“Los años azules”, una historia cotidiana de compleja resolución
Hablar de los problemas cotidianos, de las relaciones humanas, tan complejas como interesantes, llevadas a la pantalla grande de manera tan intimista, se vuelve atractivo en un grado muy importante. Historias, como “Los años azules”, ópera prima de Sofía Gómez Córdova, puede parecer un filme común, simple y con poca intensidad narrativa, sin embargo, resulta tan enriquecedor en la parte narrativa, que no deja lugar a dudas para su recomendación.
¿Qué cine es ese? ¿Qué género representa? En este caso, ambas preguntas pasan a segundo término, pues la historia habla por sí sola. Se trata del encuentro entre 5 jóvenes, de diversos estratos y creencias, que tienen que convivir –y congeniar- en un mismo espacio, lleno de simbolismos visuales, que de a poco saltan a la vista. En una vieja casona de la ciudad de Guadalajara, Diana (Paloma Domínguez) busca cerrar ciclos, concretar propuestas, es decir, vivir mejor y poder crecer.
En este micro universo, se encuentran también Jaime (Luis Velázquez), un tipo de 30 años que sigue viviendo su juventud como si el tiempo no pasara por él, aunque en su entorno sí se percatan de sus indecisiones, a él lo acompaña Andrés (Juan Carlos Hugueni), un tipo relajado demás, que todo lo toma con calma.
También conviven con Angélica (Natalia Gómez), la más adelantada del grupo, que ha proyectado su vida a 10 años. Finalmente tienen que ver con Silvia (Ilse Orozco), la otra inquilina de la casa, quien se siente frustrada porque no encuentra la autorrealización, para ella todo es insuficiente.
El único vínculo directo que tienen estos personajes es un gato gris llamado Schrödinger, quien cohabita la casona desde antes que ellos y que se vuelve el testigo de todos y cada uno de sus problemas.
En la parte técnica, la óperaprimista trabaja con Ernesto Trujillo en la fotografía del filme, en la producción Luna Marán y Miriam Henze y en el diseño de producción Paloma Camarena. Un trabajo bien realizado, aunque con limitaciones económicas, que son bien salvadas por la creatividad del equipo y el resultado se ve reflejado en la pantalla.
El filme es una de esas historias para analizarse con calma, para identificarse con sus diversos personajes, es decir, es un largometraje al que se le debe tener paciencia, porque de lo contrario le resultará complicado.
Sólo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita.
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Autor
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Periodista, escritor y catedrático. Lic. en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM y actualmente maestrante en Comunicación por la UACH.
Titular de columna "Cinematógrafo 04". Imparto Taller de Micrometrajes Documentales, así como el Diplomado en Cine y Cultura Popular Mexicana.
Ganador del premio a la investigación Ana María Agüero Melnyczuk 2016, que otorga la Editorial argentina Limaclara
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