Se llama María del Socorro Flores Holguín, tiene 66 años de edad, es enfermera jubilada del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), y sobreviviente del cáncer de mama. Ahora su misión es compartir su historia de vida con pacientes que luchan contra esta terrible enfermedad.
Octubre, es el mes de sensibilización del Cáncer de Mama y se celebra en todo el mundo (con el fin de aumentar la atención, concientización, detección temprana y el tratamiento de este mal), María del Rosario es un claro ejemplo de que a base de una buena actitud, fe y atención médica se logra salir adelante.
Es originaria de Torreón, sus padres llegaron a Monclova cuando era muy pequeña, cumplió su sueño de ser enfermera, trabajó desde joven en el Hospital General de Zona (HGZ), No. 7 y posteriormente en el HGZ No. 11 de Piedras Negras, donde obtuvo una jefatura de piso.
Su testimonio como sobreviviente de cáncer empieza en noviembre del año 2013, su pasión es la lectura, un día mientras estaba recostada en su recámara y leía un libro, sintió una molestia en el seno izquierdo.
Al autoexplorarse tocó unas pequeñas bolitas y decidió acudir al médico. Le platicó a su esposo y a una amiga; ambos le aconsejaron buscar atención de inmediato.
Inició una experiencia de miedo, -como ella la califica-. “Fui al doctor, me dijo que para él, se trataba de un cáncer. Lo primero que pensé fue: me voy a morir”.
Al atenderse con un especialista del Seguro Social y confirmarse el diagnóstico, fue referida a la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE), No. 25, en Monterrey, Nuevo León, donde le practicaron una mastectomía.
María, señala que la vida de una mujer cambia cuando tiene cáncer de mama: hay un impacto psicológico. Sin embargo ella encontró fortaleza; depositó su confianza en Dios y en los doctores.
En enero del 2014, le aplicaron la primera quimioterapia, -fueron siete en total-, después radiaciones, viajes constantes a Monterrey, y aunque hubo altibajos asegura que siempre siguió las indicaciones de los médicos.
Comenta que disfrutó su carrera de enfermera en el IMSS, estudió en Saltillo, hizo su servicio social en Monclova y se especializó en pediatría, tiene conocimientos de la enfermedad pero jamás la relacionó con su vida.
En su caso, considera que no existe una causa, no hay antecedentes de cáncer en su familia y aunque piensa que quizá pudo ser secuela de una caída, su especialista descarta esa hipótesis, “Siempre piensas que a ti no te va a pasar, pero nadie está exento”, manifiesta.
El aprendizaje que le deja su experiencia con el cáncer de mama es tener fortaleza, fe y esperanza. A manera de agradecimiento comparte su historia con otros pacientes.
Aunque todavía no la dan de alta, se dice vencedora; por indicaciones de su médico acude cada seis meses al IMSS para realizarse estudios, la indicación es por cinco años, solo le falta uno y por ahora está libre de la enfermedad.
Mi mensaje para otras mujeres que pasan por esta experiencia, es que se encomienden a Dios, se apoyen en su familia y traten de llevar una vida saludable.
En una ocasión el doctor Severino Rubio le dijo: “Pienso que a usted le va a ir bien”. Los doctores que te dan palabras de aliento también son claves para los pacientes, afirma.
Asegura que la experiencia y la atención que recibió en el Seguro Social fue buena, encontró gente sabia, trato cálido y profesional, asegura que como enfermera jubilada siempre se va a considerar parte de la familia IMSS, sólo que ahora le toca participar en las actividades preventivas y una manera de hacerlo es generar conciencia, a través de su testimonio. (EL HERALDO)
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