La diplomacia no se mancha
Últimamente es muy común escuchar series de quejas respecto de la situación que actualmente se vive en Venezuela, y de cómo la postura que optó por tomar el gobierno de México no es la correcta, pero adentrándome en la justificación del “porqué”, de dicha decisión, puede ser de sorpresa para muchos, que en esta ocasión se pudieran estar haciendo bien las cosas.
La postura por parte de la cancillería mexicana hizo renacer a la Doctrina Estrada, promulgada el 1930 durante el mandato del Presidente Pascual Ortiz Rubio, por el entonces Secretario de Relaciones Exteriores, Genaro Estrada Félix, en la cual estableció que la diplomacia del país se regirá bajo los principios de no intervención frente asuntos internos de otros países y la libre determinación de los pueblos.
Cabe destacar que dicha Ley sentó un paradigma en el Derecho Internacional, y permitió que la diplomacia mexicana se mantuviera estable durante la mayor parte de la segunda mitad del Siglo XX.
En donde se abre el debate, es en cuestionar si dichos principios han sido siempre acatados, tal es el caso cuando el 1936 durante la Guerra Civil Española, el gobierno de Lázaro Cárdenas, decidió romper relaciones con el régimen militar de Francisco Franco, generando así en México una hospitalidad hacia los republicanos españoles.
Del mismo modo, en la década de los 70´s, bajo la presidencia de José López Portillo, México participó activamente en el resquebrajamiento de la dictadura que se vivía en Nicaragua bajo el régimen Somocista, rompiendo todo tipo de relación diplomática con el país; apoyando así a la Revolución Sandinista, permitiendo que sus principales reuniones de planeación se tuvieran en nuestro país, incluso convertir la embajada de México en Nicaragua en una especie de refugio para los sandinistas.
Para un análisis de lo antes mencionado, y la postura actual del gobierno de México con Venezuela, vale la pena resaltar y traer a colación, el texto literal de lo que la Doctrina Estrada establece, “El gobierno de México no otorga reconocimiento porque considera que esta práctica es denigrante, ya que a más de herir la soberanía de las otras naciones, coloca a éstas en el caso de que sus asuntos interiores pueden ser calificados en cualquier sentido por otros gobiernos, quienes, de hecho, asumen una actitud de crítica al decidir favorable o desfavorablemente sobre la capacidad legal de regímenes extranjeros. El gobierno mexicano sólo se limita a mantener o retirar, cuando lo crea procedente, a sus agentes diplomáticos, sin calificar precipitadamente, ni a posteriori, el derecho de las naciones para aceptar, mantener o sustituir a sus gobiernos o autoridades”.
Con ese planteamiento de base, y siendo de lo más objetivo, reconozco que la postura actual del gobierno mexicano hacia la situación que se vive en Venezuela, es adecuada, para los principios que nos rigen como nación.
Resaltar, el no acceder a las presiones ejercidas por el Grupo de Lima, liderado por Estados Unidos, quienes desconocen la legitimidad de Nicolás Maduro como Presidente, alegando que hubo fraude en los pasados comicios donde resultó ganador, y reconocen como líder legítimo, al máximo opositor, Juan Guaidó, también es un punto a favor de la diplomacia mexicana, ya que la aplicación de la Doctrina Estrada se lleva a cabo -o al menos así se exige- con reciprocidad.
Es de suma importancia dejar claro, que a pesar de no adherirse a la declaración propuesta por el Grupo de Lima, esto no quiere decir que se esté a favor de lo que actualmente está ocurriendo en Venezuela, ya que esta declaración pareciera ser más un boleto de entrada para que Estados Unidos intervenga de forma activa en los asuntos internos del país, y basta con conocer la historia para recordar que ese tipo de intervenciones por parte de nuestro país vecino no han sido del todo positivas.
Sonará repetitivo; pero es necesario, recordar que queda criterio de usted, querido lector, si la decisión del Ejecutivo, a través de la cancillería es buena o mala, y ya será el tiempo quien defina quien tuvo la razón.
Como mexicanos, no podemos negar que esto es un claro ejemplo de lo que en su momento Benito Juárez veía como un ideal, “Entre los individuos, como entre las Naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
Reciban un saludo, muchas gracias.
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