable entre un discurso de peligro en la economía, y muchas cosas siguen igual.
Han protestado quienes nunca habían protestado, bueno en algunos sectores, malo para otros. Han pagado justos por pecadores y se han disminuido drásticamente programas virtuosos por culpa de manejos viciosos.
Aunque he reiterado que el discurso liberal está en crisis y en todo el mundo se ven signos de cambio, México no debería ser la excepción. Pero el tiempo, que es el mejor el maestro, sigue su curso y ya llevamos un año de esta transformación. Con aciertos y desaciertos, y sobre todo dudas que opacan el aplauso.
Durante este primer año, el discurso estuvo siempre dedicado a los enemigos. Una política muy emocional, trasladamos la democracia a la “emocracia” para nombrar un gobierno de emociones. Las emociones no solo construyen objetivos, sino que también se han vuelto herramientas y estrategias; “abrazos no balazos”. En el discurso de las emociones, que algunos llamarán “cuento”, siempre deben existir villanos y eso suple la incertidumbre ante el futuro, reiterar la certeza del pasado, porque no íbamos bien, eso es obvio, estábamos mal, pero siguen las dudas que sigamos igual.
Aunque la economía peligra, las finanzas siguen sanas, los indicadores económicos muestran estabilidad y con ello cierta confianza en el proyecto, pero sigue faltando los “cómo” ante los anhelados “por qué”. Durante este año el peso ha aumentado su valor en 4% y esto se observa consecuencia de un buen manejo de las finanzas nacionales, aunque resulta evidente un descuido en la económica.
En todo este contexto, el pueblo sabio sigue creyendo lo que el vecino dice, las noticias de la guerra siempre nos han llegado por rumores, no nos gusta investigar, lejos de ver con los propios ojos, nos gusta entender el mundo a través de los ojos ajenos. Rápidamente creemos, no buscamos justicia, buscamos la venganza. Somos crédulos, tanto que incluso nos sumamos a discursos como acciones. Quizá en México Martin Luther King no hubiera necesitado su discurso “Tuve un sueño”, hubiera bastado que nos dijera “estamos soñando” y le aplaudía una multitud emocionada.
Pero en este México convulso, polarizado, aunque en este tiempo es cuando menos polarizado está: ¿cuál oposición?, ¿Cuántos detractores?, el más famoso detractor es un expresidente desde una cuenta de twitter, estamos y nos sabemos divididos. Mientras el mundo avanza y cambia antes de tener que cambiar, nosotros debatimos entre chairos y fifís, como lo hicieron los mestizos y los criollos.
En este primer año, el presidente se aventó cuatro informes de gobiernos, espero que este segundo año; veamos los cómo, percibamos un equipo más participativo, un presidente capaz de entender que solo llega más rápido pero junto a otros llegará más lejos. Y un gobierno que confíe en la capacitación, en la profesionalización y en la técnica para dar con los resultados.
Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes
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