El gran reto para los millennials mexicanos
Para comprender mejor la historia reciente del país resulta provechoso pensarla, analizarla en términos generacionales. Las generaciones nacen y se desarrollan en contextos específicos, tienen sus desafíos peculiares y hacen suyas banderas políticas particulares. Próximamente una nueva generación de mexicanos comenzará a asumir puestos clave en la vida política nacional, por lo que vale la pena analizar las circunstancias propias en que se ha desenvuelto, así como los retos que el país les pondrá por delante. Me refiero, claro, a la generación de los millennials mexicanos.
Aunque las líneas generacionales no son exactas y límpidas, podemos visualizar con cierta claridad los principales desafíos que enfrentaron generaciones pasadas de mexicanos. La llamada generación silenciosa (1928 – 1945) tuvo como principal reto reconstruir al país después de la inmolación colectiva que significó la Revolución, los baby boomers (1946 – 1964) tuvieron como encargo abrir el sistema político mexicano a través de la democracia, la generación X (1965 – 1980) ha tenido como tarea primordial completar la transición democrática a través de la construcción de nuevas instituciones, y la generación Y o millennial (1981 – 1996) tendrá el desafío mayúsculo de consolidar el Estado mexicano. Sin embargo, para entender a mayor cabalidad el reto de la generación millennial vale la pena analizar a mejor detalle la historia de las dos últimas generaciones. Es decir, la historia de las últimas décadas del México contemporáneo.
La generación baby boomer tomó como principal bandera política la libertad, entendida como una libertad del Estado autoritario. Por ello, no resulta raro que durante aquéllos años surgieron algunas de las primeras protestas callejeras contra el gobierno, así como la guerra sucia de los setentas emprendida contra muchos jóvenes mexicanos. El suceso que resume los desafíos que enfrentaron y las aspiraciones colectivas que tuvieron fue el ’68: el autoritarismo como el rival a vencer, el David
contra el Goliat, la exigencia del respeto a las garantías individuales, la demanda de mayores canales de participación política.
La generación X recibió los frutos de sus padres al ver la caída del régimen autoritario y el nacimiento de la democracia. Sin embargo, esa herencia se necesitaba hacer más viable y tangible, por lo que la prioridad fue la construcción y consolidación de instituciones. Aunque éstas se relacionaban con todo tipo de rubros de la vida nacional (la creación del Instituto Federal de Acceso a la Información en temas de transparencia, o la autonomía del Banco de México en temas económicos), estuvieron en gran parte enfocadas en temas de democracia-liberal: división de poderes, autonomía de autoridades electorales, derechos humanos, justicia electoral, partidos políticos, etc. Por ello, no resulta raro la gran cantidad de reformas “político-electorales” elaboradas durante aquéllos años, la prioridad en la agenda legislativa que se les daba, y la palabra “democracia” en boca de todos.
La generación millennial ahora se enfrenta al reto de consolidar el Estado mexicano en otras áreas, las cuales resultan prioritarias para el buen funcionamiento del país y cuyo abandono es causa principal de algunas de nuestros peores catástrofes: inseguridad, corrupción, pobreza, desigualdad, injusticia legal, etc. Mientras que anteriormente el problema era un Estado autoritario del cual se buscaba liberarse a través de su democratización, ahora el problema es la falta de Estado que es incapaz de asegurar nuestra libertad y cuya falta de resultados comienza a poner en riesgo la democracia.
Seguimos pagando el precio de nuestras malas decisiones en el pasado. Los más de setenta años de autoritarismo priista fueron de una gran mediocridad porque no se logró desarrollar al país ante la mala cimentación del Estado mexicano. El reto de la generación millennial es sumamente claro, y en un mundo cuya incertidumbre solo irá en aumento, más nos vale bien construir nuestra única casa.
Autor
- Licenciado en derecho por la Universidad Iberoamericana (UIA). Maestro en estudios internacionales, y en administración pública y política pública, por el Tecnológico de Monterrey (ITESM). Ha publicado diversos artículos en Reforma y La Crónica de Hoy, y actualmente escribe una columna semanal en los principales diarios de distintos estados del país. Su trayectoria profesional se ha centrado en campañas políticas. Amante de la historia y fiel creyente en el debate público.
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