La medalla Belisario para Rosario Ibarra de Piedra, no para Slim
La selección del candidato o la candidata a recibir la medalla Belisario Domínguez del Senado nunca había encontrado en años una nominación tan exacta como ahora: la lucha de la señora Rosario Ibarra de Piedra contra el autoritarismo represivo del PRI desde 1974 en que su hijo fue secuestrado, torturado y desaparecido por el sistema político priísta.
De los sesenta y siete galardonados desde 1954, sólo Gustavo Madero emuló la lucha de Belisario Domínguez contra el usurpador Victoriano Huerta y por ello fue torturado, defenestrado y asesinado.
Jesús Piedra Ibarra era guerrillero y como tal participó en el intento de secuestro del empresario Eugenio Garza Sada que terminó en su muerte; Ibarra formaba parte de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Sólo que en lugar de ser juzgado, fue capturado, asesinado y desaparecido por el sistema priista.
El subsecretario de Seguridad, Fernando Gutiérrez Barrios, el director de la Federal de Seguridad, Luis de la Barreda, y el torturador Miguel Nazar Haro capturaron a Piedra Ibarra en 1974 y lo desaparecieron de la faz de la tierra. Desde entonces, la señora Rosario Ibarra de Piedra ha encabezado la lucha contra el sistema priísta en su fase de criminalidad política.
La nominación de la señora Ibarra de Piedra contrasta con la del empresario Carlos Slim Helú, un beneficiario de la privatización salinista de las empresas propiedad de la nación. A lo largo de un cuarto de siglo, vía Teléfonos de México, Slim sólo se ha dedicado a multiplicar su riqueza personal, sin ninguna retribución a la sociedad. Slim sería en segundo plutócrata que pudiera recibir la Belisario Domínguez, luego del empresario Alberto Bailleres.
El simbolismo de Belisario Domínguez en su lucha contra la dictadura de Huerta –le cortaron la lengua por sus discursos contra el usurpador– ha sido traicionado por todos los partidos, pero sobre todo por el PRI, quien en sus épocas de mayoría absoluta asignó la medalla por complicidades del poder y no por reconocimiento a luchas contra el autoritarismo.
Hoy que el PRI representa apenas el 11.7% de las curules en el Senado, la oposición antipriísta debiera reconocer la lucha de la señora Ibarra de Piedra y con ello llevar a la máxima tribuna parlamentaria el tema de los desaparecidos en México, primero por razones políticas del autoritarismo priísta y luego por la ineficacia del PAN y del PRI en la presidencia en el secuestro y desaparición de ciudadanos afectados por lucha contra el crimen organizado.
Si alguna persona podría encarnar por derecho propio la querella contra el autoritarismo priísta es, sin duda, la señora Ibarra de Piedra: sus primeras acciones exhibieron al mundo la fase criminal del PRI desde los tiempos de Echeverría. Sin violentar el sistema y sí proyectando sus demandas por 500 disidentes desaparecidos, la señora Ibarra de Piedra quitó el velo de hipocresía al PRI en el poder: los desaparecidos hasta finales de los ochenta fueron por razones políticas, de represión de Estado y para mantener el dominio autoritario del PRI.
Lo grave del caso de Jesús Piedra Ibarra fue el tiempo político de su represión: después de Tlatelolco 68 y luego de la falsa apertura democrática de Echeverría. Está documentado que Piedra Ibarra fue capturado vivo por la Federal de Seguridad y entregado a Nazar Haro y su figura desapareció del sistema penal. En 1978, el entonces gobernador guerrerense Rubén Figueroa dijo con simplicidad pasmosa: “los desaparecidos están muertos”. Muchos de los disidentes violentos fueron capturados y asesinados por el gobierno de Figueroa subidos con vida a helicópteros y tirados al mar.
La lucha de la señora Ibarra de Piedra fue reconocida por López Obrador como candidato presidencial en julio pasado al afirmar que había puesto el nombre de doña Rosario en su boleta. Pero ahora es el tiempo político para ir más allá: entregarle la medalla Belisario Domínguez a la señora Ibarra de Piedra y con ello reabrir la investigación de los crímenes del pasado que Vicente Fox usó como engañifa sólo para cubrirle las espaldas al sistema priísta ya en la oposición en el 2000.
Si la oposición tiene una deuda con los deudos de la represión criminal del PRI de 1958 al 2018, bien podría comenzar con la medalla Belisario Domínguez, evitar que le sea adjudicada al empresario Slim y sobre todo crear una comisión investigadora sobre los crímenes del pasado, no una Comisión de la Verdad que suele servir para exonerar a criminales políticos, partiendo del hecho de que la desaparición forzada de personas es un crimen y delito que nunca prescribe.
La medalla a la señora Ibarra de Piedra podría representar el proceso de enjuiciamiento pendiente del PRI por crímenes del poder, si de verdad ahora sí Morena, el PRD y el PAN son partidos de oposición real.
Política para dummies: Al final del día, la política debe ser también un acto de justicia moral.
@carlosramirezh
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