RUBÉN MOREIRA
A sus 90 años, el PRI enfrenta la posibilidad de desaparecer o convertirse en un partido testimonial. Dos cosas terribles para una institución histórica e indispensable para entender la construcción del país.
¿Qué hacer? La posibilidad de sobrevivencia del PRI y de que sea una opción competitiva, descansa en el empoderamiento inmediato de su militancia.
Las bases que durante muchos años fueron utilizados por la cúpula deben conseguir que su organización se comporte como un verdadero partido político, en donde el peso decisorio lo tengan ellas.
No olvidemos que el PRI pasó de ser vanguardia de la Revolución y soporte del gobierno a comparsa de mandatarios que ejercían el poder desde posiciones ideológicas contrarias a su esencia. La subordinación tuvo efectos desastrosos para el PRI.
¿Qué hacer? La construcción del partido requiere dos condiciones sustantivas: dirigentes legitimados por la militancia y una gran asamblea nacional que solvente cuatro puntos fundamentales:
- a) La posición político-ideológica frente a los retos de la nación.
- b) La forma de organización del partido y solución de la ecuación: partido de masas o de cuadros.
- c) La posición frente al poder, en particular cuando se trata de gobiernos que surgidos del PRI, implementan políticas públicas distanciadas de sus postulados.
- d) Las reglas o candados para impedir decisiones cupulares en la selección de dirigentes y candidatos.
Las calamidades no vienen solas. Ante los retos, nos enfrentamos a una realidad: el neoliberalismo minó al Estado y, de paso, desmanteló al partido. Erróneamente, algunos dirigentes pensaron que la eficacia del gobierno implicaba la sumisión y el silencio de la militancia que los llevó al poder.
Desconocían el trabajo político que en antaño se realizaba para conseguir el consenso de los militantes a las políticas públicas.
Usaron al partido para llegar al poder e, incluso, lo sometieron a la vergüenza de postular candidatos que renegaban de él o lo contradecían ideológicamente.
¿Cuál es el PRI que México necesita? Uno de izquierda, nacionalista, aliado a causas populares, progresista, competitivo, feminista y ambientalista. Ese es el que me gusta a mí. Pero la decisión la tienen que tomar la base, con su gran sensibilidad e inteligencia, en una asamblea donde los que acepten el resultado protesten convertir el ideario en programa de gobierno.
Ante la democracia como ruta para la reconstrucción, han aparecido voces cupulares, sin capacidad de representación, que se oponen, sacando del clóset el viejo fantasma de la ruptura y la intromisión del gobierno.
Los que negociaron todo, ahora se rasgan las vestiduras para evitar una contienda interna. En juego está el futuro del partido; lo justo, razonable y prudente, es que la base priista decida su destino.
(COLUMNA DE OPINIÓN PUBLICADA EN EL HERALDO DE MÉXICO)
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