Ahora sí: evaluar para mejorar
Lo importante es lo importante, y lo importante es la educación. México podrá reinventar su sistema económico, cambiar de gobierno, democratizar sus instituciones, ser implacable con la corrupción, invertir mayores recursos en seguridad, firmar el T-MEC, repartir becas al por mayor, sin embargo, nada cambiará la historia de desigualdad, pobreza, inseguridad y escaso crecimiento, si antes el país no toma la decisión de transformar su sistema educativo.
El desarrollo del país estará condenado a muerte si la reciente reforma educativa no logra en poco tiempo garantizar la cobertura universal en todos los grupos de edad, elevar los indicadores de aprendizaje y asegurar mejores oportunidades de desarrollo profesional para los docentes.
De ahí que me llamó poderosamente la atención la creación de la Comisión Nacional para la Mejora Continua en la Educación, como un organismo descentralizado que sustituye al extinto Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), y cuyo mandato establece, precisamente, su contribución para garantizar el desarrollo profesional de los maestros y la mejora en el aprendizaje de los alumnos.
Se nos dirá que la creación de esta Comisión de trata de una contingencia política, de una venganza en contra de los antiguos integrantes del INEE que no terminaron de alinearse con el nuevo grupo en el poder y que en algunos casos se mostraban infranqueables al momento de defender la reforma educativa de Peña Nieto. Tal vez sea cierto, sin embargo, al escuchar recientemente a la maestra Etelvina Sandoval Flores, designada por el Senado de la República como presidenta de la Junta Directiva del nuevo organismo educativo, me quedó claro que sí hay un avance sustantivo respecto al objeto, la forma de trabajo y los propósitos educativos del desaparecido INEE.
Personalmente manifesté mis simpatías con el INEE y recomendé su permanencia, sin embargo, en su momento, no reparé en una ausencia fundamental dentro de su objeto social: la mejora del sistema educativo.
“El Instituto tendrá por objeto coordinar el Sistema Nacional de Evaluación Educativa, así como evaluar la calidad, el desempeño y los resultados del Sistema Educativo Nacional en lo que se refiere a la educación básica y a la educación media superior, tanto pública como privada, en todas sus modalidades y servicios. Asimismo, el Instituto diseñará y realizará mediciones y evaluaciones que correspondan a componentes, procesos o resultados del Sistema Educativo Nacional respecto a los atributos de educandos, docentes y Autoridades Escolares, así como, de las características de instituciones, políticas y programas educativos”.
Medir y evaluar, es lo que hacía el INEE. En las 92 palabras que describían su objeto social, no se percataron de que en ningún momento se referían a la mejora de la educación. La evaluación era el fin en sí mismo, y no el medio para la mejora continua de los distintos componentes del sistema educativo.
Podría decirse que dentro de las atribuciones, objetivos y acciones del INEE se reflejaba y se cumplía con el propósito de impulsar acciones para mejorar la calidad de la educación, lamentablemente, dado que el propio objeto del organismo lo colocaba en una dimensión de gendarme evaluador, terminó por convertirse en una carga burocrática para las autoridades educativas que buscaban darle la vuelta a una serie de evaluaciones que no terminan por convencer respecto a su utilidad para la mejora educativa.
En cambio, el Sistema de Nacional de Mejora Continua en la Educación, coordinado por la Comisión, tiene un objeto que lo mandata en términos siguientes:
“El Sistema tiene por objeto contribuir a garantizar la excelencia y la equidad de los servicios educativos prestados por el Estado y los particulares con autorización o con reconocimiento de validez oficial de estudios, para contribuir al desarrollo integral del educando”.
Los principios que rigen al Sistema y a la Comisión capturan elementos como el aprendizaje, la mejora, el desarrollo integral, la excelencia, el reconocimiento al docente y la cobertura universal. Justo los objetivos que señalamos al principio de esta columna como los indispensables para avanzar en la mejora y transformación del sistema educativo.
Pero hay algo más que nos ofrece certeza respecto al éxito del nuevo organismo. La maestra Etelvina Sandoval es un “garbanzo de a libra” dentro del incierto proceso de transformación educativa. Con sencillez y a la vez con una aguda visión estratégica, reconoce que el INEE cumplió su misión histórica, pero que llegó el momento de evolucionar y transformarse en un organismo que visualice a la evaluación no como el fin, sino como el medio para la mejora educativa. Asegura que no se trata de destruir, como sí de construir más alto y con cimientos más sólidos. La presidenta de la nueva Comisión considera oportuno aprovechar el conocimiento, la información y los expertos que durante décadas laboraron en el antiguo Instituto. Este es el tono que hace falta en un proceso de transformación. Buen augurio.
olveraruben@hotmail.com
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