MESON DE SAN ANTONIO

La historia

Los migrantes mexicanos a Estados Unidos de Norteamérica tienen un cúmulo de acontecimientos  y recuerdos  que parecen odiseas y anécdotas dignas. Todas son un filón de posibilidades para entender  ¡La  conquista del sueño americano!

El sueño americano en ocasiones surge de un deseo, de un reto que los individuos se proponen; en otros está la emergencia, la angustia que sofoca  instalarse en Estados Unidos, acción que da nuevos bríos para encontrar algo de paz, aislamiento, reflexión, retos nuevos, vida nueva. En muchas ocasiones sólo queda el impulso y un final trágico, con la muerte.

Hubo un tiempo en la historia de la migración entre estos países que  fueron impulsados por el ferrocarril, el ferrocarril dio esperanza. Desde los años 1920 hasta principios de los 80 los braceros fueron aportados por Guanajuato, Michoacán, Puebla y Zacatecas, eran sin duda las personas que más hacían este recorrido.

En una cartografía de esa época los veíamos ubicados a los migrantes zacatecanos en California y Nuevo México; a los guanajuatenses en cambio sus rumbos preferidos eran California, Texas y Nuevo México. La situación económica tan cambiante y transformadora en Estados Unidos produjo necesidades actuales de mano de obra; esto obligó a las personas a trasladarse a otras áreas, ya no al área rural, sino a la ciudad donde se ocupaban del mantenimiento de «la yarda”, la obra (albañilería) tanto en destrucción o demolición como en la construcción. Algunas mujeres se colocaron en la limpieza de las casas, en peluquerías, en masajes, en las tiendas de autoservicio en el acomodo de mercancía, en la guardería y en imprenta.

Con el tiempo y los cambios la mano de obra estuvo más escasa en la región sur de Estados Unidos; los guanajuatenses caminaron más el norte rumbo a Sacramento y San Francisco, los michoacanos colmaron los valles del sur de Los Ángeles (el Este, Pico Rivera, Montebello, Santa Fe)  además de  todos los condados del corredor de la carretera 5 Tijuana-Los Ángeles.

El esquema de migración era el mismo, llegaban parientes que estaban instalados en Estados Unidos y con su plática, su camioneta y los enseres que cargaban auguraban una riqueza inmediata y para siempre.

A los que escuchaban los ojos se les saltaban y se aceraban al familiar que los podía ayudar: que les decía «no seas tonto vente, nosotros pagamos al coyote”. «Anímate y te quedas en la casa”, entonces se animaba y el viaje, el coyote, la caminata en el cruce, la lancha en el río todo era peligro, todo había que resistir desde la primera vez.

Luego el pariente hacía espacio para una persona, lo que significaba mayor incomodidad para la familia; los servicios de la casa se colapsaban y había que hacer fila para las necesidades más apremiantes.

Los papeles para identificarse, muy importantes en Estados Unidos,  se le conseguían al recién llegado, chuecos, es decir falsos o prestados de otro familiar. ¡Que le trabajen el seguro a Joel!

¿Qué pasaba? los llegados en esta condición de «mojados” «de líneas, de ellos” tenían que aprender nuevos hábitos; pasado un tiempo siendo laborioso y ordenado pero sobre todo trabajador se comenzaban a hacer de un patrimonio que comenzaba con buena ropa y zapatos, sin faltar una troca ¡a toda madre! Los sábados con cuidado se podía echar unas cheves, siempre traía el temor encima de «la migra” y corrían buscando protección.

Con el paso del tiempo se acordaban de la familia que habían dejado en México, querían tener su esposa e hijos cerca, algunos se habían conseguido otra mujer y otros hijos.

Sin papeles oficiales de estancia se manejaban, nunca se habían acercado a la oficina de migración, mucho menos al consulado mexicano.

El susto se carga como llama hirviendo, pero había otra ilusión, anhelaban migrar a sus hijos y en lugar de hacer la documentación  migratoria reglamentaria que a  los hijos les daría una estancia legal, recurrían al mismo método de contratar un pollero que pasara a toda la familia. La esposa e hijos llegaban a Estados Unidos, se acomodaban, comenzaron a socializar, asistieron a una escuela y aprendieron inglés en buen nivel. Terminaron high school y viene la universidad como un deseo de cambio social, los padres que tenían el deseo de que siguieran estudiando decían: ¡vamos hacer el esfuerzo!

En el camino de toda la vida de estos jóvenes se sortearon las dificultades de la migra y de no contar con papeles adecuados.

El número de estos jóvenes universitarios creció hasta llegar a 800 mil y el problema se hizo mediático ya que se vivía ilegalmente, sin documentos arreglados y en la comunidad latina, en especial la mexicana, deseaba un arreglo por ese esfuerzo de haber llegado a ese nivel de estudio.

Ellos lo sabían, estaban ilegales pero se comportaban ya como ciudadanos americanos. Se acercaron a arreglar su estatus y hubo acciones, se estableció una política de inmigración en el período de Barack Obama llamada DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals), que permitió a algunos individuos que ingresaran al país ilegalmente como menores de edad para recibir un período de dos años renovable de la acción de deportación y que fueran elegibles para un permiso de trabajo.

Esta acción recibió críticas en la campaña de Donald Trump y se planteó su abrogación emplazando al espanto a todos los que tenían esa condición. Hubo protestas y manifestaciones pero nada lograron.

Las deportaciones comenzaron y  este asunto cobró importancia mediática, hubo llantos y acciones desesperadas.

Trump ganó las elecciones, por lo que tenía que cumplir ese compromiso, entonces se fue más estricto y directo. Desde que tomó posición los policías comenzaron a cazar indocumentados.

Las familias se desintegraban, la expulsión evidenció la gran  fragilidad de éstos en su mayoría jóvenes. Trump derogó esa ley creada por Barack Obama en junio de 2012. Esta ley estuvo muy cuestionada y fue rechazada por algunos estados. La inconformidad apareció, hubo más manifestaciones.

Derogada la ley Obama, Trump ofrece una nueva ley que proteja a estos ciudadanos.

Los caminos de la legalidad para tener residencia en Estados Unidos son muchos; algo pasó con estos jóvenes que viviendo toda su vida ahí no hubieran buscado el camino de la legalidad.

¿Tendremos al final la ley Trump de migración que proteja a estos jóvenes?

 

Autor

Alfonso Vazquez Sotelo

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