El éxito de la película Roma se debe, en parte, a que aborda cuestiones que nos atañen a todos, tanto a nivel social como personal. Roma expone, entre otras cosas, la discriminación racial y de clase que existe en México y que se acentúa contra los indígenas. La acogida que la película ha tenido a nivel internacional sugiere que los problemas que toca no son exclusivos de un país, sino que son generalizados.
Leones y Globos de Oro; preseas de numerosas asociaciones de críticos en distintos países; galardones de sindicatos de directores; premios de periodistas, profesionales de la industria cinematográfica y asociaciones civiles; cuatro premios de la Academia Británica; un premio Goya… la lista parece no tener fin. Roma y su creador, Alfonso Cuarón, han cosechado un sinnúmero de distinciones a las que se pueden sumar más este domingo, cuando se revelen los triunfadores de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas. Roma y Cuarón cuentan con una decena nominaciones, que incluyen mejor película y mejor director.
El éxito de Roma se debe, en parte, a que aborda cuestiones que nos atañen a todos, tanto a nivel social como personal. ¿A qué atribuye el director de la cinta la respuesta que ha generado de públicos tan diversos en todo el mundo? “La película habla de nuestra existencia como una experiencia de soledad que busca compañía, una experiencia común de soledad. Sólo las relaciones afectivas nos pueden dar algún sentido, creo que de ahí viene el impacto emocional y, después, cada persona y cada sociedad ven sus propias cosas.”
En entrevista con Noticias ONU, Alfonso Cuarón reflexionó sobre algunas de las premisas de este filme de carácter autobiográfico, considerado por gran parte de la crítica internacional como una obra maestra dentro del cine de autor.
Roma es una película que expone, entre otras cosas, la discriminación racial y de clase que existe en México. El abismo de desigualdad y abuso que generan las relaciones de poder es muy claro y lo toca todo, empezando por el plano afectivo.
La historia sucede en la colonia de la Ciudad de México que da título a la película, donde Cleo, una joven indígena, trabaja para una familia de clase media que la quiere, aunque sin olvidar nunca que está a su servicio.
El filme deja ver también la realidad política mexicana de un periodo puntual; sin embargo, la acogida que ha tenido a nivel internacional sugiere que los problemas que toca no son exclusivos de un país, sino que son generalizados.
Para Cuarón, la multipremiada Roma ha tenido un impacto emocional muy fuerte alrededor del mundo porque, al final de cuentas, “la experiencia que emana es una y la misma, la relación entre clase social y bagaje étnico es la misma en todo el mundo”, al igual que lo son las relaciones de familia “y los encuentros fortuitos que también crean familia”.
Racismo y represión de las lenguas indígenas
En la entrevista, el realizador dice que en México, como en otros países, esas diferencias de clase y sociales van mano a mano y se acentúan con los pueblos indígenas. “No es muy difícil ver dónde está el poder económico a partir del color de la piel y los pueblos indígenas son los que siempre terminan con menos privilegios”.
“Hay una complejidad específica en México: por un lado, existe un orgullo indígena, pero como de una manera mítica, como una cuestión de un pasado lejano de casi decir súper héroes y, por otro, se ignora a toda una sección de la población que está ahí y que ha sido usurpada de una cultura, o se ha tratado de usurpársela, incluso con programas para la erradicación de su lengua.”
Muchas veces, dice Cuarón, esa erradicación se consigue con la presión social que reciben de generación en generación los indígenas que terminan por “no querer que los hijos hablen sus lenguas originarias por temor a no integrarse”.
Rodada en español con algunos diálogos en mixteco, la lengua del pueblo indígena oaxaqueño del mismo nombre, Roma exhibe la represión que sufren las lenguas indígenas. “El mixteco no se habla más que entre Adela [la otra empleada doméstica de la familia protagonista] y Cleo, y lo hablan en sus espacios: la cocina y su cuarto, cuando están en intimidad o en soledad, no cuando están rodeadas del marco familiar”. Cuando las empleadas hablan su idioma frente a los niños de la familia, el más pequeño les insiste en que dejen de hablar así.
Con la única persona que existe una mínima relación en mixteco es con la niña de la familia, quien suele cantar con Cleo una canción en su lengua. Cuarón explica que este detalle es “un comentario acerca de una cierta estructura de poder porque esa niña es ninguneada, ignorada y menospreciada por la parte masculina del hogar”. La relación de poder entre géneros es otro tema espinoso retratado en Roma.
Durante la charla, el cineasta hace referencia a quienes afirman que, si las lenguas son habladas por poca gente, no tienen razón de ser y deberían dejar existir. “Es aterrador eso, es casi un genocidio cultural. Las lenguas se enriquecen de la diversidad, el conocimiento se enriquece de la diversidad, la humanidad se enriquece de la diversidad.”
El contexto en que se ubica Roma, en 1971, es uno de discriminación hacia los indígenas, lamentablemente, ese escenario no ha cambiado, “si acaso, se ha agudizado el problema”, aunque con la gran diferencia marcada por el levantamiento zapatista en 1994, recuerda.
Cuando México se estaba dejando llevar por la quimera de una modernidad recibió “un recordatorio de un sector enorme y fundacional de este país que había no sólo sido ignorado, sino oprimido. Y fue también un recordatorio de la resiliencia de estos pueblos.”
Los zapatistas clamaban por respeto y dignidad. El gobierno de entonces y las administraciones subsecuentes continuaron ignorándolos para así derrotarlos, pero eso les dio más fuerza. “Creo que ese clamor de respeto es algo que un sistema ya tan arraigado a sus costumbres coloniales no pudo computar (…) Porque una cosa es la llamada “integración”, que lo único que ha significado ha sido tener mano de obra muy barata”, una forma moderna de esclavitud.
Observar estas situaciones dolorosas en una pantalla ha tocado fibras sensibles y ha generado una reacción en México. En palabras de Cuarón, “la película ha abierto conversación. Una conversación acerca del racismo que existe en mi país y que lo hemos ignorado. Y no sólo ignorado, el mexicano ha vivido negándolo…la realidad es que es profundamente racista y se ha abierto esa conversación alrededor de los pueblos indígenas, de los pueblos originarios”.
Reivindicación de las trabajadoras domésticas
Del mismo modo, la forma en que el filme retrata la vida de las empleadas domésticas ha impulsado la lucha de reivindicación de ese gremio. “Me da muchísimo gusto que Roma se haya convertido en una plataforma para movimientos tan importantes en México y Estados Unidos de trabajadoras domésticas”.
Se calcula que en México hay cerca de dos millones y medio de trabajadores del hogar, más del 90% de los cuales son mujeres, y que prácticamente todos carecen de protección social. Tras años de reclamos, las organizaciones que defienden sus derechos y demandan que su trabajo se legisle han logrado que se inicie un programa piloto de incorporación al sistema del Seguro Social, además de que se establecerá un salario mínimo para su labor.
Para Cuarón, no obstante, hay un elemento todavía más importante que el legislativo, “y es la educación a un público que tiene usos y costumbres desde la Colonia del trato a las trabajadoras del hogar. El bagaje viene desde la Colonia, donde había una estructura en un principio de esclavitud, y cuando ésta se abolió vino esta esclavitud disfrazada en la que generalmente gente de origen indígena recibía solo techo y comida…Y este es un esquema que se ha normalizado en México, además de que se toma ventaja de una situación de paridad ínfima y estas personas tienen que aceptar cierta relación porque están escapando de realidades de mucha miseria y hay una actitud muchas veces de un sector de la sociedad que siente que con darles techo y comida deberían de estar agradecidas”.
El lanzamiento de Roma ha coincidido con un momento de cambio de gobierno en México que ha despertado mucha esperanza para la mayoría de los mexicanos. ¿Es realmente una coincidencia que un proyecto tan personal del cineasta se exhiba en este contexto? ¿O es un recordatorio de las cosas que hace falta resolver? “Es meramente coincidental. Pero es coincidental como las cosas pueden ser coincidentales en las conciencias colectivas en las sociedades, hay necesidades de discutir, de hablar cosas”, sostiene Cuarón, quien comparte la esperanza de que esta posibilidad de cambio no esconda “viejos vicios con trajes nuevos”. (ONU NOTICIAS)
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