“En la política la forma es fondo” decía Jesús Reyes Heroles. Y esto lo demuestra López Obrador en mensajes, simbolismos y acciones, hasta cierto punto banales, pero que venden una nueva forma de hacer las cosas. La ceremonia del Grito no fue la excepción.
El presidente rompió con los cánones establecidos al conmemorar el aniversario de la independencia de México en un formato de austeridad. Se acabaron las ceremonias patrias donde el balcón del Palacio Nacional lucía abarrotado de familiares y funcionarios predilectos. En esta ocasión solamente estaba el presidente, su esposa y al fondo la escolta militar.
Por cierto, esta vez no hubo medios que impulsaran la frívola costumbre de anunciar quién fue el diseñador del vestido de la primera dama o de cubrir la pasarela de los asistentes como si fuera la alfombra roja de los Óscares.
Se acabó el dispendio excesivo en el convivio privado posterior al Grito. Gracias al flamante embajador de Estados Unidos en México, que subió a su Twitter fotos de la tertulia, sabemos que sí hubo una recepción estilo kermés, pero muy lejos de lo que fueron las grandes fiestas de administraciones pasadas.
El besamanos fue mucho más discreto y el presidente no se encaminó al balcón a través de un pasillo lleno de gente emperifollada vitoreándolo. En síntesis, López Obrador cesó la ostentosidad del festejo para unos cuantos, mientras que a la mayoría solo le toca la dureza de la plancha del Zócalo.
Se extendió a veinte vivas el acto protocolario en el que destacan las madres y los padres de nuestra patria, los héroes anónimos, el heroico pueblo de México, y las comunidades indígenas, lo cual es un claro mensaje de inclusión, memoria histórica y justicia social.
¿Y qué me dicen la innovación del desfile militar en el que se incluyó a las pipas de gasolina antihuachicoleo y algunos beneficiarios de programas sociales? ¡Qué manera de hacer propaganda política!
Pero todo eso es sólo la forma. En el fondo la inseguridad sigue desatada, el crecimiento económico es nulo, continúa la pérdida empleos formales, la atención médica pública aun es deficiente, entre otros males.
Y con todo eso, este es el primer Grito en muchos años en donde no hubo rechifla al presidente, sencillamente porque AMLO le ha dicho a la gente que ya no hay más una clase política privilegiada. Que se acabaron los lujos para unos cuantos. Que el festejo es parejo para todos. No importa que el país esté atrasado, mientras el pueblo sienta que ha salido vencedor en la lucha de clases. Así se cambia el fondo a través de las formas.
Israel Navarro es estratega político y socio del Instituto de Comunicación Estratégica. Twitter: @navarroisrael
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