Escribo a contrarreloj, mientras ordeno pensamientos y emociones. Confirmo que nada es casual, sino causal. En agosto pasado tuve el placer de coincidir unos minutos con mi admirado Gilberto Prado Galán, en Pachuca Hidalgo. Le obsequié un ejemplar de mi cuentario Escondrijos de Luna. A finales de diciembre recibí un inesperado y majestuoso regalo, me llamó para decirme que lo reseñó en su columna de Milenio Laguna. Platicamos sobre la idea de presentarlo en Torreón, al lado de otro grande de las letras: Jaime Muñoz Vargas.
Ayer fue el día, viernes 25 de enero en la Infoteca León Felipe de la UAdeC Unidad Torreón. Empecé a sentir nervios desde un día antes, estaba emocionada, a la expectativa, imaginando el momento y lo que dirían los presentadores. Llegamos puntuales mi hija Jimena y yo, felices de saludar a familiares y amigos de diversos tiempos y facetas. Este espacio es minúsculo para definir dichos momentos y agradecer la magnificencia de Gilberto y de Jaime.
Prado Galán fue uno de mis mejores maestros en el extinto ISCyTAC, lo mismo que Saúl Rosales Carrillo, quien nos engalanó con su presencia; y Juan Noé Fernández, quien nos respaldó como moderador. Jaime estudiaba también Ciencias de la Información, una generación antes que la mía. Desde entonces admiraba las plumas de todos ellos. Verlos juntos después de tantos años, me produjo mucha alegría.
La visión de ambos me provocó asombro y desmesurada satisfacción. Gilberto comentó: “El cuento epónimo… es estremecedor y refleja las pautas de conducta heredadas en un ambiente familiar enrarecido, doloroso, tristísimo.” Jaime, por su parte, compartió: “El resultado son trece cuentos en los que se despliegan microuniversos emotivos y personajes dignos del recuerdo.”
Sus palabras fueron generosísimas, arropadoras, sumamente estimulantes. Ese acto me orilló a hacer público un compromiso al que le rehuía: escribir una novela.. Mi agradecimiento infinito a Juan Noé y Marcelino Carrillo por su anfitrionía, a Jaime y a Gilberto, por sus respectivas reseñas en Milenio Laguna y por tan memorable velada.
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