INDICADOR POLÍTICO

Puebla: AMLO-Morena, entre el PRI, Bartlett, Madrazo, Padierna

Lo único que está claro es que la intentona de Morena por apropiarse de la gubernatura de Puebla nada tiene que ver con el veleidoso ex priísta Miguel Barbosa, sino con el objetivo de Andrés Manuel López Obrador de convertir a su partido-movimiento en el PRI de los próximos treinta años.

Por eso el presidente electo no vacilará en utilizar las viejas estratagemas del PRI antiguo al que él perteneció de 1975 a 1988: controlar entre el 85% y el 100% de las estructuras de poder. Detrás de Barbosa y la presidenta de Morena, Yeidckol Polevnsky se dibujan las sombras del expriísta-morenista Manuel Bartlett y su fraude de 1988, el Roberto Madrazo que ahora recuerda que López Obrador iba ganando –no que ganó– las votaciones del 2006 y de la Dolores Padierna que pintó de Morena a la mesa directiva de la Cámara como en los tiempos del PRI.

Y más en el fondo, López Obrador, Morena, Barbosa y Polevnsky quieren revivir en Puebla el criterio de “fraude patriótico” que el historiador Enrique Krauze concluyó de la argumentación de Bartlett sobre las irregularidades en la elección de gobernador en Chihuahua en 1986 para impedir la victoria del PAN en una de las sedes históricas de la Revolución Mexicana.  Morena, que enarbola la bandera de Francisco I. Madero, quiere revivir el hecho de que la Revolución Mexicana se inició en Puebla el 19 de noviembre con los hermanos Serdán.

La victoria legal y legítima de la coalición PAN-PRD-Movimiento Ciudadano en Puebla le rompe a López Obrador el control político de las gubernaturas. Asimismo, esa victoria opositora estaría a punto de mostrar las conductas violentas de Morena y Barbosa por la incursión agresiva en un hotel para agredir a militantes del PAN, reviviendo los tiempos del PRI violento –de Plutarco Elías Calles y Gonzalo N. Santos– en que sometían elecciones al poder de la fuerza.

La elección en Puebla también exhibirá las alianzas de Morena con el PRI estatal de Mario Marín Torres, cuyo grupo ahora lo controla Alejandro Armenta, secretario de Desarrollo Social y presidente estatal del PRI en el gobierno de Marín, y hoy flamante senador de Morena y líder del grupo priísta que se pasó a la candidatura morenista de Morena de Barbosa.

Lo malo para López Obrador, Morena, Barbosa y Polevnsky radica en el hecho de que la victoria de la candidata Martha Erika Alonso fue ratificada con el uso de todos los mecanismos legales de la estructura electoral, incluyendo el recuento voto por voto y casilla por casilla y manteniendo la ventaja de 3.9 puntos.

El mensaje que está dejando López Obrador en Puebla es el del uso de las presiones extra electorales para impedir el respeto al voto en Puebla. Los tribunales electorales han agotado todos los mecanismos legales. Por tanto, a López Obrador y a Barbosa sólo le queda el camino de la violencia política para impedir la toma de posesión, exactamente como lo hizo el tabasqueño en 2006 después del plantón en Paseo de la Reforma y luego con la orden a los diputados del PRD para impedir la ceremonia oficial de transmisión de la banda presidencial de Fox a Calderón para provocar una crisis constitucional y conducir a una nueva elección.

Lo malo para Puebla y Barbosa es el hecho de que López Obrador y Morena ya se metieron de lleno en el proceso de interrupción del proceso electoral, sin suponer que la acusación de elecciones de gobernador contaminadas por supuestas irregularidades también involucra a la elección presidencial y que por tanto habría que anular las votaciones de López Obrador en el estado.

En este contexto, la ofensiva AMLO-Morena-Barbosa en Puebla asimismo quiere dejar el mensaje de que Morena busca ser el nuevo PRI de dominación absoluta y absolutista en toda la república, reprimiendo y aplastando a la oposición. Puebla fue priísta hasta 2011 en que el PAN ganó la gubernatura, precisamente al gobernador priísta Mario Marín y su escudero Alejandro Armenta. De ahí la percepción de que más que López Obrador y Morena, en realidad Barbosa sería el instrumento político para el regreso del PRI de Marín ahora disfrazado de Morena. Barbosa se salió del PRI en 1994 por el priísmo atrabiliario del entonces gobernador priísta Manuel Bartlett, hoy por cierto su compañero de sector y de partido.

Y queda al final la conducta machista de Barbosa, después de que se le terminaron sus escasas argumentaciones políticas, por haber ofendido a la candidata Martha Erika por su condición de mujer.

Política para dummies: La política consiste en aprender a soplarle al jocoque y en no repetir errores del adversario.

 

Autor

Agencias

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