¿Qué tan frágiles somos a realizar acciones que otros nos digan aun y cuando esas acciones sean contrarias a nuestros valores?, como seres somos gregarios, la sociedad impone su cobijo y nos forma, pero también somos dominables. Caemos víctimas de nuestros gustos, las adicciones se presentan cuando nos aprisionamos en nuestros propios deseos y no podemos señorearnos sobre ellos. Y ese dominio también es externo. Nos atrae el poder, porque también nos seduce. Somos frágiles de tal forma que las decisiones de otros pueden expresarse en acciones nuestras. Esa gobernabilidad en un sentido virtuoso también es dictatorial en su exageración.
Durante la década de los sesentas, el profesor Stanley Milgram, de la universidad de Yale, realizó experimentos que sobre la obediencia y la responsabilidad individual. Pretendió determinar hasta qué punto era flexible un ciudadano medio sometido a un gobierno autoritario. Uno de sus experimentos era bastante sencillo; dos individuos acudían a su laboratorio, aparentemente para participar en un estudio sobre la memoria y el conocimiento. Uno hacía de alumno el otro de profesor, el alumno pasaba a una habitación donde se le ataba con correas a una silla y se le conectaba a un electrodo a la muñeca. Mientras tanto, el profesor se sentaba ante una gran máquina llamada “generador de descargas eléctricas tipo ZBL”, el aparato tenía una serie de palancas denominadas de izquierda a derecha “descarga leve”, “descarga moderada”, “descarga fuerte” hasta llegar a “Peligro; descarga potente” y por último a dos palancas etiquetadas con un siniestro “XXX”. Al alumno se le explicaba que debía memorizar varias listas de palabras pareadas y si se equivocaba, el profesor le aplicaría una descarga breve que iría aumentando sucesivamente de intensidad.
El proyecto experimental era de hecho un complicado montaje. El verdadero protagonista era el “profesor”, y el objetivo del experimento no era estudiar el efecto del castigo sobre la memoria, sino comprobar la capacidad de una persona corriente para hacer sufrir a una víctima inocente y angustiada. El alumno era falso y las descargas eléctricas no eran tales. Aunque el alumno hacia bien patente su sufrimiento (con gritos desesperados y quejas sobre un dolor en el pecho), el profesor seguía haciendo preguntas y aplicándole descargas eléctricas, a menudo sin obtener respuesta alguna por parte del alumno (que en realidad era un actor). Milgram se quedó atónito, más de la mitad de los participantes de New Haven, una tranquila ciudad del estado de Connecticut en Estados Unidos, parecían dispuestos a electrocutar a un conciudadano hasta dejarlo inconsciente o incluso producirle la muerte, solo porque un hombre vestido con bata blanca les había dado instrucciones para hacerlo
Que peligroso cuando el discurso de uno se convierte en la columna vertebral del actuar de otros. No es lealtad cuando se corrompen los valores esenciales de toda persona. La lealtad está cuando se comparten los valores y los principios. Porque ahí hay identidad. Cuidado con azuzar al pueblo, cuidado con sucumbir ante la tentación del poder absoluto.
Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes.
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