EL INDIVIDUO Y EL PUEBLO

La consulta del NAIM concluyó con la luna de miel entre empresarios y el presidente electo de México, esto lo demostró una rápida y fugaz caída de la bolsa, una percepción común en todos los gremios de desesperanza. El discurso evasivo fue; el pueblo decidió. Entonces, el pueblo es rehén y escudo para tomar una decisión. Poncio Pilatos enjugó sus manos dejando al pueblo la decisión de una crucifixión, toda proporción guardada.

Muchos elevan como una victoria de la democracia esta consulta y el discurso del presidente electo, pero no es así. No ven que esta consulta representa que sobre el estado de derecho está la política. Toda la historia de la civilización se basa en que sobre muchos venza el individuo y hoy retornamos al triunfo de muchos sobre el derecho de unos. Se vulnera la finalidad última del representante, el que con su voz asuma los compromisos.

Se ha calificado al pueblo de sabio, pero eso no es cierto, la sabiduría es una virtud que se encuentra en el individuo. La historia la hacen los individuos no los pueblos. Negar esta verdad implica desestimar nuestra propia humanidad. Somos seres individuales cuyo instinto gregario nos hace entender en la colectividad nuestra propia fuerza. Pero nuestra vida, madurez y eficiencia depende de las decisiones íntimas tomadas en soledad.

Afirmar que el pueblo es sabio, implica reconocer que el esfuerzo individual de nada sirve. Es olvidar que tenemos acceso a un futuro que no está escrito en el grupo, es reconocer que cualquiera puede, con las oportunidades correctas, acceder a la superación.

Ahora bien, si en el NAIM hubo corrupción, espero que existan consecuencias punibles contra ella, hasta ahora pareciera que cancelando el proyecto desaparece y purifica la maldad, pues no porque el secuestrado sea liberado desaparece el delito de secuestro. Si esta es la antesala de un combate contra la corrupción que lacera en todos los niveles, lo aplaudo, pero no he escuchado un solo posicionamiento sobre ello, al contrario, simplemente la justificación que lo inexplicable se explica por la decisión del pueblo.

Poco a poco continúa la decepción, las expectativas comienzan a bajar y la brecha entre las expectativas y las realidades será la intensidad de la decepción, cuidado con ello.

Hemos dejado de creer en el mérito para entender que las recompensas provienen de la dádiva y no que son del tamaño de los esfuerzos.

Al país le aquejan muchos problemas, graves injusticias y disparidades, pero esto no lo resuelve, porque la sabiduría no está en el pueblo está en los individuos. Y hoy vemos dos discursos opuestos, un presidente electo que perdió a sus electores nos dice que continuará construyendo el aeropuerto hasta el 30 de noviembre, el otro presidente electo que está perdiendo a sus electores nos dice que lo suspenderá. Y en medio de esa discusión la vida y la justicia se nos va. Me sigo negando a creer que el futuro sea de los pueblos que vendan madera y tengan ferrocarriles.

Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes.

Autor

El Heraldo de Saltillo
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