ARIADNE H.
Creo que si la música me gusta tanto es por su carencia de moralidad. Todo lo demás es moral, y yo busco algo que no lo es. La moral no me ha procurado nada que no fuera doloroso.
La primera vez que oí hablar de Demián fue por una recomendación de lectura de un profesor. Dijo que este libro debía ser leído en la adolescencia y, he de decir, que tenía razón. Herman Hesse, autor del libro, escribe no solo sobre la perdida de inocencia, sino también sobre el descubrimiento de un mundo que nos han querido ocultar por años.
Durante años y años nos enseñaron lo que era bueno, lo que estaba prohibido y nos enseñaron -o impusieron- los valores a los que se debe aspirar. Nos dijeron que el bien debe ser nuestra única meta y, sin embargo, se rechaza el mal como si su existencia fuera producto de una loca imaginación, algo que debe ser prohibido y evitado a toda costa. Esta falacia se olvida del hecho de que ambas existen en un mismo ser humano, conviviendo la una con la otra: el bien con el mal y viceversa. El primero no puede vivir sin el segundo y el segundo no puede vivir sin el otro. De esto trata Demián. De una dualidad descubierta y de un proceso inevitablemente doloroso. A través de este libro conocemos a Emil Sinclair, quien se hace amigo de Demián y cuya amistad es, justo como todas las relaciones, un aporte significativo y único de experiencias, un mero conjunto de enseñanzas buenas y malas.
Con el paso de las páginas conocemos a un Sinclair curioso, perspicaz y cuya visión se asombra con la dualidad del mundo. Abrazaba las cosas buenas y lindas que existían en el mundo, pero a su vez se maravillaba de que tantas cosas horribles y crueles pudiesen existir; se asombraba por la cercanía de estos dos mundos que parecían estar tan separados y cerca a la vez. El libro es el retrato del descubrimiento de toda una realidad que -en palabras de Hesse- ha sido saboteada por curas y profesores.
Herman Hesse describe un encuentro cruel con la realidad: una que se nos ha mantenido oculta por mucho tiempo y, a su vez, esta viene junto a otra cosa que es aún más dolorosa: el adiós a la infancia. Escribe un relato duro y áspero sobre la pérdida de aquél inocente e ingenuo pensamiento de que en el mundo todo es bondad. Porque no lo es. Y de esto trata Demián. De un proceso de descubrimiento por el que todos tenemos que pasar.
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