En el mundo actual se hablan cerca de 7.000 idiomas, de los cuales 6.700 son lenguas indígenas que poseen el cúmulo de conocimientos de los pueblos que las hablan. Esos pueblos son líderes, por ejemplo, en la protección del medio ambiente. Pero su riqueza no les sirve de seguro de vida y el 40% de esas lenguas corre el riesgo de desaparecer. Con la proclamación de 2019 como Año Internacional de las Lenguas Indígenas, la comunidad internacional busca protegerlas.
La lengua es el principal vehículo de comunicación de las personas con su entorno. Está presente en todos los ámbitos de la vida. Es un instrumento de integración social. Las palabras expresan los pensamientos de cada persona en la lengua que comparte con su comunidad y permiten un mejor entendimiento entre individuos y sociedades.
Además, las lenguas definen la identidad de las personas. Están en el corazón de la cultura y preservan la historia y la memoria de cada colectividad ya que cada una de ellas es la manifestación de un modo único de pensamiento, una cosmogonía, una percepción distinta del universo.
Las lenguas enuncian con precisión la profundidad de la concepción del mundo de una determinada cultura. Gracias a ellas podemos saber, por ejemplo, que para los hablantes de náhuatl, una de las lenguas indígenas de México, no existe el concepto de maldad como normalmente se concibe en las sociedades hispanoparlantes, el náhuatl utiliza el término “amo-cualli”, que significa no-bueno. Detalles sutiles como este demuestran las diferencias ideológicas entre el náhuatl y el español y entre sus respectivos hablantes.
El director de Lenguas Indígenas del Ministerio de Cultura de Perú, Agustín Panizo Jansana, explicó que a través del tiempo, los pueblos indígenas han desarrollado “saberes fundamentales para la humanidad entera que están codificados, están almacenado en sus lenguas”.
No obstante su importancia y valor incalculable, muchas lenguas se encuentran en peligro y con ellas las culturas y sistemas de conocimiento, a menudo milenarios, de donde emanan.
Según la UNESCO, en el mundo se hablan cerca de 7.000 idiomas. De ese número, se estima que 6.700 son lenguas indígenas, de las cuales 2.680, o el 40%, corren el riesgo de desaparecer a un ritmo alarmante.
Un año internacional para crear conciencia
De cara a esta realidad, en 2016 la Asamblea General de la ONU declaró el 2019 como Año Internacional de las Lenguas Indígenas para crear conciencia sobre la cuestión y generar una labor mundial orquestada que las proteja, las promueva y revitalice y que ayude a mejorar la vida de quienes las hablan.
Según Panizo, trabajar en pro del fortalecimiento de las lenguas no sólo es ir en pos de la conservación y aprendizaje de los conocimientos que conllevan, “sino que también es trabajar por la supervivencia de los pueblos, que tienen en su lengua originaria un elemento de identidad central que permite su cohesión y su tejido social”.
“Las Naciones Unidas han puesto la atención para trabajar con las lenguas como recursos lingüísticos importantes para el desarrollo sostenible de la humanidad y para el fortalecimiento de la paz, la amistad y la reconciliación entre los pueblos. Muchas razones como esas hacen que el trabajo por las lenguas sea esencial”, enfatizó Panizo.
Con base en un plan de acción de enfoque holístico cuyo centro son los pueblos indígenas, el Año Internacional buscará que se cumplan las normativas y estándares internacionales para asegurar la supervivencia de sus lenguas, integrándolas a los esfuerzos de desarrollo, paz y reconciliación en el mundo.
El Año Internacional promoverá la inclusión de las lenguas indígenas, y por ende de sus hablantes, en los programas nacionales de alfabetización, reducción de la pobreza y cooperación internacional.
Discriminación y «ciudadanía restringida»
Por lo general, la pérdida de una lengua indígena responde a la asimilación, reubicación forzada, migración económica, analfabetismo, pobreza, exclusión, discriminación y violaciones de derechos humanos de quienes las hablan.
Aunque según algunos lingüistas, la desaparición de las lenguas es natural con el paso prolongado del tiempo; la modernidad ha acelerado el proceso y los idiomas dominantes en el mundo presionan cada vez más el uso de las lenguas originarias de muchos pueblos minoritarios.
A ello se suma el racismo y marginación rampantes que sufren los hablantes de lenguas indígenas, que lleva a muchos jóvenes a no usarlas ni transmitirlas a las nuevas generaciones con el afán de defenderse y tratar de integrarse al mundo globalizado de hoy.
En palabras de Panizo, las lenguas indígenas que han desaparecido han llevado también a los pueblos que las hablaban a desaparecer. “Es decir, a disolverse como entidades sociales cohesionadas y disolverse en la sociedad mayor, perdiendo su identidad.”
El experto sostuvo que esto ocurre en los lugares donde los pueblos indígenas tienen menos posibilidades de ejercer sus derechos.
El Año Internacional tiene la intención de frenar este fenómeno y sensibilizar a las sociedades para que aprendan a apreciar el valor incalculable de las lenguas indígenas, para que sean conscientes de que cada uno de esos idiomas tiene algo que aportar para lograr un mundo mejor.
La iniciativa también apuesta a tender puentes, a abrir los canales de entendimiento entre los pueblos indígenas y la población en general y a conocer la filosofía de esos colectivos.
Los pueblos indígenas son líderes en la protección del medio ambiente y sus lenguas deben reconocerse como un recurso nacional estratégico para el desarrollo, la consolidación de la paz y la reconciliación.
La UNESCO también considera que la protección de las lenguas indígenas puede contribuir al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y a fortalecer los derechos humanos y la dignidad de los pueblos a los que pertenecen.
“La solución para fortalecer las lenguas originarias y evitar su pérdida pasa, por supuesto, por muchas decisiones en el orden de las políticas lingüísticas, pero pasa principalmente por la corrección de las relaciones jerárquicas que existen entre los pueblos y las comunidades de hablantes y las posibilidades que tienen para ejercer sus derechos lingüísticos igual que los hablantes de las lenguas dominantes porque esos derechos son de suma importancia para acceder a servicios básicos como la salud, la justicia y la educación”, dijo Panizo.
Cuando el derecho lingüístico impide el goce de otras garantías, se cae en una situación de “ciudadanía restringida” que obliga a los pueblos indígenas a abandonar su lengua como una medida de subsistencia, añadió.
América Latina
De acuerdo con el Atlas sociolingüístico de pueblos indígenas en América Latina, publicado por UNICEF, en nuestra región viven actualmente 522 pueblos originarios, que componen el 10% de la población y que hablan 420 lenguas.
Con 241, Brasil es el país que tiene mayor diversidad de pueblos indígenas, seguido por Colombia con 83, México con 67 y Perú con 43. En el otro lado del espectro, El Salvador es hogar de sólo 3 de esos pueblos, mientras que en el Caribe insular hay pocos datos sobre la supervivencia de las comunidades nativas.
Bolivia y Guatemala destacan por la proporción de su población indígena, con 66,2% y 39,9%. En cambio, países como El salvador, Brasil, Argentina, Costar Rica, Paraguay y Venezuela registran apenas un porcentaje que varía entre el 0,2 y el 2,3% del total de sus habitantes.
México, Bolivia, Guatemala, Perú y Colombia reúnen al 87% de los indígenas de América Latina y el Caribe con una población que va desde 9,5 millones en México a 1,3 millones en Colombia. El 13% restante vive en otros 20 países.
De las 420 lenguas vivas en la región, 103 son transfronterizas y se utilizan en al menos dos países. Entre ellas destaca el quechua, hablado en siete países (Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador y Perú).
El Atlas reporta que casi una quinta parte de los pueblos indígenas de América Latina ha dejado de hablar su lengua, con 44 usando como único idioma el español y 55 sólo el portugués.
Del total de lenguas amerindias vivas en la región, el 26% corre el riesgo de desaparecer. En áreas como el Caribe insular la situación es ya irreversible y esas lenguas están prácticamente extinguidas.
Las zonas más afectadas por el desplazamiento idiomático debido a las estructuras sociales, económicas y educativas son Patagonia, Baja Centroamérica, Orinoquía y el Caribe continental, mientras que el área menos impactadas por la pérdida del idioma es Mesoamérica.
El director de Lenguas Indígenas del Ministerio de Cultura de Perú indicó que en América Latina esas lenguas tienen un estatus diferenciado, para comenzar, en la legislación. “Tenemos un estatus dispar en los países con respecto a la forma en que son reconocidas las lenguas originarias y los derechos de sus hablantes en las normas nacionales.”
Así, hay algunos países en los que esas lenguas se consideran lenguas nacionales a nivel federal, tal es el caso de México, mientras que en Perú, por ejemplo existe una cooficialidad según su predominancia en las distintas jurisdicciones geopolíticas. En otros países, el estatus de las lenguas indígenas es incierto o de muy bajo nivel.
En opinión de Panizo, hace falta un ordenamiento jurídico regional o, al menos, una armonización de los distintos órdenes jurídicos para que esas lenguas sean realmente asociadas al ejercicio de derechos y al uso oficial en sus países.
El ejemplo de Paraguay
Aunque en varios países de la región las lenguas indígenas son oficiales en las zonas administrativas donde se hablan -tal es el caso, por ejemplo, de Perú- sólo en Paraguay son oficiales dos idiomas, uno de los cuales es amerindio.
Para Panizo, el caso de Paraguay es envidiable por la situación de bilingüismo oficial del español y el guaraní. “Sin embargo, es importante conocer la historia en que se ha gestado ese bilingüismo, porque es resultado de un proceso histórico particular en el que los conquistadores tuvieron alianzas con algunos pueblos originarios, después hubo la guerra de la triple frontera y un exterminio de la población paraguaya y luego un repoblamiento y una reconstitución de esa población que, a la vez fue una refundación de su identidad acompañada de una política lingüística que llevó a lo que se conoce hoy en Paraguay.”
En 1992, Paraguay promulgó una ley que convirtió al guaraní en lengua oficial del país a la par del español. Esta medida garantizó la vida de esa lengua indígena e hizo de Paraguay un ejemplo mundial de respeto, reivindicación y rescate de su cultura y tradiciones originarias.
El nuevo carácter del guaraní promovió aún más su uso entre la población paraguaya en general y entre los hablantes de los países vecinos (Bolivia, Brasil y Argentina). Hoy se estima que el 80% de los paraguayos, unos 5 millones de personas indígenas y no indígenas, habla guaraní. La mayoría de esas personas es bilingüe.
La promoción del guaraní y su estatus de lengua oficial garantizado en la Constitución del país lo llevó a convertirse también en idioma oficial del Mercosur desde 2006, junto con el español y el portugués. (ONU NOTICIAS)
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